Capitulo 12

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Olivia está sangrando, problemas

Al salir del café Ana tiene que correr a casa, fuera llueve como en un diluvio. Cuando por fin llega al edificio, las llaves no están en su bolsillo trasero, debió perderlas en algún punto de la carrera. Sería inútil regresar y buscarlas por las calles, que para ese entonces debían estar inundadas.

Tiene que esperar unos casi quince minutos sentada en las escaleras de la entrada, hasta que doña Cecilia sale. Ana tiene que identificarse y mostrar su documentación un par de veces para que se ella sienta conforme, y la deje entrar.

—Te ves terrible Anastasia, igual a una drogadicta, que dirán tus padres al verte en tal estado de decadencia. —Dice doña Cecilia, después de mirarla de arriba abajo con desdén, como si tuviese un pedazo de mierda en la punta de la nariz.

—Usted se ve gorda doña Cecilia, igual que todas las solteronas que conozco, que diría la amante de su esposo al ver el estado de su grasa corporal. —Dice Ana, compartiendo el particular gesto de asco.

—Pero ¡qué chica tan insol...! —Empieza a decir doña Cecilia, antes de que Ana suelte la puerta sobre sus narices e interrumpa la plétora. Todavía se escucha su voz amortiguada al pasar el recibidor y tras subir las escaleras.

Cuando llega al departamento, tiene que tocar para que Olivia le abra. Ana suelta la caja con los dulces en la mesa y va a ducharse

—¿Qué tan malo fue? —Dice Olivia, al verla salir del baño.

Ana le habla a Olivia de la loca historia del libro, y acaba explicando lo de la llamada de la madre de Josh. Luego recuerda el absurdo anuncio del café y empieza a contarle los detalles, pero se detiene en el momento que ve su rostro.

Olivia tiene la mirada fija al vacío, inexpresiva, abraza su estómago, y de su nariz caen pequeñas gotas de sangre.

—¿Olivia? —Dice Ana.

—No. —Dice Olivia.

Ana se le acerca y limpia la gota de sangre que cae por la comisura de su boca.

—Tu nariz sangra. —Le dice.

De pronto Olivia vuelve en sí, se separa de Ana de un salto, cubre su nariz con una mano y corre al baño mientras dice algo parecido a "—Nopasanadaestoybienyavuelvo". Y se queda casi diez minutos en el baño, con el grifo abierto.

Ana no para de preguntarse lo que puede estar pasando con Olivia allá dentro, hasta que una fría voz responde en su cabeza.

<<¿Creíste que sería tan fácil Anastasia?>>

Si oír voces ajenas en su cabeza ya era algo espeluznante, ver a Olivia salir del baño luciendo de esa manera, con los ojos hundidos, la piel casi transparente, los labios azulados, y un miedo gélido plasmado en el rostro, era demasiado.

—¿Qué está pasando? —Pregunta Ana.

—No tengo idea. —Responde Olivia.

Las dos saben que algo anda mal, y no pueden hacer nada al respecto

Olivia va a sentarse a la mesa, abre la caja, toma uno de los pasteles y empieza a comer sin muchas ganas, y Ana la imita. Las dos comen hasta dejar la caja vacía, aunque se hartan pronto del sabor a hojaldre frito, pero las tartas son el único aspecto de su vida que pueden controlar en ese momento.

Luego ambas se lavaron los dientes, volvieron a la cama y trataron de dormir un poco. Incluso Olivia prefirió acostarse a pasar la noche despierta y sola.

En pocos minutos Ana vuelve a estar en la plaza que visito temprano con Josh, el enrarecido ambiente color naranja le recuerda que está soñando de nuevo.

Tiene un libro puesto al lado en la banca, La Metamorfosis, de Kafka. El libro es tan viejo que parece pertenecer al escenario de pesadilla. Está por agarrarlo cuando la araña de la portada despega sus patas una a una.

Ana quiere levantarse y correr, pero su cuerpo no reacciona. Ya fuera de la foto, la araña crece hasta alcanzar el tamaño de un cachorro pequeño, salta del banco y corre hasta la fuente, ahora seca y agrietada por el calor.

En cuanto llega, la araña trepa por el borde y desaparece por el borde. Un grito agudo resuena en el interior.

Un líquido negro brota por la flecha del querubín sin cabeza elevado en el centro y la fuente empieza a llenarla con rapidez. Ana consigue moverse y corre hacia la fuente, pero el pestilente olor que emana del líquido le impide acercarse.

Entre todas las cosas que allí flotan puede identificar astillas de madera color azul, parecidas a las de la silla de Ana, también ve huesos pequeños, como de aves. Y a medida que el nivel del líquido sube, un cuerpo se descubre poco a poco, primero de espaldas, luego girando hasta quedar boca arriba.

<<No, no, no, por favor, no, No, NO>>

El pánico repentino que crece en su interior pronto da paso a la confusión. No se trata de Olivia, ese cuerpo es mucho más pequeño, delgado y de cabello corto. Un momentáneo alivio cruza por su mente, hasta que el rostro del niño queda al descubierto, y el pánico vuelvo con renovada energía.

A pesar del nivel de putrefacción y la deformación en la parte baja del cráneo, Ana sabe quién es. Reconocería esos ojos incluso en medio de una multitud, pues estuvo hace solo unas horas con alguien de rasgos muy similares. Era el cadáver de Alex, el hermano menor de Josh.

<<Imposible>>

—¿Imposible?, tenemos un acuerdo Anastasia, cualquier interferencia representa una distracción, y para mañana necesitas tener la cabeza fría. —Dice El Socio en algún lugar de la escena— Me encargué de la distracción usando el juicio que las emociones te hicieron obviar.

—¿Qué quieres decir? —Pregunta Ana, cada vez más nerviosa y enojada.

—Nos volveremos a ver pronto. —Dice El Socio.

—¿¡Que hiciste!? —Grita Ana al vacío.

El cadáver de Alex se sacude con violencia, y miles de arañas diminutas brotan todos su cuerpo. Ana siente ganas de vomitar y corre lejos de la fuente a mientras una risa extraña inunda el lugar.

Al despertar siente la almohada húmeda bajo su cabeza, y Olivia la mira inquieta desde el mueble en la ventana. Ana se levanta rápido, pregunta por su teléfono, Olivia le señala la mesa con un movimiento de cabeza y Ana corre a buscarlo. Debe llamar a Josh de inmediato, saber que todo estaba bien. Pero un mensaje recibido en plena madrugada la detiene.

03:30

Josh

Fue el peor ataque de todos, cuando llegue lo mantenían estable y planeaban darle de alta, pero tuvo una secuela al lado de las escaleras. Murió.

De pronto sus piernas se debilitan, y Ana solo puede sentarse a llorar en ese mismo lugar. Olivia corre a su lado, la abraza y pregunta qué sucede, pero Ana no se siente capaz de contestar, así que le entrega el teléfono, y deja que el dolor la consuma una vez más.

<<Todo esto es mi culpa, ¿Qué hice?>>

Las Pesadillas de AnaWhere stories live. Discover now