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Abrí los ojos y una fuerte puntada golpeó mi frente. 

Joder, se me partía la cabeza.

Miré a mi lado en la cama. Estaba vacía.

Todo lo sucedido anoche volvió a mi mente.

Después de que le confiara a Nick mis momentos más importantes, la realidad me golpeó. 

Y no tuve mejor opción que pedirle que se fuera.

Había sido muy cobarde de mi parte, pero es que, maldición, estaba tan consternada.

Luego de recostar mi cabeza sobre su pecho, supe que el sueño había terminado. Me alejé de él y le pedí que me dejara sola.

Nick no dijo nada. Me observó unos segundos con tristeza y asintiendo se vistió.

Aún recuerdo su mirada confundida cuando cruzó la puerta… Sentí que mi corazón se apagaba.

Y entonces en la soledad, lloré durante horas hasta quedarme dormida.

No quería juzgarme. Había sido irresistible.

Entre nosotros la tensión iba en aumento y era cuestión de días hasta que explotara.

El problema era que habíamos elegido el peor momento.

Los dos fantaseamos con la idea de ser más que amigos, pero el destino nos mostró que no podíamos.

Aún así, lo hicimos. 

Me derretí entre sus brazos y me fundí en su amor. 

Mierda.

No me arrepentía, pero estaba segura de que, ahora más que nunca, me costaría sacarlo de mi vida.


De pronto, una llamada entrante captó mi atención. 

El corazón me dio un vuelco al pensar que era Nick, pero no.

Era Sebastian. 

-Hola Sebas- murmuré y a continuación bostecé.

-Ey, disculpa que te despierte. ¿Sabes algo de Becca?-

Mis alarmas se encendieron a toda velocidad.

-No, ¿Por qué?-

-Es que ayer intenté comunicarme con ella durante todo el día y no pude. Hoy volví a insistir y tampoco… Creí que quizá estaba contigo-

Maldición Becca.

-No, aquí no está. Espera, voy a intentar llamarla-

-Carajo… Está bien-

Sin despedirme le colgué. Me senté de prisa en la cama y la llamé.

"Te comunicaste con Rebecca, en este momento no puedo atenderte. Deja un mensaje después de la señal."

Mierda.

Colgué y volví a marcar. 

De nuevo ese maldito mensaje.

A continuación me puse de pie, y mientras me cambiaba, llamé a Sebastian.

-No responde, voy a la cafetería, te veo ahí-

-De acuerdo- respondió preocupado y cortó.






Media hora después, estaba junto a mi amigo en la puerta de la cafetería.

Becca trabajaba hoy a partir de las 8 am. Faltaban cinco minutos.

Mi corazón latía con desesperación y el miedo se esparcía por todo mi cuerpo.

Luz y OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora