56. ¡NO QUIERO HACERLO!

21 7 39
                                    

Nota: ¡Holaaaaa!

Como les dije antes, estoy en modo saludo jejeje.

Hoy vine a saludar a una chica muy pero muy especial.

Aquella chica que me acompaño y creyó en mi cuando nadie aparte de Dios y mis hermanas creía en mis historias.

Cuando nadie tenía tiempo para perderlo escuchando mis boberas por así decirlo.

Aunque para mí es muy valioso ya que es mi imaginación.

Pues cuando nadie perdía tiempo conmigo, ella si lo perdió y hasta ahora le presta atención a todas mis historias.

Esto es para ti mi amada amiga carithogalindes.

Te has ganado una parte muy especial en mi corazón.

Gracias por siempre apoyar mis historias.

Te quiero un montón 😘😘😘😘.

Santa Biblia Reina Valera 1960 - Juan 3
8 El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.

1 Corintios 11
15 Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello.



Aún en medio de ese sonido agobiante, sintiendo que todo me daba vueltas, porque empezaba a marearme.

Me acerque a mi hermano, me agache y comencé a instarlo para que se levantará.

Lo movía con desesperación y angustia.

—¡Hermano!, ¡Hermano! —trataba en lo posible que mi voz se escuchará más que ese sonido, pero dudo que fuera así —¡Levántate! —le suplico, pero el no me responde, lo único que hace es apretarse fuertemente los oídos.

No quiero ni imaginar el dolor que el pobre está sintiendo.

Lo más triste es que todo esto fue por mi culpa.

Unas punzadas en mi cabeza, hacen que flaquee un poco, siento que ya no lo puedo soportar más, este ruido terminará explotando mis oídos.

Aún así con las pocas fuerzas que me quedan, intento arrastrar a Mibsan hacia afuera.

Otra punzada de dolor, hizo que me detuviera y me mandará las manos a la cabeza.

No podía más.

Caí de rodillas al lado de Mibsan mientras sentía morirme.

—¡Aaaaahhhh! —grite con todas mis fuerzas.

«Dios mio».

Quizás no es momento para pensar en Dios, ya que lo que tengo que hacer es moverme.

Pero ya no tengo fuerzas, siento que voy a desmayarme y no se me ocurre a quien más pedir ayuda, aparte de él.

La demora fue nombrarlo mentalmente, que de una todo el lugar quedó en perfecto silencio, como si hace un momento no hubiera habido un sonido ensordecedor.

«¿Será que me oyó?».

Muchos pasos se comienzan a oír.

Cuando me doy cuenta, estoy rodeado de escoltas, los cuales se llevan rápidamente a Mibsan.

Quiero ir con ellos, pero el dolor en mi cabeza, aún sigue ahí y cuando intento ponerme de pie, lo que hago es caerme.

—venga conmigo joven —dice uno de los escoltas sosteniendome y ayudándome a salir de ahí.

TE VOY A ENCONTRAR Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum