10|Tequila, limón y sal.

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Diana.

El camino es mínimamente incómodo, pero cuando llegamos Tom se queja bastante audible sobre lo horrible que fue cargar a Bill durante quince minutos.
La entrada del bar es muy luminosa, hay gente afuera tomando algunas bebidas y otros fumando, me viene a la mente la noche del balcón con Tom e instintivamente lo miro.
No está vestido diferente a otras veces, aunque no lleva pantalones de mezclilla, hoy optó por unos simples negros y un suéter de lana oscuro también. ¿Soy yo o Tom se ve más fuerte? Debe ser el amor hablando.

Aparto mi vista y continúo el camino, hay mucha gente y escucho español por todos lados, frases que nunca podría escuchar en Alemania, apodos, chistes y de repente estoy de vuelta en mi país: comprando comida en los mercados, en las tortillas, pasando cerca de una secundaria, en las comidas familiares dónde no tenía permitido escuchar las pláticas de los adultos. Lo extraño mucho.

Mack golpea su cadera con la mía, toma mi mano y nos guía hacia la entrada. Un hombre enorme, con tatuajes en todos lados nos recibe y me veo totalmente embobada por la rosa en su cuello.

¿Ya pasaron por la revisión? —el hombre habla en el español, todos se quedan en silencio, quietos y muy nerviosos—. ¿Y sus pases?

—¿Qué dijo?

—Nosotros no enten–

Interrumpo a Gustav, le lanzo una sonrisa dientuda al gorilón —Hola, buenas noches. ¿Dónde podemos conseguir pases?

—Buenas noches —el gorila me mira de arriba a abajo, frunce el ceño y mira dentro del lugar—. ¿De dónde vienes, mija?

—México, por supuesto —afirmo con seguridad. Mi español sigue siendo perfecto, pero las caras de mis amigos atrás dicen todo menos «México». Veo que sobre el pecho del hombre viene su nombre y sonrío—. Entonces, ¿nos dejas pasar, Marco?

—¿Primer presidente de México? —me cuestiona. Me golpeo mentalmente, con lo que odio los maratones o trivia de preguntas.

—Facilísimo —cruzo mis brazos sobre mi pecho—. Guadalupe Victoria.

Fecha de la primera revolución mexicana —ya no pregunta, ahora es básicamente una orden.

Veinte de noviembre de mil novecientos diez.

—Sigue la letra —carraspea su garganta—. "Tú, la misma siempre tú".

Ruedo los ojos con diversión —Amistad, ternura, ¿qué se yo?

Marco nos mira a todos muy molesto, y luego empieza a reír como villano de película Disney.

Pueden pasar —nos permite la entrada al quitar la cadena—. Disfruten su noche, muchachos.

—¿Qué carajos fue eso? —pregunta Georg sorprendido y desorientado, rodeamos a todas las personas dentro del bar. Hay risas y gritos y todo es euforia.

¿Eso que escucho es "Y hubo alguien" de Marc Anthony? Estoy vibrando de emoción, creo que pude haber pegado un saltito cuando veo como todos se acercan a la pista junto a sus parejas. Dos hombres son los que se roban la pista y amo como bailan.
El lugar es simplemente asombroso, la gente está disfrutando todo lo que hay aquí. Paseo mi mirada por el bar y encuentro barriles enormes en los que muy probablemente hay cerveza, veo nachos, mojitos, margaritas, estoy en el cielo de las bebidas alcohólicas.

—¡Tenemos que bailar! —Mack toma al primero que está en frente y es Georg, veo como él refunfuña algo, pero al final termina entrando con Mack a la pista.

Al diablo las rubias. 「𝐭𝐨𝐦 𝐤𝐚𝐮𝐥𝐢𝐭𝐳 」Where stories live. Discover now