Capítulo 12.

22 6 7
                                    

"¿Qué se le ofrece?" Preguntó Cinco con altos niveles de sospecha, la adrenalina a tope, escenarios ficticios creándose en su mente y, sobre todo, la preocupación a flor de piel por su anfitriona.

"Tú mejor que nadie sabes que no tienen, que no tenemos, lugar aquí" Cinco lo escucha, ríe de forma leve y sarcástica. "Tienen que venir, así corregiré esto y todos estaremos donde pertenecemos" continúa Reginald.

"Claro, ¿cuántos metros bajo tierra?" Cuestiona el pelinegro con veneno, asumiendo lo peor de su padre adoptivo. Sir Reginald frunce el ceño. "No voy a escucharte de nuevo, todo lo que viene de ti es mentira o una trampa"

Sir Reginald insistía en que los Hargreeves no tenían cabida en este universo, repetía una y otra vez los peligros de deambular en un universo ajeno y de llegar a cruzarse con sus versiones en el mismo. Todo era peligroso y sospechoso, sobre todo, tenía sentido, concordaba con lo que el joven había leído acerca del multiverso, pero de ser así, el ente lo habría advertido en lugar de solo "hechizarlos" para no ser reconocidos, ¿no podía ser así de simple?

Mil ideas se maquinaban en su cabeza.

"Número Cinco, por el bien de tus allegados, es mejor que cooperen" la mirada de Cinco dejó de vagar por sus pensamientos y aterrizó en el hombre de manera mordaz. Se dirigió a él peligrosamente, hasta quedar a dos o tres pasos de distancia.

"¿Fue eso una amenaza, Reginald?" Le retó con los puños apretados, listo para asesinarlo con sus propias manos.

Pero antes de poder responder...

"Usted no puede solo morirse y ya, ¿cierto?" La voz de Miranna, cansada y fastidiada de problemas interrumpió la conversación, ¿cuánto tiempo tendría ahí?

¿Habrá escuchado todo?

¿Qué pasará ahora?

"Señorita Trevelyan..." le saludó Sir Reginald, tratando de ser formal, quizá fingiendo naturalidad.

"Ahórreselo, Sir Reginald, no me gusta la hipocresía y, para ser sincera, no creo nada que tenga usted para decir" ella suspira con pesadez "Ellos ya fueron muy claros con su hija, no irán a ninguna parte"

"Lo que mis hijos adoptivos y usted no entienden es que me pertenecen, pedirles cooperación es un mero formalismo adecuado para la sociedad moderna"

Miranna enderezó su postura, estaba perfectamente de frente a él, la espalda recta, la mirada penetrante y molesta, el ceño fruncido, detrás de ella, Cinco, indignado, ¿suyos como ganado? Detrás de él, Víktor, deteniendo a Klaus de avanzar más, y en el marco de la puerta, escuchando, los demás. Indignados. ¿SUYOS COMO MERCANCÍA?

"¿Le pertenecen? Oh, bien, eso lo cambia todo" respondió Miranna en tono burlón "Claro, que grosera he sido, con gusto le entregaré "lo que le pertenece"... apenas me muestre sus facturas o cualquier documento que pruebe lo que está diciendo" se burló, definitivamente, extendiendo la mano como si fuera a recibir algo "Claro que no los tiene. Le ruego, Sir Reginald, respete mi casa y se retire, seré considerada de su avanzada edad y permitiré que camine fuera de mi propiedad por su propio pie"

Sir Reginald no creía lo que escuchaba, la muchacha era insolente, atrevida, y a la vez perfectamente educada y astuta. "¿Sería capaz de arrojarme fuera como lo hizo con Número Tres?"

La sonrisa de Miranna cambió, de lado y con sombrío semblante, respondió "Deme una razón, se lo suplico"

El hombre, descolocado, se despidió como si no hubiera pasado nada, y se marchó. La anfitriona le observó irse, claro que no sería tan fácil, él vino a tantear el terreno, vino a ver con quién estaba tratando, ilusos los hermanos si creían que había terminado todo.

Y así pensando, entró en la casa, subió a su oficina con todos siguiéndola, tomó su laptop, a los minutos sonó por toda la casa.

SISTEMA DE SEGURIDAD ACTIVADO, CLAVE DE SALIDA Y ACCESO ENVIADA AL APARATO MAESTRO.

"Estaremos seguros mientras estemos dentro de los límites de la propiedad" anunció Miranna.

"¿Qué pasará si alguien lograra entrar?" Preguntó Víktor, algo preocupado.

"El sistema llama al 911, policía y paramédicos no deberían tardar más de 5 minutos, quizá 10 en llegar, después de llamarlos, cierra puertas y ventanas que den al patio y a la calle, también cierra cajones o habitaciones donde pueda haber armas de cualquier tipo"

"Lila tiene consulta médica mañana, y poco a poco todos hemos encontrado algo que hacer, algunos trabajos que nos permiten ayudarte... ¿cómo haremos todo eso?" Preguntó Luther, ser el número uno es algo permanente, al parecer.

"Creo que es mejor que Lila permanezca dentro de la casa en todo momento, los demás, tendremos que establecer una hora y punto de encuentro" ideó Diego junto a Ben.

"Yo me quedaré con Lila en caso de que necesite algo, todos sabemos que odio trabajar" ofreció Klaus.

"Enséñanos a manejar el sistema y sus puntos débiles" pidieron Cinco y Ben al mismo tiempo. Se miraron con recelo, pero finalmente accedieron a trabajar juntos.

"Miranna, quiero que me permitas seguir acompañándote en tus trayectos, eres la que más tiempo sola pasa" pidió Cinco.

"No queremos que te pase nada" Los Hargreeves la miraron suplicantes.

Miranna pasó la mirada por cada uno de sus huéspedes, de a poco esbozó una sonrisa, sus ojos brillaron de emoción. Entre todos se miraron extrañados. "¿Qué?"

"Mírense, trabajando todos juntos, apoyándose y apoyándome, sin pelear, como toda una familia, estoy orgullosa de su progreso".

El Derecho a Vivir (Five Hargreeves)Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum