Capítulo 11 · Mi reina.

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➤IVVY ·




—¿Cómo que “tampoco esto” Ivvy? ¿Qué tú quiere’ decir, ah?

—Quiero irme de aquí ahora mismo, ¿podrías guiar de una buena vez? —respondí ignorando lo que me había preguntado, Steven hizo lo que le pedí.

Me veía, guiaba y todo en silencio total.

Por mi mente pasaban miles de cosas —pero no decía absolutamente nada—, yo sabía que esa mujer había sido importante para Steven, era “la mujer” que tanto amó o quizás todavía la amaba, quizás todavía era esa persona especial para él y por eso, cada que tenía la oportunidad de hacerlo con otra, lo hacía.

Porque realmente no me ama como a ella.

Suspiré, miraba por el cristal hacia la calle, con la mente hecha un caos por el escándalo de la tipa, sintiéndome peor que basura. Con ganas de tirarme a la cama y llorar hasta que esto se me pasara.

—Mami, ¿en verdad no quieres que “esto” se repita? —sabía que se refería a la supuesta relación que teníamos.

—No sé, Steven... Hablamo’ en algún otro momento, otro lugar o cuando ya no tenga en la cabeza las palabras de esa... —me mordí la lengua, no valía la pena insultarla. Era realmente innecesario.

—Ivvy, yo no tengo la culpa de que ella se nos haya aparecido en ese lugar, ¿o e’ que tú piensas que yo sabía que estaría ahí?

—No me interesa saberlo, ni imaginarlo... El tema con ella pa’ mi es... Irrelevante, no viene al caso hablar de eso, ¿tú si quieres hacerlo? ¿Aún es un buen tema de conversación para ti?

Chasqueó la lengua y negó, justo nos detuvimos en una luz roja y Steven deslizó su mano por mi pierna, apretando mi muslo y después, tomó mi mano.

—Te amo, Ivvy... No es para nada importante lo que ella dijo allá, está molesta porque la dejé...

—Es momento de que lo supere, han pasado demasiados meses desde que...

—Yo elegí estar contigo, no tiene na’ que ver lo demás que pasó, ¿entiende’? ¡Yo quise estar al cien pa’ ti!

—Pero es no me quita este sentimiento de que fui el tercero en esa relación...

—Si no te importó antes, ¿por qué ahora sí? ¿Ah? Ahora estoy contigo, tú ere’ la que yo quiero pa’ mi, ¿piensas que te haré lo mismo?

—No sé...

La luz cambió, Steven aceleró y apretó mi mano. Yo estaba a punto de soltarme a llorar, me sentía realmente estúpida por todo lo que un día hice, ¿será que esto va a perseguirme?

—Okay, Ivvy. Te voy a dejar en tu casa, ¿ta bien? —simplemente asentí, él suspiró frustrado y continuó—. Lo que te dije... Sobre volver a vernos en un mes, ¿sigue en pie?

—Lo único que yo quiero es que tú dejes de estar con una y con otra, ¿no se supone que me quieres? —ahí venía el llanto entre suspiros—. Yo sabía que eso estaba mal, lo sabía Steven... Pero en serio, te adoro... Eres un cabrón súper lindo conmigo, eres... ¡Increíble! En verdad te quiero, odio lo que hice pero amo estar contigo... ¡No me gusta sentirme así! Y aunque a veces quiero estar to’ el día pegá a ti, hay ocasiones en las que no quiero verte... Y eso e’ hoy.

Rápidamente se detuvo en la orilla junto a la marquesina, por enfrente de mi pasó su brazo y abrió la puerta, presionó el botón del cinturón de seguridad y apuntó hacia la banquita donde estaba el señalamiento de autobús.

—¿Me vas a dejar aquí?

—¿No quieres verme? —soltó con repudio mirándome directo a los ojos—. Bájate ahora, pa’ que no tengas que seguir soportando mi presencia... Dale, que ahí llegan por ti en diez minutos.

—¿Estás jodiendo? —lo veía incrédula.

—Dices que no me quieres ver.

—Si me bajo esto se acaba —me miró con una ceja arqueada.

Le quité las gafas y las dejé entre el posavasos, Steven mantenía esa expresión de rabia. Volteó hacia el frente, ignorando todo y me reí por los nervios que sentía.

—Muy bien, entonces aquí se termina to’.

Busqué mi cartera en los asientos de atrás y cuando estaba lista para bajar, Steven me tomó del brazo con mucha fuerza y aceleró. La puerta se cerró por sí sola, volvió a ponerme el cinturón de seguridad sin dejar de ver al frente mientras aceleraba cada vez más y sostenía el volante al mismo tiempo que hacía todo.

—En serio que yo no te entiendo...

—¿Tú ere’ loca, Ivvy? ¿Después de to’ lo que hemos vivido? Yo no te voy a soltar nunca... Esto es pa’ siempre.

Sentí algo dentro de mi que me hizo sonreír, una bonita y extraña sensación, me relajé y volví a acomodarme en el asiento.

—Por más tóxico que esto se vuelva, vamos a estar juntos...

「 En casa de Ivvy 」


Nos veíamos a los ojos, Steven sonreía casi sobre mis labios —me daba unos cuantos besitos—, se alejaba y volvía con otra ronda. Se encontraba de pie frente a mi, sosteniendo mis manos a la altura de mis hombros a la vez que nos balanceabamos de enfrente hacia a atrás para besarnos en cada acercamiento.

—Un mes pa’ poner tu vida en el camino que e’.

—Baby, no te prometo nada...

—No tienes que hacerlo, mientras un día me llames pa’ decirme que ta’ to’ bien, yo feliz —sonrió ampliamente hasta achinar esos ojitos hundidos y lo besé.

Sus manos fueron directo a mis nalgas y me levantó —rodeé su cintura con mis piernas—, mis manos se aferraron a sus hombros mientras mordisqueaba esos carnosos labios que tiene, en verdad disfrutaba besarlo y que él me apretara así.

Aunque el mágico momento fue arruinado por el sonido de mi celular. Steven me dió un último beso y me bajó, busqué mi celular en mi cartera y al ver de quién se trataba, volví sentirme mal.

—Es David...

—¿Y qué quiere ese cabrón? —se quejó.

Me encogí de hombros y respondí.

—David, ¿qué pasó, nene? —miré a Steven, arqueó ambas cejas al oírme decirle así a David.

«Mami, ¿todo bien? ¿Arreglaste con ese cabrón?
¿Qué pasó con los vídeos?»

—Sí... Ya está to’ bien, estoy con Steven ahora... Luego te...

«Sí, si... Luego me tiras al dm.»

—Dale baby, cuídate.

—¿Nene? ¿Baby?

—Por favor... Es David, es mi amigo...

Rodó los ojos—. Tienes un mes pa’ dejarle bien claro a ese cabrón que el jevo tuyo soy yo... Y que tu nene soy yo..  Tu baby, soy yo...

—Si a esas vamos, tienes un mes pa’ dejarle claro a la cabrona de tu ex que ahora soy yo la mujer que tú amas, ¿okay? Y no solo a ella, a todas esas cueros con la que te escapabas cada que se te antojaba chingar, ¿entiendes eso? —le piqué en medio del pecho con mi dedo índice, Steven sonrió burlón y asintió.

—Lo que tú quieras, mi reina.

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