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❝DADAN Y LOS BANDIDOS❞
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Lyanna observó el lugar, estaba hecho un completo desastre, habia huesos y restos de carne por todas partes, era muy diferente a su casa. Pero podría acostumbrarse. Volteo su cuerpo y miro a los demás que estaban atentos a su reacción.
Se habían tomado muy a pecho lo que les había dicho Roan.
—¿Puedo preguntarles algo?—consulto la ojiazul mirándolos.
—Si—contestaron al unison.
—¿Donde están las cosas de limpieza?—los bandidos se miraron entre sí—Ya saben, para limpiar, el lugar se ve muy...desordenado.
—Oh, están por allí—señalo un rincón de la casa.
—¡Gracias!
La ojiazul agradecio y comenzó a caminar hacia las cosas de limpieza para poder acomodar un poco el lugar.
—Jefa, ¿Esta segura de que es hija de Roan?—pregunto Dogra.
—No digas eso. Por supuesto que es su hija.
—No se parecen en nada—comentó Magra.
Dadan paso saliva. Él moreno le había contado un poco la situación de Lyanna.
—¡No se queden ahí parados! ¡Ayuden a la niña!—ordenó.
—¡Si, Jefa!
Los bandidos junto a Lyanna se pusieron a limpiar el lugar. Mientras que Dadan junto a Magra y Dogra observaban de lejos a la ojiazul.
Miraron desde su oscuro cabello el cual estaba amarrado en una coleta, hasta su piel blanquecina, pero lo que más les llamaba la atención eran sus extraños ojos. Definitivamente esos no se parecían en nada a los ojos de Roan.
—¿Como dices que se llamaba?—pregunto Dogra.
—Huh, lo olvide.
Miraron a la niña la cual estaba barriendo los restos de comida del suelo.
