🎈𝗖𝗮𝗽í𝘁𝘂𝗹𝗼 𝟭𝟵🎈

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A la mañana siguiente, Milán se despertó y permaneció algunos minutos en silencio mirando el techo

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A la mañana siguiente, Milán se despertó y permaneció algunos minutos en silencio mirando el techo. Luego de lo de la noche anterior, Daniel fue a dejar a Bill a su casa, pese a la negación de este y Ally se quedó a dormir con ellos.

Y hoy...

Hoy era el día.

Hoy era el día que Bill, Bev y ella habían acordado para acabar con esa cosa.

Era el día que su miedo o su vida tendrían fin.

Por un momento ―se llegó a replantear― dejar todo. Ella cuidaría de Bill para que no desapareciera, cuidaría de Bev y de todos, pero ¿quién cuidaría de los otros niños? Sí o sí tenían que acabar con esa maldita cosa por el bien de todos. Por su bien.

Durante el desayuno no pudo evitar mirar a su hermano y a Ally; cada gesto, cada sonrisa, cada risa, todo. Quiso tallar en su mente sus rostros a detalle como sí se tratará de una fotografía, por si no los volvía a ver. No quería olvidarlos.

No quería olvidar a aquellos que amaba con locura. A su familia.

Estaba segura de que lucharía con todas sus fuerzas por volver a casa. Con su familia. No estaba dispuesta a dejar a su hermano solo. No estaba dispuesta a morir. No.

Se llenó de valentía y se acercó a su hermano para despedirse.

―Te amo ―susurró al abrazarlo―. Nunca lo olvides.

―¿Sucede algo, Milán? ―preguntó desconcertado Daniel.

Milán negó sintiendo un nudo formarse en su garganta.

―No, es solo que quería lo supieras ―forzó una sonrisa―. Al igual que tu Ally ―se giró para abrazarla―. Gracias por estar aquí.

Ambos mayores se miraron sin entender.

―¿Segura que estas bien? ―está vez fue el turno de Ally preguntar.

Milán rio antes de asentir.

Mentirosa, mentirosa, pensó.

―Sí, ya debo irme, quedé con Bill y Bev ―se separó empezando a caminar a la salida―. Los veo en la tarde.

No espero una respuesta y se marchó secando una solitaria lágrima. Su corazón latía tan deprisa qué por un momento pensó saldría de su pecho.

Odiaba ser débil, no quería serlo. ¿Cómo podía protegerlos? Siendo débil, jamás. Su horrible padre siempre lo decía; el olor de la debilidad es el mejor aroma para un verdugo.

Cuánta maldad había detrás de aquella simple frase.

Cuántas lágrimas derramadas, súplicas y gritos de dolor.

Ello lo vivió.

Caminó hasta la farmacia. Compraría algunas cosas; vendas y alcohol, principalmente. No quería pensar en necesitarlos, pero quería ser precavida.

𝗘𝗩𝗜𝗧𝗘𝗥𝗡𝗢 | 𝗕𝗶𝗹𝗹 𝗗𝗲𝗻𝗯𝗿𝗼𝘂𝗴𝗵 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora