Capítulo 2.

146 23 2
                                    

La mujer apestaba a dinero.

Mordiendo su labio, Izuku la evaluó de la cabeza a los pies, desde su vestido de diseñador y su bolso Prada hasta el brillante iPhone nuevo en la mano.

Tal vez él ni siquiera necesitaría buscar a nadie más. Necesitaba seiscientos dólares -lo mínimo que Tucker le había exigido- así que esperaba que la mujer llevase el suficiente efectivo consigo.

Ignorando la voz en el fondo de su mente, Izuku se movió hacia ella, diciéndose a sí mismo que seiscientos dólares serían fácilmente reemplazados por alguien que podía vestir ropas que costaban al menos cinco grandes.

La pregunta era, ¿qué hacía alguien así en esta parte de Londres?

No era como si fuera su asunto o algo. Ella sólo era un blanco, nada más. Tenía un trabajo que hacer, y no podía permitirse ser quisquilloso, si no quería convertirse en el saco de boxeo de Tucker esa noche, o peor.

Izuku suspiró, sus labios se apretaron infelizmente.

No por primera vez, quiso patearse a sí mismo por haber accedido a la protección de Tucker cuando era pequeño. Para ser justos, él sólo tenía seis años en ese entonces, un pequeño niño flacucho, fácil de agarrar, asustado e indefenso. En ese momento, la protección de Tucker había parecido una bendición. Ahora se sentía como una forma de esclavitud, con las siempre crecientes demandas de Tucker.

Izuku sabía que él nunca le dejaría abandonar su pandilla. Era la gallina de los huevos de oro, capaz de llevarle más dinero que todos sus chicos juntos. Nunca sería libre.

Empujando el deprimente pensamiento, Izuku se enfocó en su trabajo. La mujer tenía su bolso al lado izquierdo. Su mano derecha llevando su iPhone al oído. Izuku sacó su propio celular un Nokia antiguo, raspado y rayado -pero indestructible- y caminó hacia ella, sus ojos fijos en su teléfono.

Nada sospechoso. Sólo otro adolescente escribiendo a sus amigos sin prestar atención a donde se dirigía.

Izuku saltó sobre la mujer, murmurando sus disculpas, y huyó con el bolso escondido bajo su chaqueta. Dio la vuelta en la esquina y desapareció en el callejón oscuro. Mirando a su alrededor y asegurándose que estaba solo, sacó el bolso y lo abrió, nivelando su respiración.

Sus ojos se ensancharon cuando vio el contenido.

Dinero.

Mucho dinero. ¿Y esos eran diamantes?

Algo frío y duró presionó la nuca de Izuku.

─No te muevas─ dijo una voz profunda y varonil. Izuku maldijo. Estúpido. Debió sospechar. Había sido demasiado fácil, incluso para él.

─Métete al coche ─dijo la misma voz. Dos hombres rudos agarraron sus brazos y lo arrastraron hacia la camioneta negra aparcada alrededor de la esquina.

No se resistió, su mente corría. ¿Quién querría llevárselo y por qué? Él no era nadie. Bueno, no nadie, pero era un pequeño pez en un gran estanque. ¿Por qué?

Los hombres lo empujaron dentro pero no entraron con él. Izuku escuchó a uno de ellos tomar el asiento del conductor y el otro el del pasajero. Cuando comenzó a preguntare si debería tratar de escapar del auto, otro hombre entró en la parte trasera de la camioneta y se sentó frente a él.

Izuku lo miró cautelosamente. No reconoció al hombre. Tenía el cabello de color mitad rojo y mitad blanco, y ojos bicolores, uno azul y otro gris, su piel bronceada, con una marca rojiza en el rostro. Estaba vestido con pantalones negros y una camisa negra simple con cuello tortuga, que no hacía nada para esconder su cuerpo alto y musculoso.

Shameless | TodoIzu |Where stories live. Discover now