CAPITULO 24

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Christian

La reunión de esta mañana ha sido un jodido desastre, no he estado concentrado en ella para nada. Voy a tener que decirle a Ross que se encargue de ellos, esta es la segunda reunión en dos días y no hemos llegado a ningún acuerdo, estos pensamientos no me han dejado en paz.

El imaginar que Elena haya tenido que ver con el que Leila le haya disparado a Ana, me está matando. Si fue así, me las va a pagar bien caro. Nadie toca lo mío y mucho menos para hacerle daño a lo más preciado que tengo en la vida, mi Ana. Espero que Welch encuentre algo pronto.

Me preocupa que Ana todavía este en encerrada en su casa, no ha salido desde hace dos días y me preocupa que quizás esté enferma. Ahora que pienso, ninguno de sus amigos ha salido de la casa... ¿Habrá pasado algo malo?, aunque si fuera así, los de hombres que le ha puesto Taylor se hubieran dado cuenta, además hay luces, música y movimiento dentro de la casa.

No me atrevo a llamar a Elliot para preguntarle qué pasa, sé que me va a volver a reñir.

Llego al Escala totalmente agotado. Después de un largo día de trabajo fui a entrenar con Claude. Solo espero poder dormir tranquilo con mi cuerpo así de cansado. Sólo espero no volver a tener esa pesadilla con mi niña, me estoy poniendo paranoico con todo lo que pasa a su alrededor, todo gracias a ese estúpido sueño.

—Buenas noches, señor —saluda Gail con condescendencia.

Creo que, a este punto, ya no me importa cómo me miren.

—Buenas noches, Gail.

—La cena estará servida en treinta minutos, señor.

—Muy bien.

Sigo mi camino deseando estar en mi cama, pero sé que Gail y Taylor me joderán la vida hasta no verme comer algo.

Voy a habitación para tomar un relajante baño. Me visto con mi pantalón de pijama, ceno el sándwich que me ha dejado Gail y me encierro en mi estudio para terminar de revisar unos contratos. A pesar de lo cansado que estoy no quiero irme a dormir, solo trato de huir a las pesadillas, pero sé que eso es imposible.

Ya es media noche y finalmente decido ir a dormir, necesito recuperar algo de energía. Me quedo dormido de inmediato sintiendo que acarician mi rostro y mi cuerpo se relaja de una manera increíble, pero mis párpados están pesados y no los puedo abrir. Me entrego completamente al sueño sintiendo ese cálido y suave toque que no cesa.

Ahí está ella, en el suelo de este sucio apartamento. Tengo hambre, voy con mami, pero ella no despierta, la sacudo con todas mis fuerzas y no logro que abra sus ojos. Siento unos pasos detrás de la puerta y sé que es él, es el hombre malo, no quiero que este aquí. Siempre me duele cuando agarra mi brazo, quema y duele mucho. Corro para esconderme debajo de la cama, no quiero que me duela. Se acerca a mi mami y la mueve, pero ella sigue durmiendo.

Maldita drogadicta... Patea a mami, pero no debo llorar—. ¿Dónde estás mierdecilla? No te escondas que te va peor.

Camina por todos lados, veo que se detiene delante de la cama y me encojo para que no me vea. Se agacha y mete la mano, me toma de mi cabello y duele, solo puedo llorar, él es malo, muy malo. Me lleva donde esta mami y me lanza sobre ella.

Nadie te quiere mierdecilla, los que te quieren se mueren, no sirves para nada, solo eres un estorbo.

Lloro y me golpea con el pie. No paro de llorar y me encojo al lado de mi mami, siento algo caliente en mi espalda y grito muy fuerte, ¿por qué me lastima? Escucho que se ríe y me vuelve a poner eso caliente en la espalda. Me vuelve a tomar por mi cabello y me lanza a la pared golpeando mi cabecita. Va con mami y la toma por el cabello, levanta su cabeza, pero no es mami...

Todo lo que quieres se muere. Ella también está muerta por tu culpa mierdecilla.

Veo a Ana, tiene los ojos cerrados. Golpea su cabeza cuando la suelta, pero ella sigue dormida. No puedo ver sus ojos, ya no abre sus lindos ojos. El hombre malo viene otra vez y me golpea, pero yo no puedo dejar de mirar a Ana. La llamo, grito fuerte para que abra los ojos, pero no lo hace, el hombre malo ríe y se va.

