Capítulo 8 · Una Oportunidad.

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IVVY ·


En el momento que David salió de mi casa, Steven se puso como loco —no gritando, ni mucho menos—, en su cabeza, se habían formado muchísimas ideas, quizás en alguna nos veía haciéndolo pero no decía nada, solo estaba sentado en el sofá, pasándose las manos por la cabeza, lleno de frustración y yo lo veía, seguía de pie frente a él, observando.

—Quiero que elimines mis vídeos, Steven —hablé bajito, llamando su atención sin ser agresiva—. Quiero que desaparezcan, que no haya prueba alguna de ellos... No merezco vivir en incertidumbre hasta que se bote la cabeza y empieces a hacer tus loqueras o me amenaces de nuevo.

—Los borré anoche.

—Déjame ver —extendí mi mano hacia a él.

Por un momento la miró, era como si no estuviera aquí, como si su mente hubiera escapado y solo, estaba presente de cuerpo. Distraído totalmente y seguro pensando en todas las cosas que pudieron haber sucedido, pero después de verme la mano, se fijó en mí y observó mis ojos.

—El pin es el mismo —murmuró entregándome el celular y asentí.

033099, marzo treinta del año noventa y nueve.

Y listo, desbloqueé el celular y fui directo a la galería de fotos, busqué en papelera y en todas las aplicaciones dónde esos vídeos y fotos pudieran estar guardadas. De algo estaba muy segura, y es que Steven no era un pendejo, porque realmente no lo es y por eso mismo, no confiaba del todo en eso de; los borré anoche.

—Okay, ¿no tienes otro celular o algo? No quiero vivir preocupada, Steven —le entregué su celular.

Él estaba más callado de lo normal, tenía ambas manos sobre su cara, como sosteniéndola. Parecía estar frustrado al igual que pensativo y desconfiado —al igual que yo—, tenía esa cara de «tú hiciste algo» pero muy seguramente no iba a decirme nada porque su culpa lo tenía contra las cuerdas.

—Te digo que me deshice de ellos —decía buscando quién sabe qué en su celular—. El único que dejé fue este... Toma, quiero que lo veas.

Su rostro era completamente diferente al que tenía cuando llegó y vió a David aquí conmigo y obviamente a mi, con esta ropa que llevaba. Intenté no darle mucha importancia, tomé el celular de regreso y vi la pantalla.

—Steven, no...

—Míralo, tú míralo solamente y no digas na’.

Esas lágrimas en sus ojos me hicieron sentir muy mal, algo dentro de mi se removió al verlo así. Pero tuve que hacerme la loca, como si no me importara y le di play a ese vídeo.

«Pa’ toda la vida, mami» «Por siempre, bebé»

Y ahí aparecíamos los dos, en la orilla de la playa al amanecer, abrazados —yo con un hoodie de Steven y él solo llevaba un jersey de los Bulls—, los dos acabados de despertar, al menos era eso lo que recordé. Había sido una cita que tuvimos justo cuando cumplimos seis meses de estar como novios, él había preparado una cena junto a bebidas y marihuana, una cita viendo la luna y gozándonos la playa y nuestra soledad.

—¿Recuerdas algo de eso?

Asentí sin verlo a la cara, él se levantó y me tomó por los hombros, yo lo vi a los ojos y Steven me sonrió aunque no se veía para nada feliz, más bien, esa sonrisa era de una manera triste, repleta de nostalgia.

—La pasábamos bien antes...

—Sí. Antes de que me diera cuenta de todos tus engaños —asentí rápidamente dejándole saber que aún seguía molesta—. Antes de saber que te chingabas a toda la que se te pusiera enfrente y te diera chance, antes de que me jalonearas y muchísimo antes de que me amenazaras con matarme si yo me metía con alguien que ni fueras tú.

—Esas cosa’ las decía por el calor del momento... No era cierto na’ de eso, mami.

—No sé, Steven... A estas alturas, ya cualquier cosa que me digas es algo que yo me creo y, ¿para qué arriesgarme? Prefiero alejarme de ti.

—¿Quiere’ decir que ya esto murió?

Asentí—. Murió desde hace un año pero no queremos aceptarlo... Creo que es momento de separarnos, ya intentamos demasiado y en verdad, yo no puedo más con esta situación...

—Yo todavía te quiero conmigo, todavía te quiero como el primer día... Yo todavía siento lo mismo por ti —decía sin apartar sus ojos de los míos mientras se le llenaban de lágrimas—. ¿Me vas a decir que tú ya no?

—¿Que no es obvio? —desvié la mirada.

—Estás mintiendo.

Y sí, lo hacía. Pero no podría seguir con esto después de tanto, ya estaba cansada de tanto reclamo y tanta pelea por cosas insignificantes, sus celos y la desconfianza que él mismo había provocado en si por sus propias acciones. Por mi parte, yo cada vez era más posesiva con él y algo dentro de mi me obligaba a querer saberlo todo y terminaba yendo a buscarlo para encontrarme con escenas demasiado tontas pero que para mi, era muy fuerte y no soportaba lo que llegaba a imaginarme.

—Es demasiado tóxico to’ esto, Steven... ¡Tenemos que alejarnos por el bien de los dos! Nos estamos convirtiendo en algo que no queremos... Por lo menos, yo no —bajé la cabeza, cerré los ojos intentando no llorar y él me abrazó.

Era de esos abrazos súper cariñosos que te hacían sentir segura pero al mismo tiempo, miedo. Porque Steven era así, un día se comportaba como la persona más cariñosa y amorosa de todo el mundo y otras veces, era el más malo y cruel, me gustaba en ambas y ese era el problema.

—Diablo, baby... Yo te quiero.

—Terminemos con esto —murmuré cabizbaja.

—No quiero que se termine... Intentemos una vez más, si no funciona...

—¿Si no funciona? —casi me reí—. Corrige eso y mejor di, si no te engaño... O si no me maltratas.

—Dame la oportunidad de ser mejor pa’ ti... Yo arreglo mis problemas, tú los tuyos y volvemos...

—No sé, yo...

—Un mes, mami —me interrumpió.

Lo miré a los ojos completamente confundida, él me veía fijamente y súper seguro de lo que estaba diciendo. Al no obtener una respuesta por mi parte, continuó hablando con una sonrisa en el rostro.

Haz to’ lo que tengas que hacer en ese tiempo pa’ cuando yo vuelva y te busque de nuevo, estemos bien... Sin na’ que nos pueda joder, y yo te prometo que voy a hacer lo que tenga que hacer pa’ que tú me creas y confíes en mi, ¿sí?

Me quedé helada, totalmente inexpresiva.

—¿Qué dices, Ivvy?

—Es una propuesta tentadora.

Sonrió burlón—. Te invito a desayunar, ¿qué dice’? Te llevo a donde quieras, ¿ah? A dónde tú quieras, mami.

Pensé por un momento y asentí.

—Me lavo la boca y...

—¿Y qué? —se quedó esperando a que terminara de hablar, con esa sonrisa aún presente pero ahora tenía esas cejas arqueadas.

—Hmm...

—¿Qué?

¿Como le digo lo que hice hace unos minutos?

—Eh, pues... Yo comí algo hace rato y...

—¿Y quieres que me lave los dientes?

Asentí súper rápido y Steven sonrió, me sentí tan mal por él y por lo que había hecho. Por más daño que me haga, besarme después de hacerle eso a David era, asqueroso.

—Tengo un par de cepillos acá... Vamo’ a la habitación.

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