iv. drugs

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Había discutido de nuevo con mis padres. Y otra vez sobre el mismo asunto, el dónde había estado por la noche. Harta de sus tonterías sobre que estaba arruinando mi reputación y el apellido de la familia, decidí alejarme de ellos hasta que entrasen en razón.

Cosa que no iban a hacer, pero soñar es gratis.

Por ese motivo me encontraba en la parada de bus esperando al transporte público junto a mis dos amigas. Miraba cómo Effy se llevaba el cigarro a la boca y expulsaba una gran bocanada de humo.

Para cuando le iba a preguntar si me daba una calada, Pandora habló captando mi atención.

— ¡Vaya! Tienes un montón de rosquillas —se dirigió al chico de tez oscura sentado a su lado.

— Sí —pareció dudar de su siguiente movimiento—. Es verdad, ¡tengo muchas!

Con una amable sonrisa nos tendió la bolsa llena de dulces. La rubia no espero ni un segundo para agarrar una, pero tanto la castaña como yo declinamos la oferta.

— A ellas no les van las rosquillas —comentó Panda al ver la expresión de confusión del chico.

— ¿Ah, no? ¿Y qué les va?

— Las drogas. Acabamos de comprar un poco de maría.

Aprovechando la distracción le robé el porro a Effy. Mientras fumaba noté la mirada de él clavada en mi perfil.

¿Qué le pasaba? ¿Nunca había visto a nadie drogarse?

Se fijó en que le estaba mirando con mala cara y alargó la mano para presentarse.

— Hola, soy Thomas —no dudé en estrecharsela pues en caso de no hacerlo quedaría fatal.

— Rory. Un placer conocerte —sonreí amablemente.

Hizo lo mismo con Effy quién para mi sorpresa fui igual de educada que yo. Incluso le ofreció la botella de ron que acababamos de comprar, pero él la rechazó.

— Vine ayer de Africa —comenzó a hablar—. Este país es muy frío.

— Pues bueno —respondí secamente.

Al ver su expresión de desilusión, me arrepentí de haber hablado así y traté de buscar alguna cosa que preguntarle para sacar más tema de conversación. Estaba claro que él estaba haciendo el mismo esfuerzo pero las arcadas de Pandora nos distrajeron momentáneamente.

— ¿Estás bien? —pregunté.

Ella negó agachando la cabeza para expulsar todo el vomito. Asqueada miré hacia otro lado porque solo con olerlo me entraban ganas de devolver a mí también.

— Será mejor que pasemos por casa —propuso Effy—. Hasta que te encuentres mejor.

Pandora negó— A la mía no. Como vea que no estoy en clase, me va a castigar.

— Lo sé. Por eso iremos a la mía.

Sin que nadie le dijese nada, el chico se tomó la libertad para coger a Pandora por los muslos y levantarla hasta colocarla en su hombro.

— Vamos.

🥀

Por suerte, la casa de Effy estaba cerca y no habíamos tardado apenas diez minutos en llegar hasta ella.

Al entrar se me hizo extraño escuchar ruidos provenientes de la parte de arriba pues tenía entendido que sus padres trabajaban.

— Por aquí —señaló mi amiga las escaleras.

𝐄𝐍𝐂𝐇𝐀𝐍𝐓𝐄𝐃   ─skinsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora