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Han pasado casi ocho días desde que nos besamos por última vez.

Joder.

¿Por qué tiene que ser él?

No voy a mentir diciendo que ha sido la mejor semana de mi vida, porque no lo ha sido. He tenido tantos colapsos mentales y he estado llorando y sufriendo en silencio casi todas las noches.

Estoy en el bosque mirando al cielo. Pero esta noche no le estoy prestando ni un poquito de atención a las estrellas. Estoy mirando la luna, sola, en silencio, mirándola brillar, queriendo ser igual de deslumbrante. Kayden se ha quedado en casa viendo las estrellas y la luna.

Desde que Kayden me dijo que prefería la luna antes que las estrellas, no puedo evitar pensar en él siempre que la veo. Ahora está en cuarto menguante. Sonrío. Tengo ganas de volver a la universidad, pero mi año sabático aún no termina.

Escondo las manos en los puños de mi sudadera y apoyo la cabeza sobre mis rodillas. Ladeo la cabeza y veo pasar una estrella fugaz. Sonrío. Muy bien, ha sido inesperado, y no he tenido tiempo de pedir un deseo, pero ahora mismo deseo estar junto a Kayden, porque su compañía me encanta.

— La luna está preciosa, ¿verdad? — dice una voz detrás de mí.

Me giro para mirar a la persona responsable de la voz, y veo que es él.

Es Kayden.

Se sienta a mi lado, e involuntariamente me acerco más a él.

—Sí — admito tras unos segundos de silencio —. Lo está.

Quiero preguntarle por qué está aquí, pero no lo hago, porque no quiero que piense que quiero que se vaya. Todo lo contrario. Quiero que se quede conmigo.

— Me apetecía compañía — dice, como si me hubiera leído la mente.

Nos miramos, y veo que sus pupilas se dilatan y el brillo de sus ojos comienza a crecer. Mierda. Qué guapo está. Y qué segura me siento así, con él.

Sonrío y apoyo la cabeza en su hombro.

No digo nada, me quedo pensando en lo que me ha dicho.

«La luna está preciosa, ¿verdad?»

Lo está.

Un momento.

No se refiere a la luna.

He leído el significado de esa frase.

Siento el calor subir a mis mejillas.

Eso significa «Te quiero».

Se me escapa una sonrisa tonta.

Mierda.

Y lo peor es que creo que está sonriendo, sabe que sé lo que significa lo que me ha dicho.

— Las estrellas están preciosas, ¿verdad? — le digo yo, como respuesta. Sabe qué significa.

Eso le sorprende, porque gira la cabeza para mirarme, con un brillo imposible de ocultar en los ojos.

No sé de dónde saco el valor para decirlo, pero no estoy mintiendo.

Quiero que me bese.

Porque ya lo he asimilado: Kayden me gusta. Mucho. Y quiero convencerme de que es totalmente normal. Soy una chica de diecinueve años que se está enamorando por primera vez. No hay nada que dé más miedo que eso.

Aún me está mirando, con una sonrisita tonta en la cara, y me está poniendo nerviosa, en el buen sentido.

—¿Qué? — pregunto con lo que me queda de voz.

Cuando las estrellas dejen de brillar (destacada de ROMANCE JUVENIL 2023) [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora