23|V de venganza.

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Tom.

Al salir del estudio veo en mi auto a Olive, está viendo su teléfono y trato de calmar mi enojo, pero es imposible. Quiero gritarle, sacarla de mi auto y dejarla tirada por ahí. Camino hacia ella y en cuanto llego, me mira, sonríe y mueve su cabello con alegría, entro al auto y mis manos van directamente al volante para tratar de regular mi respiración. Es una mujer y no puedes estrangularla, así que respira Tom, respira.

—Tom, mi amor —me llama, le he dicho más de una vez que odio que me llame «mi amor», pero insiste en seguir haciéndolo—. Quería hablarte de unas vacacio–

—¿Vacaciones? —pregunto con una risa sarcástica, ella abre su boca y su rostro se funde en confusión—. ¿Cómo siquiera pasa por tu cabeza pedirme unas vacaciones cuando has hablado de mi hermano y Dian?

Su confusión pasa a ser odio en cuestión de segundos y se gira en el asiento para mirarme, pretende hablar, pero no se lo permito.

—Puedes hablar de mí tanto como quieras, no me interesa tu no pedida e irrelevante opinión, pero jamás —la apunto con mi dedo índice—, jamás voy permitirte que hables mal de mi familia.

Y de Dian, porque ahora mismo Dian es todo menos familia. Y ojalá pudiera decírselo.

—¿Eso fue lo que ella te dijo? —cuestiona molesta, su voz ha subido de tono y yo solo puedo apretar el volante todavía más para evitar enloquecer—. ¡Se lo está inventando, Tom! ¿No te das cuenta que me odia y quiere separarnos? Además no entiendo qué es lo que te preocupa tanto, es como si estuvieras...

Se queda en silencio, me mira, mira hacia la puerta del edificio y suelta un bufido incrédulo. Creo que ve algo en mi rostro por la forma en que niega con la cabeza con pesadez.

—Estás enamorado de ella...—ya no es una pregunta, es una afirmación y no se lo niego. Olive respira profundamente y me da una sonrisa descarada—. Tom, que bajo has caído.

—No sabes nada, así que cállate —le abro la puerta para que salga del auto—. Terminamos, Olive. Ya no hay más «mi amor» ni más vacaciones en Mónaco, mucho menos la estúpida cena. Vete de una vez.

Olive está tan sorprendida como frustrada, ella empuja mi mano con tanta fuerza que regreso a mi lugar dando un golpe seco al asiento y azota la puerta cuando vuelve a cerrarla.

—Tú no vas a dejarme, ¿sabes por qué? Porque si lo haces voy a contarle a tu hermano que te gusta la misma chica que a él —sonríe con maldad cuando ve mi rostro transformarse en miedo y suelta una risita—. Porque es obvio que hay algo entre ellos y creo que Bill estará muy decepcionado cuando sepa la verdad.

Técnicamente ya lo sabe, ¿no es por eso que me pidió que me alejara? Que Olive se lo diga no hará ninguna diferencia, pero tal parece que ella cree que sí.

—Bill sabe que siento algo por ella, puedes ir y decírselo si eso quieres —le hago una seña con mi brazo para que vea lo libre que es de irse a la mierda.

—Bill va a odiarte —continúa y no debería estar escuchándola, pero aquí estoy—, porque hay una diferencia entre saber que sientes algo por ella y otra saber que quieres quitársela. Vas a romperle el corazón, ¿eso quieres?

Por supuesto que no, lo último que deseo en la vida es ser el culpable de la infelicidad de mi hermano, yo daría mi vida por él y por eso me alejé de Dian, por eso estoy con Olive, pero él podrá entender que no puedo seguir con una mujer que habla así de las personas que amo.

Al diablo las rubias. 「𝐭𝐨𝐦 𝐤𝐚𝐮𝐥𝐢𝐭𝐳 」Where stories live. Discover now