Epilogo

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Dos semanas más tarde, el hospital.

Ocho en punto de la mañana. La enfermera enciende la luz de su habitación, deja la bandeja con el desayuno en una mesita, abre las cortinas y revisa sus signos vitales en los monitores.

La luz del sol da directo a la cama, Ana cubre su cabeza con la manta y finge que volvió a dormirse.

—Buenos días, Anastasia, ¿Dormiste mejor hoy? —Pregunta la enfermera.

Ana destapa solo su cabeza, pero no responde, ahora habla solo lo necesario con cualquier persona.

—Un chico guapo trajo esta vela ayer mientras dormías. —Dice la enfermera.

Ana voltea a la mesa y ve sobre la mesa una hermosa vela con forma de flor y aroma a lavanda, su favorito.

La enfermera pone el desayuno en la camilla sobre una mesita, le dice buen provecho y se va. Solo entonces Ana empieza a comer.

Desde que Padre la encontró en su departamento, hasta que despertó en el hospital, dos días después, pasaron muchas cosas en muy poco tiempo.

Todos creen que trato de suicidarse, y es lo más lógico.

Esa mañana, Mariana le comunico a Padre que una anciana histérica lo llamaba. La señora Hernández decía que un escándalo terrible venía del departamento de su hija, y temía por su seguridad.

Al llegar, Padre encontró el departamento convertido en un verdadero caos, y su hija, su pequeña niña, estaba inconsciente en medio de un charco de sangre, con los brazos masacrados a cortadas y un enorme trozo de vidrio encajado en la mano.

Ana prefiere que todos crean la versión de su padre, pues no le quedan ganas ni cordura para explicarle a nadie lo que en realidad paso.

Tuvieron que hacerle muchas transfusiones y suturas para que se recuperara del todo. Sus brazos siguen sanando, por poco pierde la movilidad en la mano izquierda, pero en términos generales, está bien.

En lo físico, claro.

Madre y Padre insistieron en que un psicólogo hablara con ella a penas se sintiera mejor, y el hospital los puso en contacto con un tipo muy amable llamado Richard.

Ana le hablo del accidente, los sueños y el sentimiento de culpa constante que la acompañaba día y noche desde hacía meses, pero nada más,

Richard la refirió al psiquiatra, que diagnostico estrés postraumático, depresión mayor, ansiedad y otro montón de cosas que no siempre recuerda. Según su opinión profesional, había que internarla para que no tentara contra su vida de nuevo.

—Vivió una experiencia muy intensa, las secuelas serán igual de intensas, Anastasia necesita toda la atención que podamos darle hasta que pueda sanar. —Dice el psiquiatra.

Como sus padres se negaron a internarla, el psiquiatra no pudo hacer más que recetarle un montón de pastillas por un largo tiempo, y programar más sesiones de control.

A la semana de estar internada, Josh fue a verla por primera vez. Le dijo que no pensaba contarle a nadie lo del mensaje y no hizo preguntas, aun así Ana creyó que debía explicarle lo que vio. Y hasta ahora, él es la única persona que conoce la historia completa.

Ana quiere creer que todo lo que sucedió fue una mala pasada de su cabeza, y en realidad está loca. Pero por las noches, cuando la enfermera apagaba las luces y cerraba la puerta, Ana tenía dormir. Tenía muchas pesadillas con su casa, con Olivia y con la cueva. Pesadillas en las que un hombre de traje y ojos negros regresa y le arrebata la vida.

Las primeras noches gritaba hasta que alguien venía a acompañarla. Ahora en su medicación hay sedantes que debe tomar antes de dormir, y le ayudan a sentirse más calmada cuando vuelve a tener sueños extraños.

La mayoría de las noches ve a Anastasia en sueños, y conversan. A Ana le gusta estar con ella, poco a poco siente que vuelven a ser la misma persona, pero aún es muy pronto. Ninguna de las dos podría estar en paz hasta saber qué paso con Olivia.

Otra enfermera que aún no conoce viene a llevarse la bandeja cuando termino de comer, y le entrega un sobre.

—Dejaron esto en recepción para ti cariño.

La enfermera le guiña el ojo y se va. Y Ana empieza a temblar. El sobre no traía sellos ni dirección alguna, solo decía su nombre, y como remitente ponía "La Compañía"

Ana saca las dos hojas y lee la primera.

Anastasia Salazar:

Estamos al tanto de lo sucedido con El Socio y ustedes. Aunque le advertimos en nuestro anterior mensaje que no interferiríamos fueran cuales fueran las consecuencias, nuestro protocolo de emergencia nos obliga a hacerlo.

El equipo entero trabaja sin parar en su búsqueda y captura de El Socio desde entonces, pero aún no tenemos idea de su paradero. Si El trata de comunicarse con usted, o intenta atentar contra su vida de algún modo, háganoslo saber de inmediato por este medio, sabremos encontrarla.

En cuanto a su amiga, Olivia Arezco, la pusimos al corriente de su situación y trasladamos a un lugar donde podrá gozar de paz por el resto de la eternidad.

No volverá a verla ni comunicarse con ella jamás, adjuntamos un último mensaje de su parte, para su tranquilidad.

Tenga mucho cuidado

Atentamente. La compañía.

Ana no puede creer lo que lee, ¿Cómo podría confiaría en ellos después de lo que paso?

Empieza a pensar que se una trampa montada por El Socio hasta que la otra hoja. Tiene la letra de Olivia, escrita con su bolígrafo favorito.

Querida Anastasia.

Estoy en el sitio más hermoso que he visto jamás, ojalá pudieras verlo.

Hay una cabaña enorme para todos nosotros, frutas. Mucha hierva. Flores. Brisa. Y puedo ver el sol caer por las montañas en las tardes, y las estrellas brillar por las noches.

Me siento tranquila.

Soy feliz.

Después de dos semanas, todo lo que nos pasó poco a poco se distorsiona en mi memoria. Hay muchos detalles que ya no recuerdo, pero de algo estoy segura. Tome la mejor decisión

Quizá no puedes entenderlo ahora, pero seguirás adelante. Te levantarás. Conocerás personas. Vivirás todas las experiencias bellas que el destino tiene preparado para ti, y serás tan feliz como lo soy yo ahora. Estoy segura.

Hace muchos años prometimos que nuestra amistad duraría toda la vida, entérate de algo, creo que durara un poco más. Mientras puedas respirar, recuerda que en un lindo campo hay alguien que te conoce, te escucha y va a acompañarte cuando más lo necesites, aunque no puedas verla. Alguien que te ama, y en su corazón tendrá siempre un lugar dispuesto para ti.

En algún lugar está tu mejor amiga.

Y si algún día volvemos a vernos, por favor tráeme un poco de la mermelada de ciruelas de tu mamá, es deliciosa.

Con amor. Olivia


Las Pesadillas de AnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora