Black in Black

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Si, efectivamente él entro al lavabo de chicas porque estaba tardando mucho. Lo último que recuerdo es estar en el baño y caer. Y ahora me encontraba en al coche de Ross, en los asientos de detrás del coche. No veía a Ross. Me encontraba muy mal. Me dolía la cabeza y la barriga; quería vomitar. No sé si había alguien para que me escuchase, pero yo igualmente lo dije.
—Voy a vomitar.
Salí del coche y me caí nada más salir y empecé a vomitar. Noté que alguien me cogía el pelo para que no me lo manchara. Efectivamente era Ross. Vomité. Vomité, vomité y vomité. Me dolía todo, y hice lo único que pude; llorar.
—¿Has acabado ya?
Asentí y me ayudó a levantarme. Nos metimos en el coche. No sé como, pero el coche estaba allí. No era el viejo que aparcó en el piso. Era un Ferrari muy bonito.
—Te desmayaste en el baño. Creo que has bebido demasiado. Ya vámonos.
Arrancó y estuve todo el camino mareada. Al final, había estado bien, menos por lo último, claro. Aparcó en un sitio que no era mi casa. Era un piso, pequeño pero bonito.
—¿Que hacemos aquí?
—Hoy vas a dormir aquí. No puedo dejar que estés sola en una habitación vomitando y llorando. Y además, este será tu futuro piso.
—En serio, gracias. ¿Entraste al baño de chicas?
—Si, ¿vale? Si tienes algún problema...
—¿De verdad?
—Estaba preocupado de que te hubieras muerto o algo.
Solté un mar de carcajadas.
—¡Cállate!
No pude. No pude callarme. Me había dado un ataque de risa. Se fue a una habitación.
—Ríe todo lo que quieras pero no me molestes cuando duerma. Dormirás en el sofá. Vete ya a dormir. No vomites y no me despiertes.
Justo eso es lo que hice. Vomité y le desperté. Estaba fatal. Ahora estaba en el sofá intentando dormir. Pero fui a la habitación de Ross y encendí la luz. No se dio cuenta. Y en ese momento pude ver las facciones de su cara. Sus hoyuelos, su perfecta nariz con un piercing negro, su pelo castaño y alborotado... siendo sincera, era muy atractivo. Me estiré a su lado para verlo mejor, pero el abrió los ojos y me miró con su cara de sueño.
—Perdón pero me encuentro mal y no puedo dormir.
—Ven, voy a darte un medicamento para que estés mejor y algo para que puedas dormir.
Fuimos a la cocina y con mas luz, él me miró de pies a cabeza.
—¿Pasa algo?
—Vas con tejanos y una camiseta ajustada. No podrás dormir bien. Tómate esto y voy a por algo de ropa cómoda. ¿Pijama o ropa mas cómoda?
—Ropa cómoda está bien.
Se fue y yo me tomé el medicamento. Estaba asqueroso. Era como limón muy ácido y naranja. Pero no sabía bien; sabía a rancio. Eso era lo malo de los medicamentos; que saben horrible. Cuando llegó,trajo una camiseta que ponía; Ac/Dc y Black in Black. Me quedé flipada. Mi canción favorita.
—¡Amo está canción!
—¿De verdad? No tienes pinta de escuchar Rock. Es mi canción favorita.
—¡También la mía!
Ross dibujó una sonrisa en su rostro. Muy grande. La sonrisa más grande que le he visto.
—Es mi canción.
—También la mía.
—Pues hagámosla nuestra.
Me sonrío y le devolví el gesto, se acercó, me cogió de los hombros y me apoyé en uno de los suyos, cerca de su pecho. Sentí su corazón. También sentí unas ganas tremendas de decirle algo.
—Gracias por hacer todo esto.

Los polos apuestos se atraenWhere stories live. Discover now