Nutria❤

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Juan y Spreen tenían que ir a algún tipo de misa con su padre de Juan, sin embargo el profeta no tenía idea de lo que pasaba con Juan, no sabía que Spreen vivía en su casa ni el por que.

—Che, pero vos sos estúpido, le pudiste haber dicho que estaba muy enfermo y que no podía asistir.

—Esque si le dije! Pero me dijo que no le importaba.

—Tu papa es un hijo de puta, ahora que vamos a hacer?

Ambos de quedaron pensando en que podrían hacer, pero no encontraban ninguna alternativa, o bueno, si, pero era un poco riesgoso.

—No quería decirte esto pero.. cuando vino zorman a darnos la poción para que pudieras salir, digamos que le robe un poco de eso y bueno, la tengo guardada.

—¿Que? Pero vos y yo no sabemos es que orden tomarla, aparte de que no sabemos que efectos nos pueden dar.

—Si, pero ahora la tomaré yo primero y después tu.

—¿No deberíamos llamar a zorman para hacer esto?

—Si lo llamamos se va a enojar, y nos quitara la poción.

—Aparte ¿Que es lo peor que podría pasar?

Juan tomó la mitad de la poción para después darle la otra mitad a Spreen.

—Bueno, si vos lo dices.

Spreen tomó también la poción, bueno, algo es algo.

—Bien, ya nos podemos ir?

—Si pero ponte tu sombrero.

—Pero si tu jamas llevas sombrero.

—Por qué a mi están acostumbrados a verme así, ahora pontelo

—Bien.

Ambos salieron de la casa, spreen sin convertirse en un oso y Juan, bueno Juan andaba en su mundo.

—Bueno, y vos en donde estarás?

—A lado del profeta.

—¿Por qué?

—Por qué según el "sus hijos tienen que ir alado de él" –Dijo burlándose de sus palabras.

—Esta bien.

Ambos siguieron su camino, y no era de extrañar que Juan iba hable y hable mientras Spreen solo escuchaba.

Al final llegaron a la iglesia, un poco cansados por que la casa de Juan estaba un poco muy lejos, pero daba igual.

—Si me como a mi mismo me haré más grande o más pequeño?

—Juan ya callate, ya llegamos.

—Ahhh, yo quiero saber la respuesta.

—Después te digo, ahora ve con tu padre.

—Bueno –Juan se dirigió a el profeta, a pesar de que era su padre no se llevaban muy bien, pero lo respetaba por el simple echo de ser, bueno el profeta y por que fuera su padre.

—Entonces, más te vale estar quieto, no hagas tonterías, no hables hasta que te lo permita y, bueno si no es mucho pedir no respires.

Juan apenas se iba acercando a el y escucho que estaba regañando a dracko, por alguna razón siempre lo regañaba a dracko pero a el casi no le decía nada.

—Drackooo, te está regañando Dadyyyyy

—Callate pendejo.

—Y lo mismo para ti Juan.

—Si, profeta.

El profeta les tenía prohibido que le dijeran padre durante las misas o cosas así, ¿por qué? Ni el sabe

El cuidado de un oso •Spruan•Onde histórias criam vida. Descubra agora