CAPITULO 42

5.7K 521 37
                                    

Christian

Al llegar a GEH, subo inmediatamente a mi oficina sin mirar a nadie, como siempre, y mucho menos hoy que no estoy de humor para soportar estupideces de nadie.

Andrea me está esperando como siempre al lado del ascensor y está muy sonriente. Paso de ella negando y sigo mi camino. Empieza a recitar mi agenda de hoy mientras me dirijo a mi oficina y suspiro cuando me recuerda que tengo dos putas reuniones para hoy. Inmediatamente le indico que las cancele y reprograme para la próxima semana, no tengo mente para nada. Sólo necesito saber dónde está Ana.

Entro en mi oficina y cierro la puerta dejando a mi asistente afuera. Terminaré de hacer lo que tengo que hacer y me iré. Camino a mi escritorio y me siento sacando los documentos que necesito. Enciendo mi computador antes de tomar el teléfono para llamar a Taylor, necesito que busque a Ana, así sea hasta debajo de las piedras.

—Hola.

Levanto la vista cuando escucho que hablan y escucho la voz de Taylor cuando contesta. Corto sin poder apartar la mirada y sintiéndome aliviado.

—¿Qué haces aquí?

Enarca una ceja y se levanta de mi sillón. Se ve tan sexy con esa actitud.

—Si quieres me voy...

—No —digo rápidamente y me levanto casi corriendo hasta ella—. Claro que no. Sólo me has sorprendido. He pasado toda la mañana buscándote.

No me atrevo a tocarla, pero la tengo tan cerca que casi puedo sentir su fragancia llenándome de deseo. Esta mujer me enloquece y no sólo por sus locuras.

—Y yo he estado esperándote. He venido a despedirme.

Esas palabras me dejan helado y me hacen aterrizar.

—¿Cómo que a despedirte?

Doy un paso atrás y siento que todo se derrumba a mi alrededor. Ella no me puede dejar.

—Es lo mejor, Christian. No creo que puedas vivir con una persona que hace lo que yo hago. Más bien, hacía.

—Exacto, Anastasia, hacías. Ya no tienen ninguna necesidad de hacer las cosas de antes. Todo ha cambiado ahora, además, te conozco y tú no eres nada de eso. Una cosa es proteger a tu familia y créeme que los entiendo, y otra cosa es hacerlo por diversión.

—Christian, por favor. Sólo vine a decirte...

—Tu no irás a ningún lado, Anastasia Grey.

Me muevo hacia adelante y ella retrocede a medida que me acerco a ella, mirándome con recelo.

La tomo por la cintura antes de que se aleje más de mí y la pego a mi cuerpo, jadea por la sorpresa y su aliento mentolado golpea mi rostro. Sin perder más tiempo la beso con desespero. Nos entregamos a un necesitado y ansioso beso. Rodea mi cuello con sus brazos y mi alivio llega cuando suspira, la pego más a mi disfrutando de su calor. Extrañaba demasiado esto.

Me separo lentamente de ella y al abrir mis ojos veo como empiezan a caer lágrimas de sus ojos.

—Nunca te voy a dejar ir de mi lado, sin importar lo que hagas. Te conozco y sé que para mí no habrá nadie tan perfecta. Tu eres perfecta para mi Anastasia y te amo demasiado.

—No podíamos permitir que...

La vuelvo a besar para que sepa que quiero dejar ese tema atrás. Necesito que deje de pensar.

—Todo eso es pasado y no pienso juzgarlos. Me conformo con saber que estás bien y que estarás a mi lado siempre.

—¿Y Michael?

—Todo ha pasado ya —repito acariciando su rostro y limpiando sus lágrimas—. Te amo, Anastasia.

—Y yo a ti, Christian.

Me abraza y beso su cabeza sintiéndome finalmente tranquilo.

—Ana. —-Levanta su rostro y doy un casto besos a esos dulces labios—. Sé que soy un idiota, pero todos los problemas por los que hemos pasado y de los que yo he sido el culpable, me han hecho ver que tú eres todo lo que necesito, mi vida sin ti es vacía y ya te dije que no permitiré que te alejes de mi lado. Y empezaré con pedirte una cosa... —Me mira frunciendo el ceño cuando la suelto y doy un paso atrás. Saco la pequeña caja de mi bolsillo y me hinco en una rodilla para hacerle la pregunta por tercera vez—. Te amo más que a mi propia vida, Anastasia. Por eso, te pido, por favor, que me hagas el honor de casarte conmigo. Sé mi esposa.



