Prólogo

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La serpiente sannin se encontraba realizando uno de sus experimentos, alejado de su guarida. En una cueva llevaba a cabo el experimento más difícil que jamás había hecho, requería más de lo que podría haber imaginado pero todo era con un solo fin.

Tener un nuevo contenedor que fuera perfecto. A pesar de que había pasado mucho tiempo preparando a su aprendiz, el joven Sasuke, seguía sin ser el adecuado. Pero tenía un plan, una sonrisa siniestra se postró en sus labios de tan solo pensar lo que podría lograr si todo salía bien.

Frente a él se encontraba un contenedor que llevaba algunos cables. Dentro de él se encontraba un pequeño niño, no era cualquier niño. Se trataba de su mayor creación hasta ahora, permanecía dormido en el gran contenedor puesto que aún le faltaban algunas cosas para darle vida por completo.

Había estado trabajando durante mucho tiempo en ese experimento, nada podía salir mal.

Un gran estruendo sonó afuera de la cueva, los ninjas del sonido rápidamente se pusieron en acción, dispuestos a descubrir que sucedía. Después de correr un poco llegaron al lugar, en el medio del bosque pero no tan lejos de la cueva se encontraba una joven de cabellos negros en el suelo, debajo de ella había un gran cráter. Su cabello tapaba gran parte de su rostro.

Estaba herida por todas partes, parecía haber vuelto del mismo infierno.

Los ninjas la tomaron para luego llevarla con su amo, seguramente le interesaría una mujer que había aparecido de la nada.

No habían estado equivocados, Orochimaru estaba encantado con la noticia del que sería su nuevo juguete de experimentos. El Sannin procedió a curarla con sumo cuidado, quitándole toda la sangre de su cuerpo lucía tan delicada casi como una muñeca.

Se relamió los labios ante el pensamiento de todos los experimentos que podría hacerle. La dejó descansar un poco mientras continuaba con su otro experimento.

Pasaron algunas horas hasta que la joven despertó.

El la observó detenidamente, poseía unos hermosos ojos azules. Aunque su mirada le intrigó bastante, parecía desafiante y el no pudo evitar sonreír levemente, sin duda amaba los retos.

"Veo que has despertado" comentó la serpiente "Mi nombre es Orochimaru" se presentó formalmente aunque con una sonrisa algo perturbadora.

La chica le miró, ella no le daría su nombre a un extraño hombre que tenía un aura muy oscura rodeándole.

"¿Por que me has traído?" "¿Donde estoy?" preguntó la joven desconcertada.

Ni siquiera sabía dónde estaba, lo último que Kagome recordaba era estar luchando junto a sus amigos. Luego había sido succionada por ese extraño agujero negro que la había dejado inconsciente, hasta ahora que había despertado en ese extraño lugar.

Se encontraba a la defensiva.

"Calma, ahora estas bajo mi protección, solo te haré algunos experimentos y luego podrás marcharte" mintió el hombre.

La azabache no le había creído ninguna palabra.

El hombre estaba por continuar hablando sin embargo, gran sorpresa se llevó cuando ella arremetió contra él, extendiendo sus manos una especie de poder rosa le empujó hacía la pared, golpeándolo fuertemente.

'¿Que demonios?' pensó para sí mismo mientras se levantaba adolorido por el golpe.

"No te acerques" advirtió la extraña mujer en un tono amenazante.

Orochimaru no le hizo caso, intentó acercarse nuevamente, fallando ya que antes de siquiera poder poner un dedo sobre ella una ráfaga de poder se había disparado por toda la cueva.

Haciéndolo caer al suelo, su cuerpo ardía tanto como si estuviera en llamas. Se retorció del dolor por un rato hasta que su ayudante había ingresado a la habitación con urgencia.

Un hombre de cabellos blancos le ayudó a ponerse de pie, mientras que la joven de cabellos negros se había escabullido de la habitación tan pronto la puerta había sido abierta.

Corrió lo más rápido que sus piernas le permitían, buscaba una salida desesperadamente.

