El cuidado de un oso •Spruan•

Miel.

Spreen y Juan iban caminando, ambos en silencio (por obvias razones) Juan estaba procesando todo lo que pasó y lo que estaba por pasar.

De pronto sintió un pequeño empujón que lo hizo sacar de sus pensamientos.

Era spreen, para llamar la atención de Juan.

—¿Que quieres oso?

El oso miro en dirección a una pequeña tienda en donde vendían miel y otras cosas, pero lo que al oso le llamo la atención fue la miel.

—No, sigamos caminando.

Juan siguió caminando pero noto que el oso ya no iba con el, ahora el oso estaba en la tienda.

—Ah, oso de mierda.

El chico que vendía la miel estaba realmente asustado, tenía a un oso enfrente de el viéndolo fijamente, como pidiendo algo.

—Perdon Axozer, este oso es muy necio.

—Es tuyo?

—Pues.. algo así.

—Esta bonito, ¿Puedo acariciarlo?

—No lo creo, no le gusta que lo toquen.

—Bueno, Juan, ¿y que hacen aquí?

—Ibamos a mi casa, pero creo que antes necesitaré un frasquito de miel Axo.

—¡Claro Juanito! Te lo doy gratis si quieres, por tener a un oso tan bonito.

—Gracias Axozer, el piensa lo mismo de ti.

El oso lo volteo a ver confundido.

—¿Encerio Juan?

—Sisisisi axo lo juro, pero tenemos que irnos, ese oso debe descansar. —Dijo, tomando el frasquito de miel.

—Si Juan, con cuidado, adioo.

Juan y spreen se retiraron de aquella tiendita, el oso esperando a que Juan le dirá la miel.

—No spreen, hasta que lleguemos a casa.

Spreen no hizo nada y solo siguió caminando.

Casi llegaban a la casa de Juan, de no ser por las inmensas escaleras que había. El oso miro a Juan con desaprobación.

—¿Que? Son unas escaleras bonitas, aun que muuuy largas.

Juan iba a empezar a subir las escaleras pero el oso en un movimiento rápido hizo que este se montara arriba de el (sin albur cabrones por qué ya sé cómo son), y empezó a correr todas las escaleras, muestras Juan se sostenía fuertemente de el por que sentía que se iba a caer.

Al llegar alfin a su casa se bajó de el oso, y abrió las puertas.

—Bien oso, es hora de volver a tu forma normal.

El oso poco caso le hizo y se fue a sentar al gran jardín que tenía el hechicero, solo para molestarlo.

—Si no entras ahora no te doy la miel.

La puta madre, tenía que entrar, no podía dejar que se llevará su miel.

Se apresuró a ir hacia la puerta, dudando si entrar o no, no sabía cómo se sentiría su transformación de oso a humano.

Sin pensarla más paso a la casa de Juan, se paró en dos patas y vio como su pelaje se iba reemplazando con su ropa normal.

—Bueno, al menos no apareciste sin ropa.

—¿Que decís wacho?

—Bueno... Aveces puede pasar, yo que se.

—Si... No creo que eso pase.

—Toma —Le entrega el frasco de miel.

Spreen lo mira confundido, le gustaba la miel pero ¿Por qué Juan le estaba dando miel?

—¿No lo quieres? Hace un rato la querías.

—¿Que paso hace un rato?

—Tu... ¿Tu no lo recuerdas?

— No boludo si no no te estaría preguntando.

—Bueno, me pediste que te comprará miel, así que toma oso, te vendrá muy bien para ti.

—Mira wacho, si recuerdo algunas cosas pero puede que otras no.

—Interesante, debe ser un síntoma, después le preguntaré a zorman.

—Si.

—Bueno, nos espera un largo tiempo juntos.

—Si... Bueno no lo creo, creo que ya no te odio tanto, así que adiós –Dice llendo rápido a la puerta.

—No! Espera!

Antes de que pudiera detenerlo ya se había vuelto oso otra vez.

—No mames spreen, estás bien pendejo.

El osos solo gruño como respuesta.

—Bueno, al menos podrás quedarte en el patio durante una hora.

El oso se fue a sentar abajo de un árbol de cerezo que había en el pequeño jardín de Juan.

Sin embargo noto que sus orejitas estaban abajo, quería no darle importancia pero no podía tan solo ignorarlo.

—Spreen ¿Estás bien?

El oso no hizo caso.

—¿Tienes sueño?

El oso lo ignoro de nuevo.

—¿Tienes hambre?

El oso lo volteó a ver asintiendo.

—Pero... ¿Que se supone que comes?

El oso se le quedó viendo fijamente mientras Juan solo pensaba en que darle de comer.

—Por el momento solo te daré miel, después veremos oso.