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El día ha terminado. Es de madrugada y Lúa cogerá su vuelo a las ocho de la mañana, por lo que me he puesto el despertador para despedirme de ella. Estoy en el balcón, viendo el cielo, a pesar de que ya no hay estrellas. El aire nocturno refresca.

Bajo los pies de donde estoy sentada y bajo a la cocina para coger un vaso de agua. Corro la cortina, entro en mi habitación y el calor hogareño me golpea en el rostro. Tengo la boca seca por culpa del aire. Bajo los escalones de dos en dos y llego a la cocina. Cojo mi botella de agua y subo de nuevo.

Pero cuando salgo al balcón, empiezo a oír ruido. Música. Música proveniente de una guitarra eléctrica.

─ No me jodas ─ gruño y salgo.

En efecto, Kayden está ahí, con su guitarra. Pero no caigo en un detalle hasta ahora. No toca con tanta fuerza, toca con suavidad Sparks. Y lo hace con mi púa. La toca con tanta delicadeza que parece que flota entre sus dedos. Me resulta imposible no sonreír. Luce concentrado y con las facciones relajadas. Mi corazón late acelerado. Más cuando me mira.

─ ¿Pasa algo? ─ Comenta distraído, mientras sigue con su guitarra.

─ No, tranquilo ─ trago saliva. Hay un pequeño silencio incómodo. ¿No se supone que somos amigos? Según Lúa, no deben haber silencios incómodos entre amigos.

La cosa es que Kayden y tú no sois amigos, solo lo pretendéis para que Lúa no se lleve un chasco.

Joder, ¿cuándo piensas cerrar lo que uses para transmitirme tus fastidiosas palabras?

Qué amable eres con tu propia conciencia.

─ Oye, Lúa me ha dicho que te diga que si quieres hielo. Lo ha comprado para hacer una mezcla rara con potingues y zumos, pero al final le ha sobrado más de media bolsa.

¿¡He oído «hielo»!?

Sí, eso parece.

¡Café frío! Con leche, caramelo, nata... Joder.

─ No me vendría mal...

─ Vale. ¿Cuándo lo recoges?

─ ¿Ahora, te parece bien? Mañana voy a estar durmiendo todo el día ─ no miento, al menos.

─ ¿Ahora? Joder, son las tres de la mañana.

─ ¿Y qué?

─ Pues que no son horas.

Con un par de huevos.

Exacto.

─ Pero...

─ ¿No puedo dártelo mañana?

─ Lánzamelo.

─ ¿Estás bien de la cabeza? ¿Cómo voy a lanzártelo?

─ Ni que hubieran cien kilómetros de distancia ─ escupo ─. Son apenas cuatro metros.

─ No voy a tirar una bolsa llena de hielo por el balcón. Ha sido Lúa la que se ha ofrecido, no yo. Yo ahora mismo sirvo de mensajero.

─ ¿Y para qué preguntas?

─ Mañana te despedirás de Lúa. Te dará la bolsa mañana.

─ Vale ─ bufo. No digo nada más, porque si lo hago juro que mañana aparecerá sin vida.

─ Oye.

Freno en seco. Me doy la vuelta y le miro.

─ ¿Qué?

Se queda en silencio, no dice nada. Niega con la cabeza.

─ Nada. ─ Traga saliva y mira la púa ─. Es bonita. Gracias.

Cuando las estrellas dejen de brillar (destacada de ROMANCE JUVENIL 2023) [#1]Where stories live. Discover now