Voy con Ana y está fría, no la pude proteger, ella me ha dejado y no va a volver...

—¡Anaaaa...!

Despierto sudando y agitado. No puedo perderla. A ella no. Necesito saber cómo está. Hace dos días que no me dan razón de ella y ya me siento desesperado. Ana, Ana, Ana...

Tomo mi Blackberry y marco el número de Sarah, pero no contesta. Salgo de mi habitación para buscar a Taylor, necesito que me ayude insistir.

Llevamos media hora llamando a todos los números que tenemos y nadie contesta. ¿Será que estoy exagerando y todos están durmiendo? Son las tres de la mañana, quizás deba ser eso...

Le digo a Taylor que vaya a descansar y, que iremos a primera hora a casa de Ana. Necesito verla yo mismo para saber que está bien y poder estar tranquilo.

Cuando voy caminando a mi habitación mi teléfono suena y es Elliot, contesto inmediatamente.

—¿Qué sucede Elliot? —pregunto alarmado.

Se supone que está enojado conmigo y para él soy la peor persona en el mundo.

—Ana ha desaparecido —dice sin preámbulo alguno y siento cómo mis piernas se debilitan.

Después de todo si tenía razones para preocuparme.

—¿Hace cuánto? —susurro.

—Dos días —dice vencido.

Siento como mi sangre hierve. Esto es algo que no se puede callar.

—¡¿Y POR QUE MIERDA NO ME AVISARON ANTES?!

Paso mi mano libre por mi cabello y siento como tiembla. Si tiene dos días desaparecida y Sarah no la ha podido encontrar, esto debe ser grave. Se supone que tienen mejores recursos que nosotros y mejores contactos.

—¡TAL VEZ SEA PORQUE TÚ LA ABANDONASTE, IMBÉCIL! —grita y corta la llamada sin dejarme saber los detalles.

Corro hacia donde se encuentra Taylor y le digo que prepare todo para salir de inmediato a la casa de Ana. Le hablo de la llamada de mi hermano y veo que se preocupa, incluso Gail, ellos la quieren mucho... Le indico a Taylor que avise a Welch para que revise todas las cámaras de circuito cerrado a las que tenemos acceso, para saber si tenemos por dónde empezar... ¿Dónde estás, nena?

Vuelvo a mi habitación corriendo para cambiarme y salir, para ver si podemos ayudar en algo o por lo menos tener más información de lo que está sucediendo. Cuando entro me detengo en la puerta paralizado y confundido.

Ana está sentada delante del ventanal de mi habitación mirando la ciudad de espaldas a mí. Me acerco cauteloso y con pasos suaves, veo que tiene una botella de whiskey al lado, pero no es cualquier botella, es una de las que guardo en mi oficina. ¿Cómo es posible que este aquí y no nos hayamos dado cuenta? Su cabello se ve enmarañado, su ropa sucia, tiene la misma ropa que le vi hace dos días. De la última foto que le tomaron y con la que la vi afuera de su editorial.

Me siento a su lado, como hacía cuando era una recién llegada en este lugar, cuando estaba triste y necesitaba ser consolada. Apoya su cabeza en mi hombro sin decir una palabra y llora. Solo llora y eso me destroza. La abrazo y la siento en mi regazo besando su cabeza una y otra vez. Me abraza y llora más fuerte, como si su corazón estuviera destrozado... Trazo círculos acariciando en su espalda, tratando de que se relaje un poco y siento que sus sollozos disminuyen.

Empieza a acariciar mi cabello y yo hago lo mismo. Con mis dedos, levanto su rostro y lo limpio. Su pequeña cara está tan sucia, como si hubiera estado días vagando en las calles sin rumbo.

¿Qué abra pasado?

—Háblame, nena. Aquí estoy para ti.

Niega, pero las comisuras de sus labios se elevan un poco. Es una sonrisa triste y resignada.

Odio verla sufrir.

—Los... ma...tó —dice y vuelve a llorar, pero esta vez en silencio.

Mi "Hermana" AnastasiaWhere stories live. Discover now