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Habían pasado 20 días desde que Nick me mandó aquel mensaje. 

En cierto punto estaba agradecida porque al fin había entendido que no quería verlo.

Pero mentiría si dijera que no pensaba en él y en aquella noche, todo el tiempo.

No podía evitar imaginar cómo hubiera sido nuestra relación si no hubieran lastimado a Becca.

En fin, ya todo había quedado atrás.

Ahora, debía enfocarme en mi carrera. Me quedaban solo cinco meses para tener el título de Psicóloga.

En realidad eran cuatro, pero luego de todo lo que había pasado, suspendí la clase que compartía con Nick. 

Si, eso implicaba un mes más de cursar, pero no me importaba. Prefería eso antes de tener que verlo y fingir que no me pasaba nada. 


Era sábado, y tenía que estudiar para un exámen la próxima semana. En general era una buena alumna, pero como a cualquier ser humano promedio, no me gustaba sentarme a leer cien hojas sobre teorías que nunca se habían confirmado. 

Lo siento Freud, pero me costaba entenderte. 

Tomé mi celular con la intención de distraerme, al menos unos minutos antes de continuar. 

Pero entonces  una notificación captó mi atención. Era de la aplicación en la que anotaba las fechas de mis menstruaciones y la toma de las píldoras.

"Averigüa los 10 motivos que pueden retrasar tu período"

¿Qué mierda?

Confundida la abrí. Y entonces, un cartel gris captó mi atención.

"20 días de retraso" 

Ja. Imposible. Debía ser por todo el estrés al que me había sometido este mes.

Dejé el celular a un lado y volví a tomar el libro.

Pero de repente una idea cruzó mi mente.

¿Tomé bien las píldoras?

Si, claro que sí. Era cuidadosa con eso.

Aunque…

Joder. Abrí el calendario y busqué la fecha en la que había estado con Nick. Y el maldito casillero de la toma no estaba tildado.

¡No estaba tildado!

-Tranquila Chiara, tranquila. Puede ser el estrés- murmuré. 

Mierda estaba hiperventilando. 

De pronto mi presión había bajado y todo parecía dar vueltas.

Agarré el teléfono entre mis manos y noté que mis manos temblaban. No sabía que hacer. Necesitaba calmarme pero parecía imposible.

¿Debería llamar a Becca?

Lo medité unos segundos. Pero no valía la pena, al fin y al cabo eran dudas, no certezas.

Lo mejor era hacerme un test, verificar que no estaba embarazada y listo. Todo quedaría como una maldita anécdota.

Me vestí de prisa y caminé un par de cuadras hasta la farmacia más cercana. 

Dios mío, cómo había podido ser tan descuidada. Justamente esa noche…

Pero tampoco podía ser tan dura conmigo misma. Habían sido unas horas terribles, era normal que mi cabeza estuviera en cualquier sitio.

Una vez dentro del establecimiento, me dirigí a la góndola adecuada. 

Luz y OscuridadOù les histoires vivent. Découvrez maintenant