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-Chiara…- murmuró sorprendida.

Inevitablemente las lágrimas comenzaron a resbalar de mis ojos y un sollozo se me escapó de los labios.

Rápidamente mi amiga se acercó y me estrechó entre sus brazos.

En medio del silencio solo se escuchaba mi llanto.

Joder, me sentía aliviada por hablarlo con alguien, pero a su vez la angustia me desbordaba. 

-Es de Nick- susurré, aunque era por demás obvio.

-Tranquila- dijo intentando sonar calmada -Va a estar todo bien. Algunas veces el test falla…- 

-Es el sexto que me hago- interrumpí. 

Becca se quedó callada.

-Estoy acabada- sollocé nuevamente. 

Mierda, lo estaba.

-Claro que no - respondió rápidamente -Ese bebé va a ser muy feliz, lo prometo. Lo vas a criar con mucho amor y yo te ayudaré-

Sus palabras eran una caricia para mi desconsuelo. Saber que contaba con su ayuda me aliviaba un poco.

Pero aún así no tenía ni idea hacia donde iba mi vida y eso me desesperaba. 

-Gracias- balbuceé sorbiendo mi nariz y dedicándole una mirada triste.

Becca se quedó en silencio mirando a un punto fijo.
Y entonces supe lo que estaba pensando. La conocía a la perfección.

Había sido algo a lo que yo también le estaba dando vueltas hacía horas.

No era una decisión fácil, porque se enfrentaba lo que yo quería hacer y lo que debía hacer. 

Tomé una bocanada de aire profundo, y la miré.

-No le voy a decir a Nick-

Decirlo en voz alta me hizo sentir aún peor.

Por la forma en la que me observó supe que estaba dispuesta a reprocharme. Pero en su lugar, solo dijo:

-¿Estás segura?-

-No quiero que mi hijo crezca en su mundo. Es peligroso-

Esa era la pura verdad.

Si Becca y yo, que los conocíamos apenas hacía unas semanas, corríamos riesgo. ¿Qué le quedaba a nuestro hijo?

Quería mucho a Nick, pero siempre pondría en primer lugar la seguridad de mi bebé.

Además, ni siquiera sabía cómo era su entorno. A qué se dedicaba, qué tan turbio era donde se movía. Joder, no a cualquiera lo amenzaban.

Mi mejor amiga asintió y supe que entendía perfectamente de lo que hablaba. 
No era fácil estar en mi lugar.

Había pensado mucho acerca de si debía decirle o no a Nick, y para ser sincera no estaba segura de la decisión que había tomado.

-De todos modos, él no se haría cargo- solté.

Era una mentira que ni yo misma me creía. 
Me lo repetía en mis adentros para justificar mi accionar.

Nick había vivido en carne propia lo que era no tener un padre presente y estaba segura de que no querría cometer el mismo error.

-No pienso igual- respondió - No lo conozco, pero no parece de ese tipo de hombres-

-Yo tampoco lo conozco- retruqué y ella solamente asintió.

Ese era el punto.
No los conocíamos. O al menos no tanto como creíamos.

De pronto, una oleada de emociones me invadió. 
Los ojos se me llenaron de lágrimas y susurré:

-¿Me vas a ayudar?- 

Joder estas hormonas.

-Claro que sí- sonrió mientras acariciaba mi mano - Ya lo amo y ni siquiera lo he visto-

Solté una carcajada entre los sollozos.

-Yo también siento eso-

¿Cómo no lo iba a amar? 

-Todo va a estar bien- repitió -Van a estar bien- 

Asentí mientras apretaba mis ojos con fuerza. Estaban hinchados y dolían de tanto llorar.

Becca me abrazó de nuevo y descansé mi frente en su hombro. 

-¿Vamos a tu casa?- propuso con suavidad. 

-Por favor- sonreí y pasé las yemas de mis dedos por debajo de los ojos para quitar las marcas del rimmel que quedaban. 

A continuación me enderecé, encendí el motor y conduje hasta mi hogar. 







Quince minutos más tarde, Becca tomaba asiento en mi living.

-¿Y cómo estuvo anoche?- pregunté mientras dejaba dos vasos de agua sobre la mesa y me sentaba a su lado.

Ayer, después de tanto tiempo, había tenido una cita con un muchacho.
Era amigo de Sebastian, y por lo tanto se suponía que sería un buen partido.

Pero en cuanto vi su cara, supe que no.

-Por desgracia, muy aburrido-

Hice un puchero al oírla y ella sonrió.

-No dejaba de hablar sobre su vida, y creeme, era demasiado tranquila- continuó.

Joder.

-Lo lamento Becca- murmuré apenada.

-Ya habrá otras oportunidades- respondió y se encogió de hombros.

Bien, le creía completamente que el hombre había sido un potus. 
Ya estaba descartado.

Pero desde que ella vivía con Salvador, sus ojos mostraban algo distinto…

Otras oportunidades…

¿Podrían ser con él?

-¿Qué pasa?- dijo intrigada al verme tan pensativa.

Aquí vamos.

-Bueno… No me parece tan descabellado lo que pasó- dije -Teniendo en cuenta que vives con Salvador…-

-¿A qué te refieres?- preguntó un poco tensa, mientras tomaba agua.

Ja.

-No finjas- sonreí - Sabes muy bien que él es un gran partido. Y estoy segura de que si no fuera un criminal, estarías enamorada de él-

Inmediatamente Becca se atragantó y  comenzó a toser. 

Reí mientras negaba la cabeza. 

Exactamente eso pensaba acerca de Nick. Era obvio que se sentiría identificada. 

Por Dios, había que ser ciega para no darse cuenta que Salvador era un adonis. Y ni hablar de que la trataba como una reina, como si fuera lo más preciado para él.

-No sé por qué tratas de engañarte- agregué.

-En serio, no sé de qué hablas. Quiero decir, sí, es muy apuesto, pero no podría estar con él- balbuceó nerviosa.

-Una cosa es poder, y otra querer…- respondí con astucia. 

Ja.
Esto sí que me divertía.

Al ver su cara de pánico tuve compasión y concluí: 

-Sólo diré una última cosa: la tensión entre ustedes es cada vez mayor. En algún momento, tendrás que enfrentarlo y decidir qué hacer-

Becca suspiró al escucharme. 

-En fin, por tu pálido rostro asustado, creo que es mejor que cambiemos de tema- murmuré y se echó a reír. 

-Por favor- respondió.

Y durante el resto de la tarde nos dedicamos a hablar de cualquier cosa que no tuviera que ver con los dos hombres que nos enloquecían.

Luz y OscuridadNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