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Había pasado una semana desde lo sucedido con Leclerc y Adelaide, siete días desde que sus labios hicieron contacto y cada maldito recordaba el estúpido beso.

¿Realmente lo había disfrutado tanto?

Ella había salido de viaje junto los demás Schumacher, pero yo estaba por iniciar renovación de contrato y demás cosas que por ende me impidieron viajar con ellos, así que tuve que conformarme con ver las fotos que Mick me enviaba.

Durante ese tiempo intenté distraerme, centrarme en los autos, conociendo museos, haciendo cualquier cosa, sin embargo no funcionaba ningún método, salí con la que decía ser mi novia, pero despertar a su lado me hacía sentir igual de vacío.

Siempre pensando en ella.















Por fin habían regresado y Michael me pidió de favor que fuera por ellos al aeropuerto, por supuesto que acepte sin dudar. Estaba realmente ansioso por verla, tenerla entre mis brazos y hacerla reír.

Quería estar con mi pequeña.

Me dirigí al aeropuerto con prisa. Debo decir que me esmeré en lucir pulcro y oler bien, sabía que a Adelaide le gustaba mi perfume, podría jurar que era su favorito y por obvias razones rocié esta loción en mi cuerpo, peine mi cabello y demás.

Había llegado al sitio, buscando casi con desespero a quien me robaba noches llenas de suspiros, logré encontrarla y por un momento la pena y el temor desaparecieron, corrí hacia ella y la tomé entre mis brazos, elevando ligeramente su cuerpo.

Ella empezó a reír y rodeó mis hombros con la misma emoción que yo, escondió su rostro en la curvatura de mi cuello y yo dejé reposar en su espalda baja, rozando un poco más abajo quizá.

– Yo también te extrañe, Seb. – oí a Mick quejarse con sarcasmo al ver cómo no soltaba a su hermana.

Nos alejamos un poco y pude notar el rojo en sus mejillas, con su hermosa sonrisa de oreja a oreja, algunos mechones de cabellos cubriendo parte de su rostro, sin embargo, no dejaba de lucir perfecta. Con lentitud, solté su cuerpo, esperando que sus pies tocaron el suelo, su mirada era tímida pero no ocultaba su emoción; emoción que yo también compartía, era tan inmensa, que olvide por completo a la prensa y al resto de Schumacher's.

Me separé por completo y fui a saludar a Mick, lo abrace y le pregunté cómo fue su viaje, mientras escuchaba lo que me contaba salude a Michael y a Corinna.










Hacia varias horas habíamos llegado a la residencia de Michael, almorzamos y platicamos sobre el viaje, pero por alguna razón independientemente del lindo momento que había pasado con Adelaide, el remordimiento comenzó a crear una tormenta en mi mente.

No había puesto atención suficiente como para notar los pequeños shorts que vestía y su ligero escote que dejaba al descubierto lo suficiente, su cabello despeinado y su mirada perdida.

Perdida en mi.

Intente entender lo que estaban relatando, pero me perdí nuevamente en sus labios y piernas, en como parecía tan frágil.

Y yo solo pensaba en romperla.

Después de unos minutos de platica, recibió una llamada y dejó escapar varias risitas, acercó el teléfono a su oído y se dirigió a su habitación. Yo un tanto confundido y con mucho interés, me excuse diciendo que iría al baño, solo para poder ir tras ella y saber quién o quiénes eran los que causaba su emocionada reacción.

Cerró la puerta detrás de ella, recargue mi cabeza sobre el bloque de madera intentando escuchar lo que decía.

– No es chistoso, Charles... –

My little girl - Vettel!Where stories live. Discover now