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Ha empezado a llover y hay relámpagos y truenos por todas partes.

Estoy feliz.

Me encanta la lluvia y las tormentas.

Siempre me ponen muy, pero que muy feliz.

─ ¡Kayden! ─ Me vuelvo a él. Nos hemos puesto de pie, porque la hierba, con la lluvia, mancha ─. ¡Está lloviendo! ─ Doy un saltito ─. ¡Hay tormenta!

─ No me digas.

─ ¡Me encantan las tormentas!

Un destello blanco cubre todo el cielo.

─ Me voy de aquí.

─ ¡Venga ya, aún no han desaparecido las estrellas!

─ Las puedo ver desde mi casa.

Hace un amago de irse, pero yo no quiero quedarme sola en el bosque, en medio de una tormenta. Me encantan las tormentas, sí, pero no quiero quedarme sola.

─ ¡Kayden!

Él se gira mientras un resoplido sale de sus labios.

─ ¿Qué quieres?

─ No me dejes sola.

Me mira de arriba a abajo, después suspira de nuevo y asiente ligeramente con la cabeza. Yo sonrío y me giro, para adentrarme mucho más en el corazón del bosque. Y Kayden me sigue.

Tengo el pelo húmedo y una sonrisa plantificada en la cara. Él, por el contrario, es inexpresivo y no mira al cielo.

─ ¡Mira el cielo! ─ Señalo. Cuando hay tormenta o llueve, me da igual la compañía, quiero hablarle de todo ese desastre natural a esa persona ─. ¿No es bonito?

Mira al cielo por un segundo y cae otro rayo, formando ramas por todo el cielo. Él aparta la mirada enseguida. Yo no lo hago.

─ Qué bonito...

─ Sí... ─ me da la razón, aunque no lo dice muy convencido.

─ No te vayas. ─ Le advierto.

─ No lo voy a hacer. Aunque, ¿no podemos irnos, cada uno a su casa?

─ Cuando acabe la tormenta.

─ Joder... Puedes verla desde tu balcón.

─ No. ¿Acaso no te gustan las tormentas?

Lo medita un poco ─ con la misma cara inexpresiva de siempre ─ y traga saliva.

─ Lo hacen, pero no podemos estar aquí toda la noche.

─ Tengo la suerte de tener pluviofilia y tú también, ¿y la estás desaprovechando? No, Kayden. La lluvia es reconfortante y las tormentas son tan bonitas. ¿No crees?

─ Sí... ─ concuerda.

Yo tengo el pelo empapado, los ojos en el cielo y el corazón latiendo con fuerza. Él lleva la capucha puesta, las manos en los bolsillos y los ojos fijos en sus pasos.

Kayden y yo nos hemos ido juntos del bosque en cuanto la tormenta ha parado. Yo me he levantado primero, he avanzado unos pocos pasos y, tras haber recorrido una gran distancia, he sentido sus pasos a mi espalda.

No nos hemos despedido de la mejor manera, pero se podría decir que lo hemos hecho. Mientras cada uno metía la llave en su casa, hemos mantenido contacto visual. Yo me he puesto nerviosa, porque las miradas ─ de cualquier persona ─ son mi debilidad. Él, antes de cerrar la puerta, me ha dado un repaso de arriba a abajo y ha esperado a que yo cierre la mía. Después he oído cómo la cerraba él también.

Cuando las estrellas dejen de brillar (destacada de ROMANCE JUVENIL 2023) [#1]Where stories live. Discover now