Capítulo 14

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Claro que ella escuchó la pregunta, solo que, en lugar de responder, se aferró más a él, logrando ponerlo nervioso, haciendo que su corazón fuera a mil por hora. 

"Cinco, solo ibas a acomodarla en la cama, travieso" se burló Klaus, por fuera de la puerta. A eso le siguió un quejido de dolor, aparentemente, Diego se encargó de callarlo, y que bueno porque Cinco no estaba en posición de articular ninguna frase coherente. 

"No le hagas caso" susurró Miranna en su oído, haciendo que su piel se erizara. "Solo es Klaus, siendo él mismo" conitnuó, acariciando su mejilla. 

"No hagas eso"

Ella interpretó esa respuesta como algo que debía aprovechar antes de caer dormida por el alcohol. Sonrió triunfante, se acercó un poco más y con tono travieso en el susurro preguntó:

"¿Hacer qué...Cinco?" 

Ella no iba a desaprovechar que el alcohol la dejó desinhibirse.

Y Cinco casi se deja llevar por su instinto; se puso encima de ella, tomó sus muñecas y las puso a ambos lados de su cabeza, se acercó a su cuello, ella sentía su respiración acelerada, morían de nerviosismo, ambos querían, lo sabían. 

Pero, ante todo, Cinco Hargreeves es un caballero. 

"No voy a ponerte una mano encima si no estás en tus cinco sentidos"

"Por favor..." suplicó Miranna, nerviosa y desesperada.

"Es mi última palabra" se alejó de su cuello, se vieron a los ojos con anhelo e intensidad, ella lo veía a los ojos,  él veía sus labios, mordiendo el suyo levemente. "Pero puedo hacer esto"

Y la besó, intenso, desesperado. Cinco soltó sus manos, para tomar su cara con suavidad, ella hizo lo mismo, no saben cuánto duró, se separaron para tomar aire, el corazón casi quería explotarles. 

¿Qué acaba de pasar? Lo que pasó, ¿está bien? 

No sabían qué hacer o decir ahora, pero no estaban incómodos, no de momento, estaban en silencio, viéndose a los ojos, se acostaron uno frente al otro, Cinco acariciaba su mejilla, ella se acercó más a él, poco a poco fue quedándose dormida en sus brazos. Ya había pasado antes, que Cinco se quedara con ella no era nuevo ya, pero eso era lo extraño, ¿por qué a ella no le molestaba?, ¿por qué no le asustaba compartir espacios tan íntimos con él? 

Ciertamente las sensaciones que Cinco le provocaba eran diferentes a las que le provocaba cualquier otra persona, él podía calmar sus intensas emociones, y al mismo tiempo, incrementarlas a niveles increíbles. Él no era muy expresivo, no covivía tanto con él como con el resto de la familia, Miranna lo atribuyó a que esa era su forma de ser debido a todo el tiempo que pasó solo, a que no sabía cómo interactuar si no eran temas o situaciones caóticas. Nunca pasó por su cabeza que Cinco evitaba estar tanto con ella en un intento de frenar todo lo que estaba comenzando a sentir, que también lo tenía a flor de piel en el segundo que la veía; Cinco podía verla hacer lo que fuera que ella quisiera todo el santo día sin aburrirse o fastidiarse como sucedía a los dos minutos con todos sus hermanos, quería verla siempre tranquila, que nada le pasara. 

Miranna se convirtió en un tesoro para los Hargreeves en muy poco tiempo, cambió muchas cosas en los Hargreeves y aún faltaba más, mucho más. A pesar de las dudas con la entidad y el peligro gestante en la sombra, nadie temía demasiado, estaban hasta cierto punto tranquilos, ella les daba esa tranquilidad para poder concentrarse en buscar soluciones o al menos prepararse para enfrentar cualquier cosa. Lila ya tenía cuatro meses de embarazo, cualquiera en una situación tan incierta estaría aterrada, y encima teniendo que luchar con los malestares, antojos y otros cambios físicos, no era su caso, tenía ahora una mejor amiga que la cuidaba y aconsejaba. 

Aunque no podían ignorar el hecho de que la chica sabía muchas cosas a su corta edad, sí, inspiraba mucha confianza, sabían que no era una mala persona, pero... ¿Cómo saber tanto a esa edad? Era rara la vez que se le veía nerviosa ante la vida, ha sabido curar sus malestares, cuidar un embarazo, atender a una familia numerosa. 

Todos sabían que había mucho que Miranna no decía, pero respetaban su espacio. Víktor decía que quizá lo hablarían cuando ella estuviera lista para compartir más de su historia personal con ellos. 

Y el momento llegaría más pronto de lo que pensaban. 

El Derecho a Vivir (Five Hargreeves)Where stories live. Discover now