Capítulo 11.

63 10 4
                                    

El amanecer pintó de rosa y morado el cielo, de a poco la ciudad despertaba, los vehículos dejaban la calle, al mismo tiempo, el aroma a café inundaba la casa, nuevamente se podía sentir la seguridad de la rutina de la castaña. Klaus y Ben despertaron con el aroma a hotcakes, inmediatamente se levantaron y corrieron a la cocina, la encontraron frente a la estufa, preparando el desayuno como si no hubiera pasado nada la noche anterior.

"¿Miri?" Le llamó Klaus, ese era el apodo que le había puesto poco después de llegar. Ella le pedía constantemente hacerle compañía en la oficina o mientras cocinaba, simplemente porque le gustaba la compañía y la vibra de Klaus. Al escucharlo, ella volteó con una radiante sonrisa para ambos.

"Hola, mis amores, ¿cómo están?" Saluda con un extraño buen humor, y se acerca dándoles un abrazo a ambos hombres.

"Estás extraña hoy" señala Ben, sin corresponder el abrazo, pues no estaba acostumbrado a tanta calidez y mucho menos genuina. "Demasiado buen humor incluso para ti, enana" le dice entre cerrando los ojos son sospecha. Miranna sonrió con inocencia y, tomando de su taza de café dijo "Me hizo bien desquitarme con tu hermana anoche, es todo"

Ben aclaró que no era su hermana, pero aún así los tres rieron un poco antes de seguir preparando el desayuno. Al poco rato, escucharon una de las puertas del piso superior seguido de un golpe, compartieron miradas y al mismo tiempo supieron de quién se trataba. "Luther"

El gigante bajó lentamente hasta encontrarse con los tres en la cocina. "Al que se ría lo pongo encima del refrigerador"

Avanzó hasta la alacena donde estaban los cereales aún medio dormido, sin embargo, aún en ese estado pudo distinguir quién soltó la risa primero. Lentamente se dió la vuelta, se acercó a la persona que no pudo contener su risa, y la elevó hasta sentarle encima del refrigerador. "¡Luther, por favor! Tienes que admitir que fue gracioso, ¡bájame!"

Detrás del gigante, Ben y Klaus se partían de la risa junto a Diego y Lila que bajaron justo cuando le ganó la risa a Miranna. "Ya quiero ver la cara del anciano cuando la encuentre ahí" dijo Lila entre risas. "Ah, no, yo no quiero estar aquí cuando la vea allá arriba, no le va a gustar" le contestó Diego, Víktor estuvo de acuerdo con él, ambos compartiendo risas.

"¿Eso quiere decir que nadie me va a bajar?" Negaron con la cabeza "¡malditos!" Y siguió riendo con toda la fuerza de sus pulmones.

Cinco contemplaba todo desde cierto rincón, sonríe con ternura.

"Ya deberíamos bajarla, Cinco se va a enojar" repitió Diego sosteniendo a Lila, quien no podía sostenerse de la risa. "De hecho" le corrigió "La altura te sienta bien, Mir" señaló con sonrisa burlona, ella le sonrió medio tímida, le extendió los brazos y él la bajó con delicadeza. "Gracias, príncipe azul" le sonrió Miranna, alejándose, dejándolo ahí, rojo de pena. 

Cada día que pasaba, los Hargreeves no solo se hacían más unidos con la anfitriona de extraño carácter, sino también entre ellos, incluso una vez, Klaus y Víktor creyeron ver a Cinco ayudando a Diego a preparar un té especial para las náuseas de Lila. 

A Ben... le costaba, todo le costaba, sin embargo, Víktor era el único que notaba que cada día le costaba un poco menos, era, digamos... "un hueso duro de roer". 

De pronto se vieron envueltos en una rutina, apacible, de vez en cuando, dicha rutina era alterada por los amigos de Miranna, que venían a cenar y cometían la imprudencia de compartirle a Klaus de su vino. Y así durante dos meses más. 

Noches antes de la tan esperada graduación de Miranna, le tocó trabajar un par de horas extra, razón por la que le insistió a Cinco regresar a casa, ella llamaría si algo pasaba, todo estaría bien. Siendo ese el caso, el viajero del tiempo volvió a casa, pero le siguió un muy mal trago. 

"Número Cinco" le llamó, firme, como siempre. Le heló la sangre, se quedó estático unos segundos, hasta que pudo dar la vuelta y no le quedó más remedio que intentar con todas sus fuerzas que no lo mataran los nervios, ¿qué hacía él aquí? 

Reacomodó su postura, aclaró su garganta, y con tono neutral, como si no le sorprendiera, le saludó. "Sir Reginald".


 ~ 

HE ESTADO SÚPER AUSENTE, PERDÓN, EN SERIO, AHORA SÍ AGÁRRENSE PORQUE VENGO A SUPER ACTUALIZAR ESTA NOVELA. 

Aparte de que mi salud mental no siempre es la mejor, me consumieron la escuela y el trabajo, una disculpa. Les amo! Gracias por su apoyo y por esperar tanto. Un beso. 

El Derecho a Vivir (Five Hargreeves)Where stories live. Discover now