Hasta que se detuvo debido a que había escuchado un ruido muy extraño proveniente de otra habitación. Algo temerosa siguió por el pasillo hasta abrir la puerta de donde provenía tal ruido, se encontró con que había un pequeño niño que lloraba desconsoladamente. Poseía cabellos negros, no parecía tener más de tres años.

Su corazón sintió un fuerte tirón de solo verlo, parecía incluso temblar de frío puesto que no tenía ni siquiera ropa. Caminó lentamente hasta él, no quería asustarlo.

El pequeño paró de llorar al sentir su presencia, levantó su rostro y la observó detenidamente. Sus tiernos ojos oscuros se iluminaron al verla.

"¡Okāsan!" exclamó el pequeño corriendo a abrazarla.

Se aferró a ella como si su vida dependiera de ello. Kagome correspondió al dulce abrazo, su corazón dolía mucho. Era muy probable que el pequeño hubiera sido abandonado y la confundiera con su madre. Se preguntaba como una madre era capaz de hacer tal acto de crueldad contra su propio hijo.

La miko rápidamente tomó una de las extrañas batas de laboratorio que habían por todo el lugar y hizo lo que pudo para adaptarla al cuerpo tan pequeño, al menos ya no pasaría frío.

Se agachó a la altura del pequeño quien la miraba fijamente.

"Saldremos de aquí, ¿bien?" "Solo mantente a mi lado en silencio"— pidió la joven en un tono bajo.

El pequeño asintió efusivamente.

Kagome tomó su mano y procedieron a correr por el lugar buscando una salida. Con ayuda de sus poderes logró encontrar la entrada de la cueva, claramente custodiada por unos hombres. Le hizo una seña al pequeño para guardar silencio, con paso sigiloso se escabulló entre cada uno noqueándolos.

Definitivamente de algo le había servido el duro entrenamiento que Sesshomaru le había brindado.

Cuando el área estuvo despejada dio la señal para que el pequeño la siguiera.

Mientras que en la extraña cueva Orochimaru ya había notado que su gran experimento ya no estaba. Su rostro expresó suma molestia, todo estaba saliendo muy mal.

"Atrápenla, no podemos permitir que escape con mi experimento especial" ordenó la serpiente a sus ninjas.

Cada uno tomó acción saliendo de la cueva en busca de la chica.

Orochimaru suspiró muy molesto.

Volviendo con Kagome, está huía por el bosque con el pequeño en sus brazos. Quizás no lo conocía, ni mucho menos sabía el lugar en el que se encontraba, sin embargo su instinto maternal era muy fuerte. Ella no lo dejaría solo y haría lo que estuviera a su alcance para protegerlo.

Continuó corriendo hasta que fue rodeada por un grupo de ninjas quienes tenían intenciones de llevarla de vuelta a la cueva. Kagome retrocedió asustada, no podría enfrentarse a ellos sabiendo que la vida del pequeño podría estar en juego.

"Entrégate junto al mocoso y todo será más fácil" habló uno de los ninjas en un tono burlón.

La miko retrocedió aferrando al pequeño aún más entre sus brazos. Los hombres se acercaban para atacarla, esperaba lo peor sin embargo el ataque nunca llegó. Abrió sus ojos confundida y pudo ver que había una figura de cabellera rubia frente a ella.

"¿Se atreven a atacar a una civil y a su hijo?" "Son de lo peor" habló el extraño joven sumamente enfurecido, procediendo a atacar a uno de los hombres que la amenazaba.

Otras personas se posaron delante de ella, una joven de cabellos rosados, un hombre de cabello blanco y un joven de cabello negro. Todos luchando contra las personas que la amenazaban, Kagome abrazó aún más al pequeño quien estaba algo asustado.

"Todo está bien, no te preocupes" le susurró la azabache en un tono dulce.

El pequeño levantó su cabeza, observando a la miko fijamente. Kagome se encontró con unos extraños orbes rojos mirándole, la sorpresa era evidente en su rostro.

Nuevo Uchiha | HaremWhere stories live. Discover now