Epílogo

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"La cabeza rodó por el asfalto, haciendo que Candy Cane gritara desgarradoramente mientras que Laughing Jack se encendió con la ira que ahora envenenaba sus venas. Su corazón destruido… Su Mary, su dulce e inocente Mary…”

Despertó empapado en sudor, casi al borde del temblor, mientras sus dedos aferraban -de forma inconsciente- las sábanas al punto en que se tornaron tan pálidos como la nieve. Se quedó así unos segundos, hasta que su respiración comenzó a normalizarse, y solo entonces se percató de un par de grandes ojos azules que lo estaban observando asomados desde su costado. Parpadeó, comparándola con una pequeña y adorable oruga por un momento.

No pudo evitar sonreír antes de atraer el pequeño cuerpecito contra el suyo en un abrazo que la hizo chillar alegremente.

—¿Cómo cuánto tiempo dormí? —Preguntó a la pequeña, mientras le llenaba el rostro de pequeños besitos, haciéndola reír. Luego se detuvo, esforzándose en sentarse sin tener que soltarla, sintiendo como ella cubría su boca con su manito al instante para que se detuviera— ¿Te parece si vamos a buscar a mamá, Ivy? —Inquirió, besando afectuosamente los deditos de su adoración antes de que ella le metiera un manotazo en la cara.

Hizo una mueca ante eso, pero la beba volvió a reír y aplaudió, lo cuál él tomó como una afirmación.

—Bien, entonces tenemos que… Prepararnos —Le dejó un beso rápido en la frente y la acomodó sentada en el centro de la cama, rodeándola de mullidos almohadones para asegurarse de que no se cayera, dado que la espaldita de la pequeña apenas estaba cobrando algo de firmeza.

Apenas había cumplido los dos años después de todo.

Le entregó el peluche de mono con el que solía dormir, y era su favorito, para que se entretuviera en lo que él buscaba un conjunto de ropa para cambiarla. Por muy adorable que fuera su pijama, de ninguna manera dejaría que saliera de la casa así… Especialmente porque ya lo había hecho antes y ya era un hombre bastante grande como para que la madre volviera a regañarlo.

En cuanto tuvo las prendas a la mano, regresó con ella y comenzó la lucha para que se quedara lo suficientemente quieta para poder vestirla. No tenía ni idea de por qué Ivy parecía detestar tanto las calzas, él solo quería que estuviera bien abrigada.

Trató de distraerla con su juguete para morder, con forma de mariposa, y sonrió victorioso para luego cargarla hasta el tocador de su madre, asegurándose de alejar cualquier objeto potencialmente peligroso de su alcance. Se sentó con ella en sus piernas frente al espejo y comenzó a cepillar su cabellito azabache, aún era demasiado escaso para algún peinado más elaborado, pero se conformó con que estuviera libre de posibles nudos.

—Hay que estar bonitos para mamá ¿verdad? —Ella lo miró a través del espejo con el juguete entre sus pequeños dientes, la baba goteando, y sonrió ampliamente como si entendiera lo que decía— Ah… No tengo idea de cuando me volví tan doméstico, mi antiguo yo se burlaría de todo esto —Murmuró para sí mismo, negando con la cabeza.

Aunque tenía que admitir que ahora era más feliz de lo que lo había sido en siglos.

Mientras rebuscaba en el cajón frente a él unas pequeñas ligas de colores para hacerle unas coletitas, se distrajo al captar su propio reflejo en el espejo. Sus ojos plateados contemplaron el tono ligeramente pálido de su piel, ese que ningún médico había podido explicar, ni siquiera su suegra había podido explicarle por qué había resultado tan pálido a pesar que ella no lo era. Hizo una ligera mueca al pensar en que quizás debería cortarse el cabello pronto, antes de que su esposa lo hiciera ella misma.

Se estremeció al recordar la última vez, había quedado tan chueco que en el trabajo se le habían burlado por una semana y ella misma había terminado llorando de risa, casi sin poder respirar.

Sweet Innocence (#2 Inn) [Laughing Jack] [Terminada]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang