0.9

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Parecíamos una pareja, una que llevaba media vida juntos, donde había pasión y amor. Mientras más veía su sonrisa pensaba en esto, en que quizá sí podríamos funcionar juntos, ella y yo, a pesar de todo, lo lograríamos.

Aunque esa voz en cabeza, esa poca conciencia que quedaba en mi me estaba empezando a torturar.

"Le vas a joder la vida."

Era lo que merodeaba en mi mente, conociendo mi miedo al compromiso, con temor a que dirán sus padres y la prensa, miedo a lastimarnos mutuamente. Teníamos todo en contra y aun así, quería enfrentarlo solo para estar con ella. Despertar a su lado, bajar a desayunar, robándole besos, llevarla al paddock y verla después de cada carrera.

No lo sé, hacer de todo con ella, viajar, tomarla de la mano en público, abrazarla cuando quiera, llevarla a la cama y presentarla como mi novia. Crear una familia, tener hijos o mascota si es que ella no quiere, casarnos.

Desperdiciar mi vida con ella.

-¿En qué tanto piensas, lindo?- me acerqué a ella y me coloqué en medio de sus piernas.

-¿Cómo me llamaste?- le di un apretón a su pierna, después la abrase.

-Lindo.- sabía que estaba sonriendo al igual que yo.

Y todo iba tan bien, ella me escuchaba y yo hablaba, ella comía y yo cocinaba. Estaba equilibrado, entre besos, roces y romancé. Iba a besarle nuevamente, cuando oímos unos pasos acercarse.

-¿Adelaide? ¿Sebastian?-

Nos separamos rápidamente y ella se bajo de la encimera, limpio mis labios, yo no pude resistir y le di un corto beso, ella se sonrojó como solía hacerlo. Mick entro a la cocina y nos miró un tanto confundido por el nerviosismo que ambos mostrábamos.

-¡Mick!- corrió hacia él y lo abrazo. -Te levantaste temprano.-

-Si...- parecía seguir confundido. -Es nuestro cumpleaños, ¿qué no?-

-¡Cierto!- recapacite y lo abrace. -Feliz cumpleaños Mick.- le sonreí.

Sonrisa que él me devolvió no muy convencido, mi linda princesa empezó a distraerlo y entre todos desayunamos.

Podía acostumbrarme a esto, a ella y yo, a pasar la noche follando y en la mañana parecer tórtolos. Lastima que hay 10 años de diferencia entre ambos.

Entonces me di cuenta de algo tan importante como el hecho de que la había hecho mía minutos, quizá una o dos horas después de cumplir dieciocho.

Era un maldito pervertido, no quería que pareciera que justo estaba esperando a que la niña fuera mayor para poder estar con ella. Un enfermo, eso es lo que soy.

...

Cuando acabo nuestro desayuno improvisado, me dirigí a mi habitación para poder cambiarme; no podía dejar de pensar en ella y lo que ocurrió en la madrugada.

El remordimiento me mataba pero a mi polla parecía importarle un carajo.

Me duché, cambie y perfume, esperando a que Michael y su esposa llegaran. Se habían ido de viaje a no recuerdo dónde para su recuperación física.

Estaba centrado en mis mil y un pensamientos e intentando calmar a mi querido amiguito cuando por la puerta de escabullo la niña que me estaba robando el corazón. Me reí cuando ella corrió a mis brazos y plantó un tierno beso en mi mejilla.

-¿Qué haces aquí, princesa?- me incline ligeramente y con brazos rodeando su cintura la bese.

Ella sería mi perdición.

-Nada, solo quería abrazarte.- dijo una vez que se separó de mi.

Con lentitud nos encaminamos a la cama, ella quedando en mi regazo y yo abrazado a ella. Dio un beso en mi frente y acaricio mi cabello. Me causo gracia como los papeles se invertían, usualmente ella se aferraba a mi y yo la sostenía entre mis brazos. Pero esta vez era distinta.

Me daba miedo soltarla y perderla.

...

Sin embargo, a pesar de todo y del amor que estaba naciendo en ambos, con palabras vacías y ambos corazón por romperse, él decidiría por huir.

Ella aceptaría lo qué pasó, más no cambiaría que ahora se sentía vacía y él brilló en sus ojos se había perdido. Busco consuelo en otros, pero ninguno era él.

"Deberías salir con personas de tu edad."

"Esto está mal princesa."

"¿Me besas, me dices cuánto me quieres y te vas? ¿Tan poca cosa fui?"

"Desearía poder odiarte."

Eran palabras que atormentaban a ambos, día y noche, lágrima tras lágrima. Su corazón rompiéndose cada vez más.

Una vez que se volvieron a encontrar, parecían otros, él con una nueva reputación y ella aún guardando dolor en su pecho. Sin embargo una vez se abrazaron sometieron su alma regresar.

El problema rondaba en sí esta vez lo volverían a intentar, pero a diferencia, esta vez lo darían todo en el proceso de aprender a amarse, sin miedo al que dirán e intentando causar el menor daño posible.

Tendrían a su final feliz, ¿no?.





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ᴹʸ ᴮᴱᴸᴼⱽᴱᴰ

My little girl - Vettel!Where stories live. Discover now