5|¿Maestro y alumna? Mala idea.

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Diana.

El lugar de pizzas es bastante grande, estoy sentada en una mesa muy lejana a las demás junto a un tipo con cara de enojado, lentes de sol y capucha blanca. Tom siempre que sale a la calle tiene que estar cubierto de prendas para que ninguna de sus fans pueda reconocerlo, aunque a él no le molesta para nada cuando eso sucede, he estado en muchas ocasiones y siempre es muy dulce y amable, además de que la mayoría de las fans son respetuosas al saludarlo.

Desde que entramos a la pizzería está callado y apenas sí se movió para indicarle al mesero qué tipo de pizza quería, no intenté hablarle hace un rato pues estaba esperando a que se le pasara lo que sea que el bipolar este tenga, pero ya me cansé de esperar.

—¿Y a ti qué te pasa? —le pregunto directamente, mi ceja está enarcada y le doy un mordisco a mi pizza—. Estás muy callado.

—Siempre estoy callado —trata de corregirme, sigue con el rostro totalmente inexpresivo, qué ganas de abofetearlo con mi pizza hawaiana.

—Ajá.

No pienso rogarle para que me hable, si no quiere pues que no lo haga. Detrás de él hay unas niñas, no tienen más de trece años y se ríen nerviosas, señalan a Tom y se abanican entre ellas. Qué lindas.
Cuando sonrío en dirección a las chicas, Tom se voltea con una rapidez inhumana y creo que si no fuera guitarrista, sería un perfecto actor de exorcismos, me sorprende que no se haya roto el cuello con ese movimiento.

—Creo que esas niñas saben quién eres —comento mientras le pongo ketchup a mi próxima pizza.

—Sí, eso creo —suspira profundamente.

Les hago una seña con mi mano a las niñas para que se acerquen, ellas se señalan y asiento con una sonrisa, se emocionan y corren en nuestra dirección.

—¿Qué carajos haces, Dian? —lo escucho preguntarme, pero es demasiado tarde.

—¡Oh, sí eres tú! —dice una de ellas.

—¡Eres Tom Kaulitz! —la otra está tan roja que es muy probable se desmaye en unos segundos.

El bipolar de Tom, a quién de repente le dio un subidón de energía, les muestra la sonrisa más bella y ellas se mueren otro poquito. Yo también, para qué te engaño.

—Hola preciosas —oficialmente acabo de fallecer—, qué increíble ojo tienen, eh.

—Te vimos desde hace unos minutos, pero no queríamos interrumpirte mientras comías —la niña de rulos y pecas bonitas habla tan rápido que apenas podemos entender los que dice.

—Muy consideradas —las halaga Tom mientras le pellizca una mejilla a la pelirroja.

Él tiene un no sé qué, hay un brillo que aparece cada que Tom habla, sonríe, grita, cuando es dulce, cuando es coqueto, simplemente cada que él existe se crean unas chispas cegadoras. Y mientras estoy cautivada por la persona que es Tom Kaulitz, una de las niñas me pregunta:

—¿Eres su novia?

Me atraganto con mi propia saliva, niego rápido inconscientemente y al ver a Tom tiene una sonrisa secreta en su rostro, ya se ha quitado los lentes de sol y puedo ver sus increíbles ojos.

Al diablo las rubias. 「𝐭𝐨𝐦 𝐤𝐚𝐮𝐥𝐢𝐭𝐳 」Where stories live. Discover now