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–Te amo, Adelaide.–

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–Yo también te amo, Seb.– con una sonrisa de oreja a oreja la castaña le correspondió.

Era una escena de película, compartiendo su sentir por primera vez sin miedo a ser vistos, los dos sintiendo un poco de alivio al saber que por lo menos, su padre una persona tan importante para ambos había aceptado lo que fuera que estuviera floreciendo entre ambos.

Seguían abrazados y Michael solo observaba con una sonrisa plasmada en el rostro, en su mente pensando en que quizá sí era raro ver a su hija y a su mejor amigo en una relación, pero todo eso se disculpaba al ver la irradiar la felicidad de los dos. Sus frentes unidas y sus ojos sin despegarse, sus labios apunto de juntarse, con desconfianza a romper el momento o que se desvanecieran las sonrisas.

Qué el sueño acabara.

Cuando sus labios estaban tan cerca, ella dejó un casto beso y él con euforia se aceptó el beso pintando otro beso, quizá un poco más largo de lo deseado.

–Bien, bien, es suficiente.– se acercó Michael a ellos y los separo un poco. –Quiero que se comporten, no le quites la inocencia, asaltacunas.–

Los tres rieron y ella se sonrojó al recordar los momentos que pasaron hace tiempo, cómo el la hizo suya en diferentes ocasiones, como ambos memorizaron cada parte sus cuerpos y el placer que desbordaron los dos entre gemidos, besos y una que otra marca.

–Sí supiera.– le susurro al oído Seb.

Ella río por lo bajo y entre los tres empezaron a platicar de otras cosas, aun estando en la cocina, comiendo y de vez en cuando ellos dándose pequeños besos.

Perfecto ejemplo de unos enamorados.

Al final, el mayor de los Schumacher se marchó a su habitación, esperando a que su esposa y su otra hijo regresaran del sitio al que habían ido.

Mientras que Adelaide y Seb, subieron a la habitación de la chica, puesto que de improvisto habían planeado una cena en algún restaurante italiano de la ciudad.

Él divertido, toqueteando un poco el cuerpo de la joven y analizando cada parte del lugar mientras ella escogía algún conjunto para ponerse. Entre risas él tomó su cintura y la tiro a la cama, cayendo juntos al colchón.

Rodeó su cuello y plantó un beso en el rubio, siguieron sonriendo como tontos, sin decir ni una palabra, solo disfrutando de la presencia del otro, él sin pena y sin prisa colocó sus manos en su espalda baja, colocando su cuerpo encima de sí, acariciando su cuerpo.

–Seb...–

–No te quiero quitar la inocencia princesa.– empezaron a reír.

–Eres un tonto.– acaricio su cabello. –Uno muy lindo.–

–Y uno que te encanta.–

Se estaba volviendo costumbre besarse sin miedo, tocar sus cuerpos y reír sin razón. La pregunta era cuánto duraría su intento de romance.

Su intento a darlo todo por el otro.

Su intento de amarase.

–Debería ir a ducharme, guapo.–

–No, no te quiero soltar.– cambió la posición de sus cuerpos, quedando él sobre ella.

–Sí queremos ir a cenar, debo de alistarme.–

–Estoy seguro de que tenemos un tiempo, pequeña.– acarició su espalda baja, bajando sus manos hasta llegar a su trasero, dando un pequeño apretón.

–Para ser el mayor, pareces un niño chiquito a veces.–

–Solo actuó así contigo, bonita.–

–Te amo.– le dio un pequeño beso y lo distrajo lo suficiente para poder correr al baño. –Te quiero listo en 45 minutos guapo.–

Él solo río y salió de la habitación, dirigiéndose a la suya para también poderse arreglarse y estar presentable para salir con su pequeña.

Supongo que ambos tenían que acabar de descubrir el amor estando juntos, ser un para de enamorados e intentando desperdiciar momentos juntos.

Aprendiendo a amarse.



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ᴹʸ ᴮᴱᴸᴼⱽᴱᴰ

My little girl - Vettel!Место, где живут истории. Откройте их для себя