2.0

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Felicidad era lo que irradiaba en casa, el servicio apurado por arreglar el desayuno y los niños de la casa aún estaban en pijama.

Hoy Corinna saldría de viaje junto con sus amigas, por lo tanto querían despedirla cálidamente, dándole a entender que en su ausencia no habría desorden.

Adelaide se despertó y corrió a la habitación de hermano, él estaba envuelto en cobijas viendo a la nada, pero el ruido de la puerta abrirse lo hizo poner atención.

– Buenos días, hermanito. –

Dijo la castaña con una sonrisa antes de aventarse sobre él, justificando que lo estaba aplastando con un abrazo.

– Buenos días, hermanita. –

Se tiro a un lado de la cama y también se envolvió en una cobija, ambos se sentaron frente a frente y empezaron a platicar cualquier cosa que tuvieran en mente.

– Soñé qué éramos hadas. –

– ¿Y de qué color era? Personalmente creo que me queda mejor el azul... –

Ella se rió ante la afirmación de su hermano, pero siguió contándole cómo había sido su sueño, mientras se reían del relato ambos tuvieron recuerdos fugases de cuando eran pequeños.













– ¡Papá también es un hada, Mickey! —

Una pequeña Adelaide con voz chillona gritaba de alegría cuando su padre la tomó en brazos.

Mick se dejó caer al piso riendo sin parar, sus cabellos dorados llenándose de pasto y sus pequeñas manos tapándose del sol.

– ¡Papá es una hada! –

Se reían en unísono, Michael se agachó y también tomó al pequeño en brazos, girando con ambos, sus piernas colgando y moviéndose al ritmo de su papá.

Cuándo el hombre los puso en el piso ambos cayeron sentados por el mareo, pero como pudieron, se pusieron de pie y empezaron a correr detrás de su padre, intentando atraparlo.

Mickey tomó la mano de su hermana y corrieron juntos hasta por fin tocar la pierna de su padre, quien se fingió herido, dejándose caer al piso.

– Yo también soy un hada ¿por qué me atacan? –

Puso su mano en el pecho dramatizando, Adelaide se acostó en su abdomen y Mick imito su acción, ahora ambos estaban acostados sobre su papá.

Se quedaron así riendo sin sentido, Michael acariciando las cabezas de sus pequeños, divertido por su actuar.















Adelaide y Mick por fin salieron de la cama, solo para ir a la de sus padres, quienes estaban apurados.

Bueno, su madre estaba apurada, su papá aún estaba en pijama, sentando en el borde la cama.

Los jóvenes sin cuidado se acostaron en la cama, cubriéndose con las mantas viendo con gracia a su madre regañando a su papá.

– Buenos días, papi. –

Cada uno saludo y le dio un beso en la mejilla, hablando en voz baja para no interrumpir a su madre.

Michael se recargo en la cama y sus hijos se acostaron con cuidado en sus piernas, el mayor se burlaba al verlos aún envueltos en las cobijas moverse hacia él.

Comenzó a acariciar las cabelleras de ambos, encontrándose con varios nudos en el camino.

– Sí cariño, vamos a estar bien. –

My little girl - Vettel!Where stories live. Discover now