Capítulo III.

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III.

Lauren dejó escapar un pequeño quejido.

Extendió la mano hasta la mesita junto a su cama y tomó el reloj.

4:30 de la mañana.

¿Quién estaba tocando con tanta intensidad su ventana a esa hora?

Se levantó con pereza y caminó de mal humor hasta la ventana.

Odiaba salirse de su rutina.

Se supone que se levantaria una hora y quince minutos más tarde.

Apartó las cortinas y abrió la ventana.

- Hola - Saludó Camila con una sonrisa al ver a Lauren enojada y somnolienta.

- ¿Tienes una mínima idea de que hora es? - Preguntó cruzandose de brazos.

"Respira Lauren, no hagas una escena" Se repitió mentalmente varias veces.

- ¿Las 4:00? - Contestó con diversión, irritando más a Lauren, quien estaba tratando de controlarse.

¡Había hecho que se saliera de su rutina! ¿Quién se creía que era?

- ¡Las 4:30, Camila! Estaba durmiendo - Replicó más enojada que antes.

Camila rodó los ojos.

- Ya, lo siento ¿De acuerdo? Ahora relajate y ayudame a subir - Pidió, extendiendo la mano hacia Lauren como la noche anterior.

Estuvo tentada de rodar los ojos y cerrarle la ventana en la cara. Pero las señoritas no eran así, ella no era así.

Tomó su mano e introdujo a la chica en su habitación una vez más.

- Traje algo para desayunar - Le informó, mostrandole la bolsa plástica con unos sandwiches mientras se sentaba en el suelo.

¡Increible! La había despertado antes de su hora, no se había bañado y ahora queria que desayunara sandwiches ¡Sandwiches! ¿Acaso esa chica no sabía lo que era un omelette?

¿Que era lo siguiente? ¿La haría practicar con sus instrumentos antes de limpiar?

No lo permitiría. Limpiar era más importante. La casa debía estar correctamente aseada.

Lo más sagrado para Lauren era su rutina, evitaba que se volviera loca. La mantenía ocupada.

En algunos libros de Taylor decía que a veces, alejarse de la rutina te relajaba, pero lejos de relajarla, estaba volviendose loca.

¡No podía desayunar sandwiches a las 4:36 de la mañana!

- No tengo hambre de sandwich, muchas gracias - Trató de rechazarla lo más amablemente posible. Se sentó en su cama y cruzó los tobillos.

Camila le acercó la comida y la agitó varias veces frente a su cara.

- Son de atún - Insistió subiendo y bajando sus cejas rápidamente. Lauren suspiró.

- No, gracias - Repitió. Camila se encogio de hombros.

- Tu te lo pierdes - Respondió, introduciendo su mano en la bolsa. A continuación, le dio un gran mordisco a su sandwich, la mayonesa comenzó a chorrearse por el dorso de su mano y la chica se limpió en sus pantalones. Lauren hizo una mueca de disgusto.

Comia como un animal.

- Oh, esto está realmente bueno ¿Segura que no quieres? - Dijo con la boca llena, disfrutando su desayuno.

Lauren negó con la cabeza y aparto sus ojos de la desagradable escena que le estaba proporcionando la castaña.

Después de unos largos diez minutos, Camila finalizó su comida. Dejó escapar un largo suspiro de alegría.

- ¿Feliz? - Le preguntó Lauren con una sonrisa al observar su reacción.

- Bastante, debiste probar un poco - Contestó la chica.

Entonces, el silencio cayó repentinamente en la habitación, pero estaba completamente lejos de ser incómodo. No era como los que se hacían en la mesa los fines de semana.

No era irritante como el que habitaba en la mansión todo el día.

Era un silencio que podria durar horas y aún así Lauren no se cansaria.

Se sintió tan bien que comenzó a incomodarse ¿Por qué está chica tan diferente a todo lo que ella conocía no le daba de salir corriendo? ¿Por qué no le daba asco como a su madre?

Camila la observaba sumergida en sus pensamientos y pensó que nunca había visto nada tan hermoso como esa chica que estaba con el ceño fruncido y la mirada perdida frente a ella.

Al notar la mirada de la castaña sobre ella, se aclaró la garganta.

- Deberías irte, mi madre se levantara en cualquier momento - Dijo Lauren, levantandose de la cama y caminando hasta la ventana otra vez.

Camila asintió. Se puso de pie y se acomodó sus jeans.

- Supongo que te veré está noche - Comentó Camila, sacando una de sus delgadas piernas por la ventana.

Lauren dudó. Aquello estaba llegando muy lejos.

Pero la extraña chica lo ignoró. Ella volvería de todas formas.

Volvió a sujetarse del muro y comenzó su descenso.

- Hasta luego, Rapunzel - Bromeo Camila.

Lauren no pudo ocultar su confusión.

Adorable.

- ¿Qué es eso? - Preguntó.

Camila no pudo ocultar su sorpresa.

- ¿Nunca leiste ese cuento? - ¿Cómo existía alguien que no conocía la historia de la princesa encerrada en la torre?

Lauren negó con la cabeza.

- Te la contaré luego - Prometió Camila. La ojiverde le sonrió.

- De acuerdo - Contestó.

Una vez que Camila estuvo cerca del suelo, saltó. Al caer perdió el equilibrio, Lauren no pudo evitar reír.

Camila alzó una ceja y luego rió con ella hasta que su estómago comenzó a doler.

Cuando logró recuperarse, se levantó y le dijo adiós con la mano, luego desapareció calle abajo.

Lauren cerró la ventana con una sonrisa y volvió a acomodar las cortinas.

- ¿Con quién hablabas? - La voz de su madre inundo la habitación.

Habían cinco reglas importantes para Lauren:

No romper su rutina.

No mentir.

No decir malas palabras.

Ser una señorita correcta y educada.

Madre siempre tiene la razón.

Ya había roto una, no lo haría de nuevo.

Y con la voz temblorosa, Lauren dijo la verdad.

- Hablaba con la amiga de Chris - Respondió.

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¡Aquí tienen el tercer capítulo! Espero que les guste ❤

Recuerden votar y comentar.

¡Los quiero!

Efecto Mariposa.Where stories live. Discover now