27|Labios sobre mí.

28.4K 1.9K 3.3K
                                    

Diana.

¿Cómo es posible este suceso? Después de la traumada de nuestras vidas, los chicos y yo nos fuimos a disfrutar de la fiesta todos juntos, así que no tuve ni un momento a solas con Tom. Sí, estábamos juntos. Sí, bailamos juntos. Pero Georg y Bill siempre estaban entre nosotros, así que había arruinado el maravilloso momento que tuvimos por chismosa. No importa. No debo perder la cabeza, esperé dos años para que Tom se fijara en mí, así que puedo esperar el tiempo que sea ahora. Después de la fiesta regresamos a casa –sin Gustav, que pilluelo–, aunque antes de irnos le dimos unas cuantas miraditas que transmitieron un claro «Ya sabemos, ¿qué te haces tanto?» y al llegar a casa nos quedamos dormidos en cuanto tocamos la almohada.

Pero durante la madrugada vuelvo a despertarme por unos ruidos extraños en la habitación de junto, es decir, la de Tom.
Abro un ojo, el otro todavía está cerrado y tengo la boca seca, pero gracias al cielo estoy relativamente sobria porque recuerdo toda la noche. Los ruidos siguen, me levanto de la cama y me acerco a la pared frente a mí. Ay señor. Zeus dime que no es lo que estoy pensando. Mi oreja se pega completamente a la pared para lograr escuchar mejor, que en realidad no hace tanta falta porque las paredes son de madera y se escucha absolutamente todo en esta cabaña, por eso mismísima razón es que empiezo a sudar frío al escuchar algo muy parecido al sonido de un gemido.

Me llevo la mano a la boca mientras continúo escuchando como Tom, porque estoy segura que es Tom, suspira pesadamente y gime en voz baja. Aunque no tan baja porque lo estoy escuchando desde mi habitación al maldito este. Me muerdo las uñas pensando en qué podría estar pasando en estos momentos, o está teniendo un sueño muy muy raro o se está masturbando. Sacudo mi cabeza para quitar la imagen mental de mi mente, pero mi corazón deja de latir cuando escucho.

—Dian...

Entonces hago lo más estúpido de mi vida, por la sorpresa mi cuerpo intenta retroceder, pero no hay más espacio y mi cuerpo termina impactando contra la pared en un ruido sordo. Grito internamente y me doy golpees en la cabeza, de verdad yo no soy más bruta porque ya no cabe más en este mísero cuerpo.

Los gemidos de Tom se detienen, ahora hay un silencio absurdamente inquietante y solo puedo escuchar el galopar de mi corazón en mis oídos. Inhalo. Exhalo. Inhalo. Exhalo. Inhalo y en la última exhalada de aire.

Suena mi teléfono.

Pego un brinco y me golpeo el dedito del pie con uno de los muebles, le reclamo al mueble en voz baja y sufro en silencio. El teléfono sigue sonando. Me acerco rápidamente a mi cama para tomarlo de debajo de la almohada y lo vuelvo a lanzar a la cama cuando veo quién está llamándome.

Tom está llamando a mi teléfono, después de que lo escuchara hacer esos ruidos y por supuesto, después de que escuchara que lo oí. ¿Contesto? ¿No contesto? ¿Me hago la dormida y mañana le digo que soy sonámbula? ¿Qué hago? No para de sonar y me estoy poniendo nerviosa. Joder, joder, joder. Y la llamada se termina porque Tom cuelga.

Pasan dos segundos y el teléfono vuelve a sonar. No puede ser. Él de verdad quiere que responda y yo de verdad quiero que Jesús baje por mí. No lo pienses más, Dian, ya responde.

—¿Sí? —respondo en un susurro y finjo con mi voz que acabo de despertar. Pero Tom no responde y me estoy impacientando—. ¿Tom?

Gemido y yo trago saliva con dificultad.

—¿Tom vas a responder? —vuelvo a preguntar, pero no responde y antes de que pueda decir algo escucho su respiración acelerada contra el teléfono. Dime que este cerdo no se está dando la paja de su vida mientras hablo—. Voy a colgar–

Al diablo las rubias. 「𝐭𝐨𝐦 𝐤𝐚𝐮𝐥𝐢𝐭𝐳 」Where stories live. Discover now