𝟓𝐁 | 𝐓𝐇𝐄 𝐖𝐀𝐘 𝐈 𝐋𝐎𝐕𝐄𝐃 𝐘𝐎𝐔 [ 𝒕𝒉𝒆𝒐 𝒓, 𝒊𝒔𝒂𝒂𝒄 𝒍 ] ✔

[47] ✰ house of memories

CAPÍTULO CUARENTA Y SIETE┆CASA DE LOS RECUERDOS

▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂

—Creemos que el acelerante usado en estos incendios es el mismo usado hace 20 años —informaba Lydia hacia aquel no tan joven oficial, con la llamada en altavoz.

Lydia conducía en dirección al estadio de la universidad, donde se realizaba el torneo de lacrosse. Jenna jugaba con sus manos, nerviosa, y Jackson miraba por la ventana, ambos en los asientos traseros.

—¿El incendio que mató a la familia de Derek? —preguntó confundido Parrish.

—Sí, hay algo más —Josie respiró hondo, rascando su frente con su mano libre ya que en la otra tenía su teléfono—. La persona que inventó la fórmula está supuestamente muerta.

—Supuestamente muerto empieza a ser un tema recurrente aquí —mencionó Jackson un tanto sarcástico.

—¿O no? —lo miró Jenna, concordando.

[•••]

Mientras bajaban del auto en cuanto llegaron al estadio, un potente rugido que llegó a sus oídos, hizo que los ojos de Josie brillaran de su color escarlata, y los de Jenna de su color ámbar.

—Scott está por aquí —les avisó la alfa, una vez sus ojos regresaron a su color normal.

Ella fue adelante acompañada de Jackson, ambos siguiendo el olor del serbal que los llevó hasta debajo de donde las gradas estaban, y ahí vieron la gran línea que impidió que siguieran avanzando.

Jenna se cruzó de brazos, recargándose en la pared atrás de ella, viendo como su madrina se agachaba a tocar con suavidad el polvo con la yema de sus dedos.

—Está pasando ahora. El serbal es más que una barrera. Es un portal entre su mundo y el nuestro.

—Odio cuando dices esas cosas —dijo el castaño con una mueca—. ¿No es solo serbal? —pateó con tranquilidad el polvo, sin esperar que la línea se restaurara.

—Parrish debe romper la barrera —dijo la castaña, suspirando—. Es el único que puede hacerlo.

Pero se interrumpió a sí misma al ver la silueta al final del pasillo. Era él.

Josie rápidamente puso a Jenna detrás suyo, siendo ella y Lydia quienes se quedaron adelante. El hombre dio unos pasos hacia ellos, y se quitó la capucha finalmente.

Tenían razón.

—Es él. Realmente es él —dijo Lydia con angustia y sorpresa.

—¿Quién? —preguntó sin entender Jenna, aferrándose al brazo de su madre.