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NOTA DE LA AUTORA:

Por petición de la talentosa HannaBooks15, subo este capítulo (porque hoy es un día especial. No es ningún evento especial para mí o algo, pero es especial porque subo el capítulo :]) para que disfrutéis de la nueva historia :)

Gracias por acompañarme a mí y a mis personajes una vez más <3

Sara.

***

Odio todo.

Son casi las doce y media de la noche y, como siempre, no puedo conciliar el sueño.

Tomo una gran bocanada de aire y el aire puro entra en mis pulmones. Literalmente es aire puro; vivo justo en la «entrada» a un bosque enorme en Edimburgo.

Las vistas desde mi cuarto son preciosas; el bosque cuidado y verde, el cielo teñido de varios azules y, cuando cae la noche, el cielo se llena de puntos brillantes blancos.

Desde pequeña siempre me ha encantado salir a ver las estrellas. Exactamente a la misma hora: a las doce y media.

También favorece la vista la pequeña casa en frente de la mía. Desde que llevo haciendo esto, jamás he visto a nadie por la ventana a esas horas; no digo que sea la típica casa que da miedo y eso, obviamente ahí vive gente, pero nunca estoy pendiente de ellos. Aunque me extraña que siempre que las estrellas son más visibles, nadie salga al balcón a ver los astros. Casi todo el pequeño e insignificante pueblo sale siempre a verlas, en silencio, con los ojos fijos en los puntos brillantes en el firmamento, algunos con unos auriculares para mejorar la experiencia, otros salen a leer; no necesitan una lámpara ni nada, la luz que emiten las millones de estrellas y la Luna es más que suficiente.

Casi son las doce y media, apenas quedan dos minutos. Siempre me ha resultado emocionante salir cada día a ver el cielo. Nunca me he perdido esta rutina.

Los turistas y visitantes que vienen aquí, solo salen como mucho un par de veces a ver las estrellas. Sus palabras son «No voy a levantarme de la cama para ver un cielo repleto de estrellas que he visto durante tres días seguidos y encima tengo las fotos. Estoy viendo la televisión. ¿Para qué ver lo mismo que vi ayer?», pero se equivocan. Cada día hay algo nuevo; si se agudiza la mirada y se presta atención, se pueden ver los cambios que hay. Para mí es más fácil hacerlo, pues estudio Astronomía en la universidad, pero los habitantes del pueblo también saben y pueden distinguir las variaciones. Supongo que la mayoría de visitantes no saben apreciarlo.

Ya son y media, por lo que salgo disparada a ver el cielo. Hasta se me olvida quitarme los auriculares blancos inalámbricos que llevo puestos. Reconozco que no me importa ver el cielo con música, es como que la música complementa al entorno; ahora mismo tengo a todo volumen la canción Clocks de Coldplay, mi grupo preferido. La canción conecta con el ambiente de una manera acogedora y reconfortante. No escucho nada más que la música y entonces el mundo se detiene por unos segundos. Me siento libre, llena, pura, plena, viva...

Me apoyo en la barra de seguridad del balcón y poso mi mejilla en el dorso de mi mano. Sonrío con satisfacción y dulzura. Joder, es precioso.

No me voy a cansar nunca de ver esto.

— A la derecha, ¿la ves? Es la estrella más brillante de todas — digo cuando veo a mi perro sentarse a mi lado con la lengua fuera y la cola en movimiento —. A veces me pregunto qué se sentirá ser una estrella...

La única respuesta que recibo de mi perro, Clight, son varios jadeos desenfrenados y felices. Le acaricio el lomo y su dorado y suave pelaje me da calor en la mano.

Cuando las estrellas dejen de brillar (destacada de ROMANCE JUVENIL 2023) [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora