17. ESPERA HIJO MIO

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Santa Biblia Reina Valera 1960 - Ezequiel 18
24 Mas si el justo se apartare de su justicia y cometiere maldad, e hiciere conforme a todas las abominaciones que el impío hizo, ¿vivirá él? Ninguna de las justicias que hizo le serán tenidas en cuenta; por su rebelión con que prevaricó, y por el pecado que cometió, por ello morirá.


Narra Fares:

Horas después.

—ayudaaaaa, auxilioooo, tengan piedad —eran las palabras que salían de la boca de la señora Ogla, mientras que un charco de sangre se expandía por todo el piso.

Su rostro colorado, lleno de vigor, ahora está pálido como un papel y su cuerpo luce debilitado, al punto de querer desfallecer.

Está amarrada a una silla, con su robusto cuerpo de cortadas y esto solo es el comienzo.

Yo no quería ser tan cruel con ella.

Pero no me dejó otra opción, se metió con mis niños que eran mi tesoro más preciado.

Ahora deberá pagar las consecuencias.

Me acomodo en la silla del frente, cruzandome de brazos, mientras me aseguro de que él charco de sangre no vaya a llegar a mis zapatos, ya que va en constante crecimiento.

—¿Dónde está Mibsan? —vuelvo a preguntar.

—ya se lo dije —dice entre sollozos —una noche cualquiera desapareció dejando a sus hermanos, fue algo muy repentino.

Empuñó mis manos de la rabia que siento, la sangre me hierve.

—mentira —digo poniéndome en pie y dandole una patada a su silla.

La silla se volteo y como era tan pesada, el impacto fue terrible.

—aaaahhh —da un grito desgarrador.

—cortelen las piernas —le ordenó a mis hombres.

—no, por favor no —ruega ella desesperada, mientras la ponen en pie —se lo suplico.

Otro de mis hombres llega con una motocierra encendida.

—aaaahhhh —grita ella horrorizada al ver la motocierra —esta bien, está bien, yo hablaré, solo no me vayan a picar con esa cosa.

Hago una señal con mi mano para que esté se detenga.

—la escuchó señora Ogla.

—un...un..un si...sicario vino por un aprendiz —responde —yo no quería que el fuera, pero él se fue voluntariamente.

Ajá sí, claro, por supuesto.

Eso quiere decir que mi niño ahora es un asesino.

—¿Y Linda? —le pregunto —¿Dónde está?.

Veo su cara de terror al escuchar su nombre.

—ella...ella —su cuerpo tiembla más de lo que está temblando —ella mu... muri...

—ya no quiero más mentiras. —le grito.

—yo la vendí —responde finalmente.

Siento unos deseos inmensos de estrangularla al escuchar ello, pero me aguanto, porque aún necesito saber el paradero de mis otros pequeños.

A pesar de que ya mandé a investigar por otros medios, aún así quiero escuchar la verdad de su boca, aunque sea lo último que haga.

—¿Zuar? —le preguntó con los dientes apretados de la ira tan grande que siento.

—cuando me fui —dice llorando como si ella fuera la víctima y no la villana —lo deje a su suerte.

Pude ver que no me estaba mintiendo.

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