No quiero seguir

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Me puse a acabar la presentación; pues Ross había hecho gran parte del trabajo. La profesora avisó de que las presentaciones las practicaríamos el día siguiente. Casi estaba terminada, pero el tiempo no nos sobraba, así que teníamos que acabarlo en casa.
—Dame tu dirección y te iré a buscar a las seis de la tarde, vamos a la biblioteca y lo acabamos allí.
No parecía una pregunta, era una afirmación. En todo caso, no tenia ningún otro plan así que me limité a asentir y escribir en mi libreta la dirección de el piso de mis padres. Tenía pensado mudarme con mi tía, o si conseguía un trabajo por las tardes, comprarme un piso para vivir sola. Le di el papel y el lo releyó y se lo guardó en el bolsillo de sus pantalones rotos por las rodillas. Siempre llevaba pantalones tejanos anchos, o algunos más ajustados que estaban rotos por la parte de las rodillas. Él era muy alto, seguro que se los compraba porque le apretaban los pantalones ajustados por las rodillas al ser de esa altura.
Mi padre llevaba siempre traje; era abogado también, el me inspiró. Me ponía triste al recordarlo. Pero aún más triste por mi madre y mi futura hermana a la que nunca pude conocer. Ellas estaban muertas, mi padre, por suerte, en coma. Los echaba de menos a todos; sobretodo a mi madre que era mi mejor amiga. No era la típica madre que te regañaba, te castigaba o te obligaba a algo. Ella me daba libertad. Me decía que tenía que ser la persona que quería ser en el futuro, y sinceramente, era la mejor y la que me daba más consejos.
A veces, no le gustaba mi estilo y discutíamos, pero muy de vez en cuando. Siempre tube una buena relación entre mis padres y yo. Los amaba mucho. Mi madre era fuerte, valiente y guerrera. Era preciosa y muy joven. Era rubia de ojos azules. Era mi compañera de vida. Éramos las mejores amigas. Mi padre era dos años mayor; el era el más controlador, pero el mas gracioso. Siempre me hacía reír en los peores momentos. Como ahora. Quiero que me coja de la mano y me diga que todo va a estar bien. Quiero que vuelva. Pero mi madre... eso nunca lo podré superar. La quería demasiado. Cuando miré a Ross, me di cuenta de que estaba llorando, —otra vez, así que me di cuenta de que era una llorona extrema— por la manera en que me miraba. Me miró extrañado y noté su mano en mi espalda, acariciándome de nuevo.
—Si no es el día adecuado para ir a tu casa...
—No importa—Dije entre lloros—. Es que mis padres... yo no quiero volver a esa casa. Yo quiero vivir en otro sitio, pero sola. No quiero volver de aquí cada día y ponerme a llorar por el simple hecho de entrar en esa casa de tantos recuerdos. Los buenos y los malos.
—Puedo ayudarte con eso.

Los polos apuestos se atraenWhere stories live. Discover now