El patito feo y el príncipe [Jamie Flatters]

7: ¿Aceptas?

Holisssss

Agradecería mucho si votan y comentan <3

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Es la primera vez que invito alguien a casa. Obviamente papá y Kath están exagerando la situación, siguen preocupados por lo que me pasó en el laboratorio de química, pero les agrada el hecho de que haya traído a Brianna a nuestro hogar. Visto mi pijama de franjas y mis pantuflas de Hello Kitty. Espero a la rubia mientras hago mi tareas, las cuales no son muchas.

Resulta que comparto varias clases con Jack Champion, quién me envió algunos apuntes de hoy, no sé cómo consiguió mi número o el por qué se molestó en hacerlo, pero le agradecí de todas maneras. Supongo que le di pena después del incidente, hasta Anemone estaba siendo menos antipática de lo normal, cuando llegó de trabajar me abrazó sin decir absolutamente nada, en otra instancia se habría reído ante mi torpeza.

Lettie y Ash, las gemelas, me hicieron una videollamada, igual de afligidas que el resto. Y Astria, bueno, ella solo me envió un mensaje preguntándome si estaba bien.

Por lo general soy ignorada en esta familia, más que nada porque no causo problemas y mi vida es aburrida, no hay nada del qué estar al tanto. Tuve mi primera fiesta la semana pasada, y ahora estoy por dejar entrar a este lugar de locos a una completa desconocida para mis hermanas y Katherine. Papá ya conoce a Brianna, de hecho, le cae muy bien. Dice que es una estudiante excepcional.

Tener tanta atención en mi es extraño.

Estoy tomándome una pausa cuando el timbre de la casa suena. Me apresuro a ir, no quiero que Anemone o Katherine reciban a Brianna. Abro la puerta sin siquiera darle una ojeada a la mirilla.

Dos pares de ojos azules me observan.

—Brianna.—saludo primero a la chica, quién me sonríe de oreja a oreja a la vez que mis ojos se deslizan hacia la persona a su lado con mucho cuidado. Casi con miedo. Jamie alza una ceja, su mirada ha ido a parar al calzado que llevo puesto.—Tú.

Quiero esconderme ante la vergüenza.

—Lindas pantuflas.—comenta, y no sé si está siendo sarcástico.

—No recuerdo haberte invitado.—me cruzo de brazos sobre mi pecho, siendo consciente de que tampoco llevo un sostén. Suspiro.

Diosito, mátame.

—Fui yo quien le pidió que viniera.—confiesa la rubia. Es mi turno de alzar una ceja.—Lo que pasó el viernes nos incumbe a los tres, así que deberíamos hablarlo juntos.

—Ese—señalo al chico.—no va a poner un pie en este santuario divino.

—Dramática.—murmura, pero lo hace con intenciones de que yo lo escuche claro.