Capitulo 2

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Una vida, el mundo.

De no ser por el hambre, Ana habría pasado el resto del día en cama.

Las vacaciones de la universidad empezaron hace poco más de una semana, y aparte del taller de poesía, no tiene ningún otro compromiso importante que cumplir, por lo que pasa la mayor parte de su tiempo libre en casa, sin hacer nada.

Encuentra en la nevera una bolsa de papas fritas congeladas, una botella de refresco medio vacía y una porción de pizza aún en la caja, perfecta para el almuerzo. De momento comería cereal y bebería café.

Sabe que debe ir pronto al supermercado para abastecerse, pero la simple idea de salir le resulta molesta, así que lo posterga hasta que sea inevitable.

Ana vive en un departamento de un ambiente con cuarto de baño. Tiene todo lo que necesita a la mano: cama, mesa, dos sillas y armario, salidos del mercado; estufa, lavaplatos y computadora portátil, regalo de Padre; mantas, cojines y almohadas, regalos de Madre; y Muchos libros apilados en un rincón, regalos de Olivia y Josh.

Desde que se mudó de casa de sus padres, en V..., Madre insiste en ayudarla a pintar las paredes y cambiar los muebles.

En su opinión, ella tiene por casa la habitación de una anciana, con filtraciones y olor a gato. A Ana poco le importa si su casa luce como residencia londinense de los sesenta, el olor es por el señor Holmes, un gato gris de la otra calle que viene a dormir en su cama por las noches, deja pelos en todos lados y se va en algún momento de la madrugada.

Lo que más le gusta del departamento es la ventana con vista la calle C..., no es el mejor escenario del mundo, pero tiene buena luz para leer. Antes solía sentarse allí durante horas con sus libros favoritos, a oír música, a estudiar, o solo a pensar. Fue en ese lugar que conoció al señor Holmes.

En términos generales, Ana vive cómoda.

Aun así, hay momentos en los que siente que algo la observa.

En ocasiones le parece que la sombra de algunas cosas no está en donde debería. También hay días en los que pierde cosas que está segura de colocar en algún parte. Y una vez, justo antes de quedarse dormida, recuerda sentir con claridad que una mano rozara su rostro, como una caricia incómoda. Pero prefiere creer que todo son imaginaciones suyas, pasa tanto tiempo sola que podría estar viendo fenómenos misteriosos en dónde no los hay.

Luego de desayunar, Ana va a lavarse los dientes, y una extraña de aspecto cansado le devuelve la mirada desde el espejo. Las bolsas negras bajo sus ojos, las mejillas hundidas y los labios resecos, son pequeñas muestra de la poca atención que presta a su aspecto físico las últimas semanas.

De pronto le parece gracioso que, meses atrás, al ver su reflejo se pensara linda. La persona frente a ella no podía ser Anastasia, la chica alegre con amigos por montones, calificaciones altas, un trabajo cómodo, un lindo novio, y ninguna complicación que superase el no programar una alarma a tiempo. Esa chica murió con su mejor amiga.

Ahora solo está Ana, la chica que evita a las personas, que jamás volvió a subir a un auto desde el accidente y dejo de verle gracia a todo lo que amaba antes, como arreglarse, sonreír, o vivir.

Al principio todos creyeron que su dolor sería pasajero

"—Tranquila, tienes una vida entera para hacer amigas" Dijeron los insensibles.

"—Más vale conservar los buenos momentos que vivieron juntas" Dijeron los románticos.

"—Vas a olvidarla pronto y todo será más fácil, te lo aseguro" —Dijeron los idiotas.

Las Pesadillas de AnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora