Capítulo IV.

1.2K 126 6
                                    

IV.

Digamos que Clara Jauregui no era de ponerse histérica cuando alguno de sus hijos rebosaba su paciencia.

Pero cuando descubrió que su perfecta hija había hablado dos veces con una completa loca callejera amiga de su hijo Chris, no pudo controlar su ira.

Se había prometido que Lauren jamás iría por el mal camino y ahora venía una estúpida lesbiana a ponerlo todo en juego ¡Increible!

Su hija había llorado, odiaba decepcionar a su madre. Se sintió terrible y prometió que más nunca lo haría.

Clara le dirigió una mirada asesina. Nunca lo haría.

Esa misma mañana, obligó a su esposo a que colocara tablas de madera en la ventana de Lauren, por dentro y por fuera.

Castigó a su hija, no podría almorzar con el resto de la familia los fines de semana durante dos meses.

Sabía que lo que más le dolia era no poder compartir con sus hermanos dos horas semanales.

Y cuando la oscuridad hizo acto de presencia, la mujer cerró con llave la puerta de Lauren, haciendola sentir peor que antes.

¿Por qué no había escuchado a su madre? ¿Por qué tuvo que mantener una agradable conversación con la extraña castaña?

No. Agradable no. Solo fue una conversación. Esa chica no le agradaba a su madre, así que a ella tampoco

Se acomodó en su cama y cerró los ojos. Mañana iniciaria una nueva rutina, se levantaria más temprano para limpiar toda la casa, luego se bañaria, desayunaria y estaría lista a las 6:00 para sus clases.

O tal vez no.

Dos horas después de quedarse dormida, la despertó la dulce voz de Camila.

¿Qué? ¿Dulce? Era irritante. Si. Irritante, horrible.

- ¿Cómo entraste? - Preguntó con sorpresa. ¿Esta chica no se cansaba nunca?

- Chris está de acuerdo conmigo en que tu madre está loca, así que me dejo entrar por su ventana - Explicó, restandole interés.

- ¿Y cómo abriste mi puerta? - Admiraba su persistencia, pero a la vez la irritaba. No conocía la delgada línea entre luchar por lo que quieres adecuadamente y la falta de respeto.

- Un pequeño truco que aprendí, tal vez te lo enseñe luego - Se deshizo de su bolso y lo dejó sobre el escritorio, luego se acomodó junto a Lauren.

- ¿Que haces? - Se sintió intimidada. Comenzaba a notar la falta de vergüenza de Camila.

-- Me acuesto ¿No ves? Me duele mucho la espalda - Contestó, mirandola con diversión.

Por alguna razón, le gustaba irritarla.

Lauren suspiró con cansancio y le dio la espalda. Quería complacer a su madre y Camila solo hacia las cosas más difíciles.

- Había una vez - Dijo después de un rato.

- ¿Qué estás haciendo? - La interrumpió Lauren, quien había estado tratando de dormir.

Y casi lo lograba, hasta que Camila comenzó a hablar.

- Te dije que te contaria la historia de Rapunzel. Ahora, no me interrumpas y escucha - Respondió con una sonrisa, colocando un dedo sobre los labios de Lauren.

¿Hola? ¡Espacio personal!

- Había una vez una pareja que desde hacía mucho tiempo deseaba tener hijos. Aunque la espera fue larga, por fin, sus sueños se hicieron realidad. La futura madre miraba por la ventana las lechugas del huerto vecino. Se le hacía agua la boca nada más de pensar lo maravilloso que sería poder comerse una de esas lechugas - Camila comenzó a contar la historia, pero Lauren la interrumpió.

Efecto Mariposa.Where stories live. Discover now