Capítulo 4.

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El nivel administrativo era intimidantemente tranquilo, un rígido contraste con el centro de entrenamiento, el cual siempre era ruidoso y lleno de gente. Izuku normalmente no tenía autorización de estar en este nivel, pero Claudia, la secretaria en jefe, le había informado que mientras durara esta misión, él tendría la autorización necesaria.

A pesar de eso, Izuku aún se sentía como un impostor, dolorosamente consciente de cuán joven e inexperto era en comparación con todos los demás en la sala de instrucciones.

Se encontró a sí mismo moviéndose más cerca del Agente 11, la única persona que conocía.

─Tomen asiento ─dijo la mujer sentada en la silla principal de la mesa. Izuku tomó asiento al lado del Agente 11, frente al hombre de edad madura con lentes.

─Izuku ─dijo la mujer, forzándolo a mirarla, lo cual había evitado desde que entró en la habitación. La mirada penetrante de la mujer le enervaba un poco. ─Sé que sigues siendo un pasante y tienes un largo camino que recorrer hasta completar tu entrenamiento, pero desafortunadamente, no tenemos agentes disponibles que quepan en los criterios para esta misión, así que no tenemos otra opción que enviar a un pasante. Confío en que harás bien el trabajo. Si lo haces, tu entrenamiento será acelerado y serás el Agente Midoriya en menos de dos meses.

─Amanda ─dijo el hombre con gafas. ─No creo que...

Una dura mirada de la mujer, Amanda, silenció al hombre. Izuku sabía que su nombre probablemente no era Amanda. Era conocido que nadie excepto un selecto grupo de altos mandos del gobierno sabía el nombre real de la jefa. Dentro del SIS, Amanda era simplemente conocida como "C".

Ella era la figura fantasma detrás del jefe del SIS que el público en general conocía, que no era más que un señuelo. A veces todo ese sigilo le parecía demasiado exagerado a Izuku, hasta que recordaba que debía haber una buena razón para ello. Ellos lidiaban con terroristas regularmente.

─William, por favor, perfila los parámetros de la misión ─dijo Amanda al hombre con gafas. Mirando a Izuku, ella añadió para su beneficio: ─William Mason es el jefe de nuestro departamento de inteligencia.

Izuku asintió, un poco sorprendido por cuán buena y considerada era Amanda. Miró al Agente 11 y encontró que los labios de éste estaban fruncidos en una sonrisa sardónica.

Raro.

La gran pantalla en la pared se encendió y Izuku miró la foto de un hombre rubio de edad madura. William Mason aclaró su garganta.

─Éste es Milosz Brylsko, tiene cuarenta y tres años, es un jefe criminal polaco. Su organización es parte de un círculo criminal de Europa Oriental. Brylsko es de nuestro particular interés porque es responsable del abastecimiento de armas a otros miembros del círculo ─los labios de Mason se fruncieron. ─Si nuestra inteligencia está en lo correcto, él recientemente empezó a vender armas nucleares a varios gobiernos europeos.

Izuku se inquietó en su asiento, mirando al Agente 11, pero su rostro era inescrutable. Él probablemente sabía eso ya. Mason acomodó sus lentes y continuó.

─Tenemos razones para creer que Brylsko tiene una fábrica nuclear subterránea en un país del Tercer Mundo, pero no tenemos pruebas. Hasta ahora hemos fallado en localizarlas. Localizar la fábrica es uno de los principales objetivos de la misión. El otro es conocer qué países han comprado armas nucleares a Brylsko. El problema es, que el hombre es extremadamente cuidadoso y paranoico. Pero nuestro informante ha sido capaz de saber que Brylsko mantiene su información más vulnerable en una USB que siempre lleva consigo. Necesitamos esa memoria. Y luego necesitamos devolverla a Brylsko sin que él se dé cuenta. Es por eso que necesitamos a un ladrón excepcional para esta misión, Midoriya─Izuku frunció el ceño.

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