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Quiero decir algo, pero mi garganta está cerrada.

─No, Kayden ─musito, casi llorando─. No quiero hacerte daño.

─Y yo no quiero hacértelo a ti.

─Entonces la solución es separarnos, distanciarnos. Quedar como vecinos en vez de ─me freno, porque no sé bien qué somos─ amigos... amigos que se quieren como si fueran algo más.

─Mierda, Akira, ¿por qué para ti esa es la solución a todo? ¿Por qué huyes siempre?

Le fulmino con la mirada y ahogo un grito.

─Jódete.

─Lo haré cuando me respondas.

Inhalo fuertemente, sintiendo el enfado recorrer mis venas a gran velocidad.

─Solo quiero ayudarte ─digo entre dientes.

─No, así no ayudas. Huir, distanciarse de la gente que te quiere y a la que quieres no es ayudar. Y lo sabes, sabes que eso no ayuda en absoluto.

Frunzo el ceño y aprieto los dientes.

─Al menos lo intento, joder.

─No lo intentas cuando sabes que a tu manera siempre sale mal.

Trago saliva para deshacer el nudo que hay en mi garganta.

─¿Sabes por qué siempre intento ayudar a los demás? ─gruño─. Porque sé lo que es no tener a nadie cuando más lo necesitas.

Permanecemos en silencio unos segundos, mirándonos. Esto me duele, me duele mucho, porque siempre tengo la sensación de que voy a perder a alguien por una pequeña discusión, y no quiero perder a Kayden. No puedo.

─Déjame ayudarte a ayudar, entonces.

─¿Ayudarme a qué? ─murmuro.

─A amar. A hacerlo sin miedo.

─Para amar a alguien tengo que amarme a mí primero.

─Puedo ayudarte con eso también, con lo que necesites.

No puedo más, las lágrimas salen de mis ojos y un sollozo también. Los brazos de Kayden me rodean, dándome calor y apoyo.

─Lo siento mucho ─mis hombros tiemblan cada vez que gimoteo─. Lo siento, Kayden.

─No sientas nada, no es tu culpa. Nada de esto es tu culpa ─susurra contra mi frente y deja un beso ahí.

─Vámonos ─pido, susurrando muy bajito.

─¿Adónde? ¿A casa?

─No, a las estrellas.

Me río por algo que Lúa me dice. Ha pasado una semana del ataque que tuve en el centro de la ciudad, y debería habérselo contado, pero no quiero preocuparla.

─Tengo ganas de verte.

─Pronto. Vuelvo pronto.

Sonrío, quiero ver a mi mejor amiga de nuevo.

─¿Cuándo, exactamente?

─Menos de una semana ─sonrío, ya lo sabía, en seis días viene, pero me encanta escucharlo, recordarlo─. En seis días.

─Te estamos esperando con muchas ganas. ¿Qué tienes pensado hacer?

─Oh, pues, ahora que lo dices, podríamos ir al centro de la ciudad.

Un río invisible de cubos de hielo me resbalan por la espalda al recordar lo que pasó en el centro de la ciudad, mi ─no muy fuerte, he tenido peores─ ataque de pánico, mi discusión con Kayden... Pero a la vez una sensación de paz me recorre el cuerpo al recordar cómo acabó, lo bien que lo pasé el resto del día. Lo acompañada que me sentía cada vez que su piel rozaba la mía.

Cuando las estrellas dejen de brillar (destacada de ROMANCE JUVENIL 2023) [#1]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant