70. "VÍCTIMA DE MALTRATO".

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Santa Biblia Reina Valera 1960 - Deuteronomio 5
20 No dirás falso testimonio contra tu prójimo.

Día siguiente.

Abro los ojos por unos sollozos que me despiertan.

Miró al lado de mi cama y me doy cuenta de que no dormí solo, entonces comienzo a recordar todo lo que pasó anoche, en cámara lenta.

«¡Increible!, me dormí a la hija de la cocinera».

«Lo bueno fue que use preservativo».

Ella está sentada al borde de la cama llorando mientras se cubre con la cobija, es entonces cuando me doy cuenta de que la cama está hecha un desastre.

Me levanto y tomo una toalla para irme a duchar.

—¿Que pasa? —le pregunto al pasar por su lado.

Ella sorbe por la nariz y me mira con sus ojos rojos de llorar.

«Algo en ella cambio».

«Ya no tiene esa mirada inocente que la caracterizaba».

—es que era... era mi primera vez —responde llorando.

«Ah, era eso».

«La mía también lo fue».

—siempre hay una primera vez, —le digo como si nada —ahora párate y sal de mi habitación.

Ella me mira confundida.

«¿Acaso dije algo malo?».

—y una cosa más —le digo antes de meterme a la ducha —llevate las cobijas y las sábanas.

Camino hacia la ducha.

—Deimond —me llama.

—jovén Morgan para ti —la corrijo.

—¿Que va a pasar con nosotros después de esto? —me pregunta.

«¿Nosotros?».

«No me diga que se está imaginando que me voy a casar con ella o algo así».

—pues nada —le respondo —no hay un "nosotros", además tú simplemente eres la hija de la cocinera.

Ella vuelve a llorar, se pone de pie con dificultad envuelta en mi cobija, recoge su ropa que está esparcida por el suelo y se va de prisa.

—¡Oye! —la llamó —llevate también las sábanas.

Ella no responde, ni se detiene, tampoco cierra la puerta.

«Ash, que molesta».

Narra Jak:

Estoy viendo un vídeo en mi teléfono, no recomendable para menores de edad, me concentro al máximo que ni siquiera me doy cuenta a que horas entra mi papá a la habitación invadiendo mi privacidad.

Lo peor de todo es que alcanzo a ver lo que yo estaba viendo.

—¡Eres un degenerado! —me grita arrebatándome el teléfono y tirándolo lejos.

—¡Oye! —le contesto parándome de la cama.

Voy hacia donde cayó mi teléfono, lo recojo y por fortuna no le pasó nada, o al menos eso creo.

Me vuelvo a mi padre y lo encaró.

—¡¿Quien diablos te crees para invadir mi privacidad?! —le gritó.

No me respondió nada, solo saco su mano empuñada y pum.

Al suelo fui a caer.

—¡¿No tienes otra forma de hablar conmigo ah?! —le digo mientras me limpio la sangre que corre por mi labio inferior.

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