🎈𝗖𝗮𝗽í𝘁𝘂𝗹𝗼 𝟮𝟯🎈

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𝗦𝗲𝗽𝘁𝗶𝗲𝗺𝗯𝗿𝗲 𝟭𝟵𝟴𝟵

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𝗦𝗲𝗽𝘁𝗶𝗲𝗺𝗯𝗿𝗲 𝟭𝟵𝟴𝟵

El viento sopló dándoles de lleno en el rostro, por instinto, Milán cerró los ojos. El aire movió sus cabellos en delicadas caricias y ella sonrió disfrutando de ello. Había pasado casi un mes de todo lo sucedido y aunque le era muy difícil continuar, debía hacerlo.

Aún tenía pesadillas con ese día, el día en que lo perdió todo. Su único consuelo era saber que Daniel pronto estaría con ella. Sus testimonios y el de los vecinos habían ayudado a declararlo como inocente, aunque había sido difícil.

Milán no podía explicarse aún como la vida podía cambiar en un instante, su felicidad había desaparecido en cuestión de minutos, su único consuelo eran sus amigos y Bill.

Cuando se enteraron de lo sucedido ninguno dudó ni un solo instante en correr a su lado. Habían estado con ella en todo momento. No habían soltado su mano. No la habían dejado caer al vacío.

Los padres de Bill en cierta forma habían sido unos ángeles con ella, la apoyaron mientras Daniel luchaba por demostrar su libertad. Por volver.

Zack y Sharon ―los padres de Bill―, la habían acogido como una hija en ese mes, Milán había llorado en sus brazos como una niña pequeña. Estaría eternamente agradecida con ellos. Ella no era nadie y aun así no dudaron en ayudarla.

―Solo recuerdo partes ―habló Bev, sacando a Milán de sus pensamientos―, pero creí que estaba muerta, así se sentía ―hizo una pausa para acariciar sus manos que se encontraban sobre sus rodillas―. Nos vi a todos nosotros juntos en la cisterna, pero éramos adultos... de la edad de nuestros padres.

Milán recostó su cabeza sobre el hombro de Bill.

―¿Qué... qué... qué estábamos haciendo? ―preguntó el tartamudo.

Beverly, negó.

―Solo recuerdo lo que se sentía, lo asustados que estábamos. No creo que pueda olvidar eso ―la voz de Bev se terminó quebrando al recordar.

Ben la observa, triste.

Milán se levantó, sintiendo su corazón latir de prisa. Mira al lago detrás de ellos y entonces lo sabe.

―Estamos rotos ―susurra atrayendo las miradas de todos―. De una u otra forma la vida nos ha quebrado en miles de fragmentos, pero esta bien. Lo está ―los mira a todos, una sonrisa empieza a formarse en sus labios―. No importa porque la vida nos ha unido. Somos uno. Nuestros pedazos de alguna manera han encajado y eso es más que suficiente. Para mí lo es.

Todos asienten con una sonrisa en sus labios.

¿Quién no tendría miedo de romperse?

Todos lo tenían, pero eso no impidió que la vida los hiciera pedazos, una y otra vez. Sin embargo, los unió. Eran fuertes. Eran uno solo. Vencerían al mundo. Lo sabían.

𝗘𝗩𝗜𝗧𝗘𝗥𝗡𝗢 | 𝗕𝗶𝗹𝗹 𝗗𝗲𝗻𝗯𝗿𝗼𝘂𝗴𝗵 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora