19 - Final

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¿Qué mierda?

Salvador estaba aquí.

Y no solo eso, estaba hablando con Becca. Mi amiga tenía su rostro rojo, estaba furiosa. Era obvio que estaban discutiendo.

¿Qué hacía aquí después de tanto tiempo?

Y maldición… ¿Por qué Nick no vino?

Miré a mi amiga, luego a Salvador y finalmente volví a ella.

Él estaba demacrado. Se notaba que estaba sufriendo y por un mínimo instante sentí lástima. Luego recordé a mi amiga sufriendo y se me pasó.

Becca abrió sus ojos en señal de desesperación. 

-Oh, hola Salvador- murmuré confundida.

-Hola Chiara- sonrió el susodicho -¿Cómo estás?-

-Muy bien- sonreí y de modo inconsciente me acaricié la panza.

Volví a mirar a mi amiga y casi pude sentir su ira. Uf, estos dos se iban a matar en cualquier momento.

Abrí la boca para decir algo y luego la volví a cerrar. 

No me iba a meter. Era un problema que ellos debían arreglar.

-Voy a cambiarme- solté y a paso rápido, los dejé solos.

Joder, la tensión era insoportable hasta para mí.

Una vez en mi habitación, tomé el celular.

No tenía ninguna llamada de Nick. 

Sabía que estaba bien porque hoy en la mañana habíamos hablado. Y además, Salvador me hubiera contado si algo le sucedía.

Pero entonces, ¿Por qué no había venido junto a su amigo? ¿Por qué no me había escrito?

Mierda, ¿Y si ya tenía otra mujer en su vida?

Joder, ¿Y si nos abandonaba?

Ay maldición, Nick.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por el ruido estrepitoso de los truenos. 

La habitación se oscureció brevemente, pero la luz volvió. La térmica de la misma había fallado por un segundo.

La tormenta estaba aquí y era más fuerte de lo que pensaba.

El ventanal se movía de forma violenta por el viento que azotaba, y la lluvia repiqueteaba sobre el techo.

Tomé una muda nueva de ropa y me metí a la ducha, antes de que la luz pudiera cortarse. 

La suave agua caliente relajó mis músculos y suspiré. 

Mi panza de cuatro meses ya se notaba y eso me ponía muy feliz. No veía la hora de tenerlo entre mis brazos, aunque sabía que todavía faltaba mucho.















Al día siguiente, sentí que alguien acariciaba mi cabello.

-Mm Becca, déjame dormir- murmuré de malhumor.

Joder por qué me despertaba. 

-No soy Becca…- susurró en mi oído.

Y entonces, lo reconocí.

Abrí los ojos a la velocidad de la luz, y me encontré con su hermosa sonrisa.

-Nick…- murmuré sentándome en la cama.

Luz y OscuridadWhere stories live. Discover now