Anastasia

En toda la noche sólo pude dormir un par de horas pensando en lo que pasó con Christian y peor aun, cuando me llamó Simmons para decirme que estaba afuera volviéndose loco porque no lo dejaban pasar. Mi corazón se aceleró, pero mi miedo me ganó. No podía verlo y ceder a él. Por suerte, Mike se había acostado a mi lado y estábamos hablando de su relación con Mia, que no es nada reciente, por cierto. Al parecer, empezaron una fogosa relación cuando estuve con mi pierna enyesada. Me encanta ver a mi hermano feliz. Sé que Elliot también es mi hermano, pero como mi Michael no podrá haber otro jamás. Y ni hablar de Christian, a él nunca lo veré como otra cosa, más que el amor de mi vida.

Después de que Christian se fue, Mike se fue a su habitación y mi mente volvió a trabajar a mil por hora. Odio que las cosas estén así entre nosotros, pero no podía permitir que tratara a Mike de esa manera y menos, si lo único que él quería era mantenernos a salvo.

Entiendo perfectamente su punto, pero nosotros hemos estado mucho tiempo en esto y sólo podemos defendernos unos a otros de esta manera, así tengamos que pasar por encima de otras personas, que normalmente son las que nos han hecho daño. Solo nos tenemos a nosotros.

Mike me tuvo que despertar como siempre lo hizo desde que me fui a vivir con ellos, para ir a visitar a Sarah, pero el muy idiota no pudo encontrar una mejor manera que echarme agua fría. Lo odié por media hora, luego lo volví a amar cuando me subió el desayuno a la cama. Mia se está llevando un tesoro.

Me encantó ver que mi Sarah está mucho mejor y en una semana podrá ir a casa. Cuando se la llevaron para realizarle algunod exámenes, decidí irme. La noche de desvelo me sirvió para pensar en lo que debía hacer. Lo último que quiero es poner a Christian entre la espada y la pared, y algunas de las cosas que hemos hecho, no son tan buenas que digamos. Por eso he decidido irme, sola. O eso pensé...

Tenerlo frente a mí, así arrodillado y pidiéndome que sea su esposa, realmente me mata. Desde el momento en que entró en su oficina sin percatarse de mi presencia, ya me estaba arrepintiendo de mi decisión.

¿Por qué tenía que ponerse ese puto traje gris que le queda tan bien?

—Claro que acepto —chillo sin poder contener las malditas lágrimas.

Se levanta rápidamente y me alza riendo mientras me da vueltas. Cuando por fin me baja, me besa primero tierno, pero poco a poco se vuelve anhelante. Extrañaba demasiado tenerlo así, más de veinticuatro horas sin poder sentirlo me estaban matando. Estoy muy acostumbrada a él.

Baja lentamente la cremallera de mi vestido sin dejar de besarme. El vestido cae y nos separamos. Siento que me derrito cuando veo esa sonrisa juguetona mientras quita su saco y su camisa, para luego volver a mí. Nos volvemos a fundir en ese ardiente beso y acaricio su espalda. Amo escucharlo gruñir cuando lo hago, amo que me permita hacerlo.

Me levanta y me acuesta en el sofá que estuve sentada toda la mañana esperándolo. Baja por mi cuello y mi cuerpo entero vibra ansioso y deseando poder recibirlo por fin. Devora mis pechos y mis gemidos se hacen cada vez más estruendosos, sólo veo como disfruta ponerme así. Baja pausadamente a mi entrepierna y saca mis bragas en el proceso, siento que mi cabeza quiere estallar cuando roza mi clítoris con su lengua y empieza a trazar tortuosos y lentos círculos alrededor de mi sexo. Grito de puro placer y siento que me quiebro en mil pedazos cuando llego a mi culminación.

—Todavía no terminamos, nena —susurra en mi oído luego de un minuto tratando de recuperar el aliento.

Arqueo mi espalda y gimo mordiendo mi labio, cuando entra en mí haciendo que mi deseo vuelva a crecer.

Mi "Hermana" AnastasiaWhere stories live. Discover now