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Había perdido la cuenta de la cantidad de veces que le había insistido a Becca para que viniera conmigo esa noche.

Era consciente de lo insoportable que me había vuelto respecto al tema, pero es que no lo podía evitar. 

Nick me encantaba.

Al principio solo habíamos cruzado unas pocas palabras, pero ahora éramos como amigos.

Aunque, para ser honesta, nada en nuestra relación se asemejaba a la amistad.

Creía que solo yo sentía la química que nos invadía cada vez que hablábamos, pero cuando me invitó a salir algo en mi se encendió. 

Y el por qué de mi insistencia hacia que Becca viniera conmigo era que no me animaba a ir sola. 

La propuesta de Nick había sido encontrarnos en un bar donde él estaría con sus amigos.

Era algo casual, pero su mirada y sus palabras habían estado cargadas de mucho más que eso. 

Así que, la idea de ir sin compañía no era una opción para mi.

Pensaba que si en algún momento me sentía incómoda, no tendría con quien irme. Y qué mejor que la presencia de tu mejor amiga para evitar eso.

A las once de la noche, como habíamos acordado, la busqué por su casa.

Una vez frente a su puerta, Becca se subió a mi auto. Estaba preciosa, con una minifalda negra y una blusa con volados. 

Al parecer por fin se había dignado a recuperar un poco de su vida sentimental, y me sentía orgullosa. 

El idiota de su ex, Louis, no podía marcarla para siempre.


-¡Estás hermosa!- exclamé cuando se sentó en el sitio del copiloto.

Ella sonrió con su dulzura característica. 

-Tú también, mi Dios, se le va a caer la baba cuando te vea- dijo y me eché a reír. 

Estaba vestida con un simple pero bonito vestido negro. 

Había decidido dejar mi cabello rubio y largo suelto, con algunas ondas que se formaban solas. 

No quería ponerme algo que gritra “¡Hazme tuya Nick!”, ni tampoco “Vengo porque estaba aburrida en casa”.

Joder qué dificil era ser mujer en el siglo XXI.

-No puedo creer que me haya invitado- respondí mientras encendía el vehículo y aceleraba.

-Es obvio que lo tienes loco- respondió.

-Uf, quién sabe- dije con sinceridad - Me envía señales tan confusas…-

-Todos los hombres hacen esa estupidez- decretó y reí.

Tenía mucha razón. Nunca había entendido muy bien al sexo masculino, y Nick no era la excepción.

Lo había conocido hacía tres años, cuando cursamos la primera materia de la carrera de Psicología juntos.

Él se había sentado en un asiento del fondo, y no pude evitar notar lo lindo que era.

Llevaba su cabello marrón claro despeinado, unos grandes ojos oscuros y un piercing en su ceja izquierda.

Al principio nos veíamos muy esporádicamente ya que no coincidiamos en las mismas materias.

Pero por fin, este cuatrimestre nuestros horarios fueron iguales.

Recuerdo cuando aquella mañana entré al aula y lo vi sentado, como siempre en el fondo. Todo parecía seguir igual en él, incluso su cabello despeinado y su piercing plateado. 

Pero algo en su mirada era un poco diferente… Aunque no era capaz de encontrar la causa, y es que claro, no lo conocía. 

Me senté en una silla de la fila del medio, y mi corazón se aceleró cuando noté que él se ponía de pie y se colocaba a sólo un asiento de distancia del mío.

-Hola, ¿Cursamos antes juntos?-

Mierda. Se acordaba de mí.

Y joder que era directo…

-Si- sonreí fingiendo tranquilidad -Durante el primer año- dije segura y entonces agregué -Creo -

Mi Dios, no podía ser tan obvia.

Nick sonrió y sentí como todo daba vueltas alrededor. Sus dientes blancos solo eran un cuarto de bellos a comparación de sus labios gruesos y carnosos.

-Si, te recuerdo. Es dificil olvidarte-

Oh Dios, Dios, Dios.

Un momento. Eso podía ser bueno o malo.

¿Y si me recordaba por ser la pesada que siempre respondía en clase? ¿O por ser la chica con cara de dormida que entraba algunas veces tarde?

-Espero que en el buen sentido…- solté riendo.

-Defintivamente si- respondió y mi piel se erizó. Su mirada era tan intensa que parecía querer apoderarse de mí.

Pensé qué responder, pero por fortuna el profesor entró al salón.

Y uf, nunca había estado tan contenta de verlo.

La clase dio comienzo y no volvimos a hablar.

Desde entonces nos veíamos solo dos veces por semana, pero en mis adentros siempre esperaba por esos días. 

Algo que me gustaba de él era que siempre me sorprendía con sus ocurrencias.

Tenía una forma de ser especial, todo el tiempo estaba bromeando y había descubierto que era muy inteligente, aunque aparentaba no serlo. 

Durante unos meses nos fuimos conociendo, y aunque eran conversaciones banales, una "amistad" se formaba entre nosotros.


-Oye, Chiara- dijo una mañana mientras nos poniamos de pie al final de la clase -Este jueves va a haber una fiesta en el bar de un amigo, ¿Quieres venir?-

Oh carajo. 

¡¡¡SII!!!

-Claro- respondí simplemente, como si no me emocionara en lo más mínimo.

Él sonrió.

-Puedes venir con tus amigos si quieres- 

-Genial- dije, y nos quedamos observándonos a los ojos durante unos segundos. 

Parecía ser uno de esos momentos donde los dos compartiamos una complicidad, un frenesí, pero que no era dicho en voz alta. 

Tomé mi mochila y con un suave “nos vemos” me despedí de él.

Una vez fuera del aula, llevando una enorme sonrisa en mi rostro, tomé mi celular y llamé a Becca. 

Luz y OscuridadWhere stories live. Discover now