XI. Dime Pablo

573 45 2
                                    

-Bien- dije luego de unos segundos.

Su mano soltó la mía con lentitud y sentí un frío recorrer mi brazo cuando lo hizo. Nos sentamos uno frente al otro en la mesa.

-¿De qué quieres hablar, Gavi?- pregunté al ver que no decía nada.

-Lo siento. No puedo más pelinegra, siento haberla cagado ¿vale? Siento haberte confesado mis sentimientos, siento haberte besado, simplemente... lo siento. Hemos pasado de beber malteadas todos los días y reír hasta tener dolor de estómago a no poder estar en la misma habitación, yo... simplemente ya no puedo, no sé cómo seguir, y si la única solución para hacerlo es fingir que nada sucedió, lo haré aunque eso signifique ignorar mis sentimientos, lo haré porque quiero volver a nuestras tardes de malteadas, quiero volver a picarte en cada oportunidad que tengo, quiero estar contigo, aunque eso implique ser tu amigo nada más- dijo sincero mirándome a los ojos.

-¿Y si no quiero olvidarlo? ¿Y si no quiero fingir que nada sucedió?- cuestione con la vista en la mesa luego de unos segundos.

-¿Qué?- fue todo lo que dijo.

-No quiero olvidarlo sevillano, también me gustas- dije viéndolo a los ojos por fin.

-Yo...

-Y siento haber tardado en decirlo, pero no estaba segura, quiero decir, claro que estaba segura que me gustas, pero no estaba segura de querer admitirlo, entré en pánico y por eso escapé, lo siento, Gavi- hable rápido interrumpiéndolo.

-Pablo.

-¿Qué?

-Dime Pablo.

-Creí que no te gustaba que te digan así-  hablé recordando que todos le decían Gavi.

-Algunas personas...

-Todo el mundo- dije soltando una pequeña carcajada.

-Pero tú no eres todo el mundo, pelinegra- habló mirándome a los ojos con una sonrisa.

-De acuerdo Pablo, me gustas- dije con una sonrisita nerviosa luego de unos segundos.

-Y tu me gustas a mi Lili- dijo de igual forma.

Es la primera vez que me llama Lili y sentí un cosquilleo en mi estómago cuando lo hizo.

-Entonces...

-Entonces...

-¿Estamos bien, pelinegra?- dijo estirando su mano sobre la mesa.

-Estamos bien, sevillano- contesté con una sonrisa tomando su mano.

Nuestras manos quedaron entrelazadas sobre la mesa mientras bebiamos nuestras malteadas. Había extrañado esto, lo había extrañado a él.

-¡Vaya! Veo que os ha ido bien- habló Sira a mis espaldas.

-¿Cómo? ¿Tú sabías de esto?- pregunté a la morena.

-Pues claro corazón, ¿Quién crees que te distrajo en el centro comercial?- dijo con una sonrisa orgullosa.

-Pero-

-Le pedí a Sira que te distrajera para vaciar el bar y así poder hablar contigo- me interrumpió Pablo y Sira asintió dándole la razón.

Ni siquiera me había dado cuenta que no había nadie en el bar, solamente eramos nosotros tres y dos camareros.

-Bueno, a lo que venía, venía a deciros que vamos a ir a comer, ¿venís?- preguntó y asentimos.

Salimos del bar los tres y al llegar al lobby, el resto ya estaba ahí, así que nos montamos en los autos y fuimos a un restaurante. 

Terminé sentada entre Eric y Pablo, pedí una hamburguesa con patatas fritas al igual que Sira, mientras que el resto pidió filete y verduras por su dieta.

 𝐑𝐄𝐃Where stories live. Discover now