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Después de ese encuentro en el garage, los rumores retumbaron en todos lados y es que si, en su momento Sebastian no se limitó al expresar su amor, pero siendo honestos, fue la euforia del momento.

No pensaron en la consecuencias.

Al principio parecía nada, más allá de los titulares y entrevistas, pero esa misma tarde, cuando ambos fueron a una cena, donde lo único que hicieron fue derrochar amor, un grupo bastante grande los rodeó, rompiendo su burbuja.

Los flashes, las preguntas e inclusive los nombres que se les daban de volvieron agobiantes, ellos solo intentaban llegar al auto deportivo del piloto, sin embargo, con trabajos podían caminar.

Pero él nunca soltó su mano.

La mantuvo cerca e intentó cubrir su cuerpo, alejarla de los periodistas y de algunos fanáticos, que ahora no solo hacían preguntas triviales, sí no también ahora interrogaban su relación.

"¡Adelaide, por aquí!"

"¿Qué opina la familia Schumacher?"

"Campeón del mundo o casanova"

Era abrumador no saber que hacer, si bien él estaba acostumbrado a la cámara, no solía hablar de su vida privada, y ella, bueno, ella se mantenía alejada del mundo.

Todos sabían quién era.

Más nunca había hablado realmente ante la prensa, decían que era pocas palabras, decían que ella y su hermano eran muy apuestos, decían que Mick era un encanto, más no tenían referencia de ella.

Era la menor de los Schumacher.

Solo eso era ante los periodistas, o así fue hasta que se enteraron que quizá algún día llevaría el apellido Vettel.

Desde su ignorancia opinaron sobre la relación, insinuando que ella era una cualquiera o qué él era simplemente como cualquier hombre, aseguraron que solo era un pasatiempo, cosas realmente hirientes.

Y cuando llegaron al auto, solo pudieron suspirar, él apretó su temblorosa mano y arrancó el motor.

Un intento desesperado por huir.












Pasaron los días y Seb se marchó junto con la brisa, tenía que cumplir con sus obligaciones, al igual que ella, continuar con sus clases y demás, volvieron a la distancia.

El problema no fue eso, el problema fue ver cada una de las cosas hirientes y despectivas que decían los artículos, los medios y demás.

– Vamos, Adi. – murmuró su hermano jalando de su pie. – Acompañe a comer. –

– ¿De verdad es tan malo? – sus ojos rojos delataban el llanto.

Con fuerza, Mick jalo de su cuerpo para cargarla y ponerla sobre su hombro e ir camino abajo, escuchando cómo sorbía por la nariz y su frágil cuerpo, se volvió un saco en los brazos de su hermano.

Una vez en la cocina, puso a la castaña en el piso y tomó su cara, apretando sus mejillas.

– No es malo, hermanita. –

– Pero, ahí dice que... – dijo aún con sus mejillas apachurradas.

No importa lo que diga ahí, no ninguna de esas cosas; eres maravillosa, eres hermosa, eres amable. Lo eres todo. –

My little girl - Vettel!Where stories live. Discover now