"𝗘𝗹 𝗽𝗮𝘀𝗮𝗱𝗼 𝗻𝗼𝘀 𝗽𝗲𝗿𝘀𝗶𝗴𝘂𝗲 𝘆 𝗹𝗮 𝘁𝗿𝗶𝘀𝘁𝗲𝘇𝗮 𝗻𝗼𝘀 𝗲𝗺𝗯𝗮𝗿𝗴𝗮."
Milán había vivido los últimos años de su vida bajo el apellido de un monstruo, que le destruyó la vida a ella y a su hermano.
¿Mudarse a un pueblo?
No parec...
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Junio 1989
Soltó un sonoro suspiro recargándose en el viejo lavamanos de la preparatoria. Se observó por un segundo en el espejo antes de intentar acomodar un par de mechones sueltos ―no es que le importase― pero, así mantenía su mente concentrada en otra cosa que no fuera la multitud de adolescentes inmaduros, que parecían animales intentando abandonar el instituto gracias a las vacaciones de verano.
Escuchó la puerta abrirse a sus espaldas y varios pasos combinados con murmullos. Un par de niñas tontas con las que compartía algunas clases están allí. Observó, por el espejo, cómo estás la miraban antes de murmurar entre ellas y al final dirigir su mirada al cubículo detrás suyo.
Vaya sí que son tontas, pensó evitando rodar los ojos.
No le sorprendió mirar a Greta Keene, aparecer en el baño, es más lo esperaba. Ella era la tonta mayor que se creía superior en la preparatoria. Sin embargo, no dejaba de ser una estúpida con aires de grandeza; algo que no le fue difícil descifrar en cuanto la conoció.
Se sobresaltó al escuchar el ruido que la patada de Greta hacia el cubículo ocasionó. Ella odiaba los ruidos fuertes, le recordaban a aquella persona que intentaba olvidar.
―¿Estás ahí tú sola, Beverly? ¿ O con la mitad de los chicos de la escuela? Eh, zorra.
Mentiría si dijera que le sorprendía que fuera Beverly, la que estuviera allí dentro; de hecho, lo supo desde el momento en el que el olor a cigarrillo se coló por sus fosas nasales.
―Sé que estás ahí, pedazo de mierda, te puedo oler ― siguió diciendo con notable molestia Greta ―, por eso no tienes amigos.
―Decídete, Greta ―escuchó, por primera vez, la voz de Beverly desde que estaba allí ―, soy una zorra o un pedazo de mierda. Piensa bien lo que dices.
Milán sonrió "buscando algo en su mochila". Le gustaba ver cómo la gente estúpida quedaba más estúpida . De ser una competencia Greta, con solo el hecho de nacer, la habría ganado.
―Eres un asco, solo queríamos recordártelo. Al menos, ahora vas a oler mejor.
No se consideraba amiga de nadie allí, bueno, no era amiga de nadie, solo de Ben, pero a él lo conocía desde que eran unos bebés. Fue rápido enterarse de todos los rumores que crecían en el pueblo entorno a Beverly, aunque no creía fueran ciertos y, de serlos, tampoco es que le importaban.
En ningún momento se percató que habían tomado una bolsa con residuos llena de agua para lanzarla contra Beverly, que aún se encontraba dentro del cubículo hasta que fue demasiado tarde.
―Que animales son ―murmuró calmada, cerrando su mochila.
―¿Dijiste algo, Milán? ―la adolescente que estaba por marcharse se detuvo al escucharla.
